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Stefan versus NO Opinión

Stefan versus NO

Esta película logra lo que ningún asesor comunicacional de La Moneda hasta la fecha ha conseguido: humanizar a Piñera. Y además, se consigue transmitir este mensaje con un amplísimo alcance. Según algunas estimaciones cerca de un millón y medio de chilenos verá Stefan versus Kramer en los cines de todo el país… y aún falta su estreno en televisión abierta.


En las últimas semanas Stefan versus Kramer ha logrado un inédito éxito de taquilla. La película NO, en tanto, ha sido ampliamente comentada y ha generado impacto a distintos niveles. Ambas producciones además de ser chilenas y de estrenarse casi simultáneamente, tienen otro factor en común: las dos podrían tener un eco político relevante.

En Stefan versus Kramer el Presidente Piñera urde un plan para terminar con la carrera de Kramer y así, de paso, lograr que el imitador deje de —supuestamente— perjudicar la imagen pública de las personalidades que imita.

En la cinta, a través del humor, se muestra a nuestro Presidente como una persona aislada, obsesiva, acomplejada y algo maquiavélica. Sin embargo, al final del filme, aparece un Piñera que, a pesar de sus errores y forma de ser, es una persona compasiva, sensible y capaz de empatizar. Todo esto se apoya además en que su hermano rebelde, el Negro, que es uno de los personajes centrales de la trama, en cada aparición encanta al público.

Esta película logra lo que ningún asesor comunicacional de La Moneda hasta la fecha ha conseguido: humanizar a Piñera. Y además, se consigue transmitir este mensaje con un amplísimo alcance. Según algunas estimaciones cerca de un millón y medio de chilenos verá Stefan versus Kramer en los cines de todo el país… y aún falta su estreno en televisión abierta.

[cita]No sería extraño pensar que Stefan versus Kramer tenga un efecto positivo en la popularidad de Piñera. Esto bajo el supuesto que la ocurrencia de errores de él y su entorno sea baja.[/cita]

Pero hay un último factor que es clave. Los atributos positivos del Presidente no se están comunicando desde un panfleto financiado por el Gobierno ni son elaborados desde el poder, sino que desde una película hecha por un tercero validador al que todos quieren y admiran: el mismo Stefan Kramer. Es decir, el mensaje además tiene legitimidad.

Así las cosas, no sería extraño pensar que Stefan versus Kramer tenga un efecto positivo en la popularidad de Piñera. Esto, bajo el supuesto que la ocurrencia de errores de él y su entorno sea baja.

Por su parte, en NO los hermanos Larraín crearon una gran ironía al borde de la comedia negra, en la cual esa historia épica que puso la lápida a la dictadura hoy queda reducida a una campaña publicitaria. Una campaña muy exitosa, por cierto, que logró su objetivo, pero una campaña al fin de cuentas. Una que trabajó la opción No como producto y que finalmente convenció a los consumidores.

Fui a ver la película al Cine Arte Alameda. Entre los asistentes predominaban simpatizantes de centro-izquierda, de todas las edades. Y al final de la cinta quedó algo raro en el ambiente, que no pude identificar hasta que uno de los asistentes gritó: “De qué alegría me hablan estos huevones!”. Este espectador no solo se mostraba ofuscado, sino también defraudado, lo que es más grave. Su queja sacó aplausos.

Es que en un ambiente como el que estamos viviendo, con un gran descontento social, con la ciudadanía en la calle, que exige cambios, que se declara cansada del modelo y de las desigualdades, la película acentúa la sensación de fraude, y sobre todo en el electorado histórico de la Concertación. Porque fueron esos mismos políticos que hoy aparecen en la pantalla grande representados por actores los que prometieron la alegría y para muchos esa alegría nunca llegó.

Finalmente, lo que queda es que el producto NO no cumplió su promesa y esto por supuesto provoca reclamo, ofuscación y quizás violencia en el consumidor.

Si Michelle Bachelet, la hasta hoy carta segura del bloque opositor para ser la próxima Presidente de la República, quiere volver al poder tendrá que hacerse cargo de esta enorme deuda de arrastre que tiene la Concertación con sus votantes. De lo contrario, ella corre el serio riesgo de ser castigada en las urnas; y más aun si, por el otro lado, Piñera empieza a ganar popularidad y ayuda con eso a mejorar las chances de alguno de sus ministros presidenciables.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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