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Recreando la comprensión y distribución del poder

Milton Flores
Por : Milton Flores Psiquiatra. Investigador en Desarrollo Esencial Humano. Director Triagrama, Instituto para el Desarrollo de la Vida en Comunidad.
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¿A cuál poder aludiremos? ¿Al poder de las armas, del dinero…? Con todo, lo primero que surge, desde nuestra perspectiva —y donde al parecer todos estamos de acuerdo— es que la actual distribución de esa fuerza que obliga, que posibilita los haceres, que determina, que es trascendente para todos y todo, no es suficiente, resulta ineficiente, así conducida perpetúa el desequilibrio.

¿Pero se trataría de repartir lo mismo en partes iguales? ¿de emparejar hacia algo que debería ser superior?, ¿pues los que lo tienen bajo su conducción, ostentan atributos en sano equilibrio, muestran un camino?, ¿estaríamos operando con este implícito?
El desarrollo material, en cantidad, ostentado por algunos y pretendido por demasiados, no ofrece aún algún reflejo de algo superior, evolucionado.

[cita]El proceso en Chile de empoderamiento social, viene en desarrollo, se hace preciso estar preparados, para recibir y conducir esa presencia consiente, en grado suficiente, para iniciar una tendencia. Para eso, efectivamente prosperar en la comprensión sobre el poder, que significa comprender de modo más lúcido la vida humana, nos habilita para recibir, leer y proponer modulaciones, sincronizaciones, coordinaciones, que contribuyan al afinamiento, que nos está urgentemente haciendo falta realizar.[/cita]

Estamos proponiendo, primero, recrear lo que vamos a compartir como principio. En el viaje hacia una capacidad para experimentar más conscientemente cada momento, nos hemos encontrado con la posibilidad de recibir la presencia de un poder, de otra dimensión del poder, que contextualiza y realinea a la tradicionalmente reconocida. En el trabajo con el sufrimiento (específicamente con el producido con las adicciones, por la dependencia, por la falta de libertad de un ser humano), habilitar con conciencia sutil, actualizada, le devuelve el poder a esa persona, para estar en presencia de su existencia y deliberar, llegando a comportarse, efectivamente, como un ser humano libre, hombre o mujer. Para eso, la destreza para soportar la desintegración de la construcción neurótica, cuando damos el paso y decidimos soportar y sentir, abre camino a una conexión objetiva con el Todo, que da poder, nos empoderamos cuando asumimos, desde la dignidad de seres creativos, que albergamos, divinidad en nuestra potencialidad específica.

En el Senado de la República, nos hemos encontrado, reunidos para sentir poder, otro poder, que está al alcance de todos ahora mismo y que nos ha nutrido.

El trabajo en salud, nos permite establecer que —ante la angustia desbordada y manifestada por psicosis, depresiones, adicciones y otros— habilitar, actualizar, el poder latente, fisiológico, natural, meta-competencias, permite recrear la comprensión fundamental de realidad que utilizamos, nos da poder para elegir, para protagonizar, para conducir, para curar.

En educación, ¿qué decir?, cuándo habilitados para recibir más vida en sus conciencias, los responsables saltan a una capacidad para amar, para recibir amablemente las vidas de quienes están aprendiendo de su ejemplo, hay pruebas y testigos.

Este poder, enunciado en nuestro rayado de cancha oficial, la Constitución, cuando se integra la espiritualidad de la existencia humana, como objeto de obligación para el Estado. El paso es ahora, operar consecuentemente con ese marco.

Para un profesional, para un responsable que se debe a su compromiso, no puede soslayar ajustes de este orden para ofrecer su servicio, debe actuar en consecuencia, es su deber, más allá de la comprensión oficial que se encuentra operando, sin pedir permiso, iniciarla, y en el desarrollo se atenderá lo que ha de brotar como inevitable, pero ya ahora con ética, con mérito, dado por la consistencia de su cómo hace.

Recrear el protagonismo es urgente, para superiores grados de calidad, felicidad, ese estado que se experimenta cuando el momento irradia armonía, momentos de felicidad con un poder distribuido de modo más conducente, cuando cada cual da un salto hacia más conquista de sí, y todos hacia otra conquista del nosotros, que trasciende la suma de las partes. Unión, conciencia de la conexión de un modo más íntegro, más pleno y esencial, constatando cada uno en su conciencia más de sí y de Todo, y paladeando la sensación de presencia, de estar más despiertos, con una noción de sí, que por su naturaleza —un salto evolutivo en la cualidad de la precepción hacia más integración— recrea esencialmente nuestro contacto, nuestro modelo histórico. En este contexto, el poder, como un todo se recrea, ahora, ¿cómo?, recuperando el plano espiritual para el ser humano, realineándose así las diversas dimensiones del poder.

Como conclusión obvia debería aparecer el bien común, también recreado, comprendido con más conciencia, como la biología de la existencia, porque así es, nada más. Para poder recrear nuestra convivencia, cada uno y todos, debemos dar entonces un paso adelante y salir a dar la cara, los más ahora posible, los espacios están.

El proceso en Chile de empoderamiento social, viene en desarrollo, se hace preciso estar preparados, para recibir y conducir esa presencia consiente, en grado suficiente, para iniciar una tendencia. Para eso, efectivamente prosperar en la comprensión sobre el poder, que significa comprender de modo más lúcido la vida humana, nos habilita para recibir, leer y proponer modulaciones, sincronizaciones, coordinaciones, que contribuyan al afinamiento, que nos está urgentemente haciendo falta realizar.

La sensación de poder, de estar, de ser responsable, de estar despiertos aquí y ahora y entrar en algún grado superior de conexión, da poder, el que a cada uno en verdad le toca, primero en un plano más esencial, espiritual. Después el otro poder, el de tener, el de no tener, aquel que es preciso, para ejercer la tarea que se desprende, después de haberse enrielado con el otro poder. Así, por este camino, habitualmente caemos en cuenta que del poder material —el preciso, el justo, ni más ni menos— los dos desequilibrios son complicados.

Cuando automáticos e inconcientes, el poder material nos arrastra y nos degrada, y nuestra dignidad pierde de lo prístino, el brillo, la luz de la presencia espiritual se tiende a opacar, y al recuperar poder, conciencia, vuelve a amanecer y aparece la claridad y la oportunidad para ejercer efectivamente autoridad sobre lo que es preciso, poder maduro, que cuando se asume aparece la oportunidad y el riesgo del ser humano libre, y resulta que así la distribución de la fuerza se torna equitativa y colaborativa, y surge el bien común, el nosotros, como estrategia para llegar a la armonía y la felicidad, Estado, jerarquía de estar, que evoluciona en estos tiempos y desde muchos puntos hacia Derecho Humano Esencial.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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