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Las políticas públicas y la primera infancia

María Victoria Peralta
Por : María Victoria Peralta Directora IIDEI/ U. Central
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Estamos muy cerca de un nuevo período de elecciones presidenciales, nuevas iniciativas se plantearán para el sector; ojala sean lo que se requiere y no lo que determinados grupos de planificadores –que sin mucho conocimiento del sector– muchas veces determinan lo que hay que hacer. Ojala la voz de los párvulos chilenos se siga escuchando en La Moneda, tanto para el obvio tema de ampliación de cobertura, que ya deberíamos haber superado, como en especial para la calidad de los servicios que se prestan.


“Yo sé que los niños no marchan y protestan. Pero su voz se escucha siempre fuerte y clara en la Moneda”, fue la forma en que el Presidente Piñera culminó la parte referida a la educación parvularia, en su reciente discurso el 21 de Mayo.

Si bien es cierto que el Presidente utilizó esta frase para referirse a las proyecciones de su gobierno tendientes a garantizar una educación “preescolar” de calidad y gratuita a todos los niños  del 60 % de los hogares más vulnerables y de clase media, la fuerza comunicacional de esta expresión nos lleva a retroceder en el tiempo, y pensar desde cuándo los párvulos de este país son escuchados en la Moneda.

Si bien es cierto que históricamente hay momentos muy interesantes, pioneros y visionarios como cuando don Manuel Montt impulsa la primera “Escuela de Párvulos” pública que empezó a funcionar después de su gobierno en 1864 en Santiago, el transcurrir de los tiempos siguientes muestra que el escuchar esta voz ha tenido altibajos en la sucesión de gobiernos republicanos.

En las últimas décadas, en los diversos gobiernos democráticos, esta voz empezó a sentirse mas fuerte y sostenida, pudiéndose señalar que comenzó a serlo desde el gobierno de don Eduardo Frei Montalva, cuando se promulga, con el apoyo de todos los sectores políticos, la Ley N° 17.301 que creó la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI) en abril de 1970. Simbólico fue, que esta ley se firmó en La Moneda, en un gran acto público, con presencia de todos los sectores involucrados.

[cita]Estamos muy cerca de un nuevo período de elecciones presidenciales, nuevas iniciativas se plantearán para el sector; ojala sean lo que se requiere y no lo que determinados grupos de planificadores —que sin mucho conocimiento del sector— muchas veces determinan lo que hay que hacer. Ojala la voz de los párvulos chilenos se siga escuchando en La Moneda, tanto para el obvio tema de ampliación de cobertura, que ya deberíamos haber superado, como  en especial para la calidad de los servicios que se prestan.[/cita]

Desde esa plataforma conceptual, legal, institucional y financiera que significó esta ley no sólo para el país, sino para Latinoamérica, ya que fue la primera institución de este tipo, diversas iniciativas se fueron desarrollando. Sin pretender hacer un recuento de detallar cómo se ha escuchado esta voz de los párvulos en La Moneda, ya que no es la intención de una columna como ésta, habría que mencionar que posteriormente en el gobierno del presidente Salvador Allende, la tarea —por supuesto inconclusa—, fue la instalación de la naciente JUNJI, creando una red de jardines infantiles en todo el país.

En el retorno a la democracia, con instituciones públicas muy disminuidas, y en el plano educativo muy lesionadas por años un tipo de enfoque educativo que no se condecía con una educación abierta, participativa, y de desarrollo de personas-sujeto, la primera labor en el gobierno del presidente Aylwin fue impulsar una normalización de estas instituciones para la primera infancia (JUNJI y la transformación de FUNACO en Integra) y el aumento de la cobertura en los sectores más vulnerables.

En el gobierno de don Eduardo Frei Ruiz-Tagle, junto con continuar esta labor de “normalización” institucional, que llevó a poner nuevamente a Chile como un referente internacional en materias de educación de la primera infancia, se inicia la Reforma curricular del nivel, a la par que se continuó con el aumento de cobertura a través de todo tipo de modalidades de calidad. El país, entre las diversas instituciones públicas, llegó a ofrecer más de veinte alternativas, para diferentes características y necesidades de las familias y sus niños.

En el gobierno del Presidente Ricardo Lagos, se diseña un importante aumento de cobertura: 120.000 niños y la instalación de la reforma curricular del nivel en su primera fase, a partir de la firma del decreto que aprobaba las nuevas Bases Curriculares de la Educación Parvularia. Este acto, se hizo nuevamente en el palacio de La Moneda, treinta y un años después, de la primera firma de una iniciativa legal para los párvulos de trascendencia como fue la ley de la JUNJI.

En el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet, dos fueron las iniciativas principales: la creación masiva de Salas Cunas y la Ley que dio origen al programa de protección social para la infancia, “Chile crece contigo” que aborda integralmente diferentes dimensiones de la vida del niño y niña y su familia.

En el presente gobierno, si bien las iniciativas en el plano educativo se están recién enunciando como parte de la reforma tributaria en trámite legislativo, dos leyes creadas en el ámbito de la salud-social y laboral van a tener repercusión importante en el bienestar y desarrollo de los niños: la ley del postnatal y la modificación a la ley de Salas Cunas, de manera de hacerla extensa a los hijos de todas las trabajadoras, sin limitar el derecho a una cierta cantidad de mujeres en la empresa.

Las últimas medidas de los gobiernos de los presidentes Bachelet y Piñera enfocados  en el ciclo desde el nacimiento a los tres años (postnatal y salas cunas) es donde podría producirse una verdadera revolución educativa si como país somos capaces de darnos cuenta de ello, de tomar las decisiones técnicas que involucra, y lo más difícil, implementarlas en una forma adecuada.

Todos los aportes de las neurociencias y de la sicología actual, indican lo crucial que son los primeros tres años de vida, tanto por la red de conexiones neuronales que se establecen, como por las actitudes, tendencias y habilidades blandas que se empiezan a desarrollar.

Favorecer niños y niñas con confianza básica, con apertura al mundo de las personas y de sus entornos, favorecer bebés curiosos, exploradores, que resuelven problemas prácticos, que se comunican, que descubren, que gozan del arte, que experimentan un bienestar integral, no es fácil; las salas cunas, en realidad nunca han sido la mejor solución, pero para la madre que trabajan fuera del hogar, no queda otra alternativa. Sin embargo, falta mucho para que estos establecimientos instalen todas las normas de calidad que se requieren, partiendo por más personal, mejor capacitado, desestresado y con tiempo para analizar y mejorar el trabajo que se está haciendo.

Lo mismo sucede con las familias y en especial con las madres, que permanecen en el hogar con motivo del postnatal, o porque pueden atender a sus niños en el primer año de vida en lo posible. El rol  afectivo y formativo de la madre en los primeros años de los niños es crucial, lo ha señalado desde nuestra gran Gabriela, hasta todos los tratados sobre el apego y formación humana más actuales. Si la madre no aprovecha adecuadamente el conocimiento científico que tenemos actualmente sobre cómo favorecer las fantásticas potencialidades de los bebés para una formación más humana —no para ser unos tragadores de aprendizajes seudoescolares como algunos lo han interpretado— estamos perdiendo el aporte de todas estas iniciativas que se han ido sembrando a lo largo del tiempo.

Programas de apoyo a la madre en el hogar  en la educación de sus bebés; formación especializada en el trabajo educativo en Salas Cunas a nivel de educadoras y técnicos de educación parvularia, capacitación continua, unido a mejores condiciones de trabajo pedagógico, son algunas de las medidas que urgen instalar, para un aprovechamiento de todas las inversiones realizadas hasta el momento.

Estamos muy cerca de un nuevo período de elecciones presidenciales, nuevas iniciativas se plantearán para el sector; ojala sean lo que se requiere y no lo que determinados grupos de planificadores —que sin mucho conocimiento del sector— muchas veces determinan lo que hay que hacer.

Ojala la voz de los párvulos chilenos se siga escuchando en La Moneda, tanto para el obvio tema de ampliación de cobertura, que ya deberíamos haber superado, como en especial para la calidad de los servicios que se prestan. Esto último no implica una vez más, aplicar un instrumento para detectar las falencias; las conocemos, se requiere instalar condiciones estructurales de calidad para que todo el sistema funcione y desarrollar los procesos adecuados para instalarla; posteriormente midamos, pero evaluar calidad de los servicios y programas sin mediar una instalación coherente, consensuada y explicitada, no tiene sentido ni impacto.

A estos temas tan gravitacionales para el desarrollo del país quiere colaborar CPU una vez más. Próximamente se realizará un seminario sobre estas materias, y se lanzará un nuevo número de Estudios Sociales dedicado enteramente a estas temáticas. Esperamos con ello, contribuir a que esta voz de los niños y niñas se siga escuchando cada vez más fuerte en beneficio de la formación de mejores generaciones de chilenos, que es en el fondo, la mejor inversión que puede hacer un país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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