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Cualquier similitud es sólo coincidencia: el caso de las Isapres

Iván Valdés
Por : Iván Valdés Economista de la Universidad Andrés Bello
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En esas mismas semanas en que esto estaba sucediendo, acudí a las actividades que organiza la Fiscalía Nacional Económica en el marco del “Día de la Competencia”. Otra curiosidad, allí se dió a conocer un reciente estudio de la industria de salud privada, destacando la alta integración vertical que existía entre las Isapres y los prestadores de servicios (clínicas y otros centros de atención privados), estructura que de acuerdo a sus autores legalmente está prohibida.


Llama la atención el argumento del Presidente de la Asociación de Isapres, quien justificó la alta variación de las utilidades de sus empresas afiliadas, diciendo que aquello es equivalente a una ganancia de $ 2.400 por beneficiario (léase “beneficiario”, yo me pregunto: si les estoy pagando y ellos son los que se están beneficiando de los excesos de cotizaciones sobre los gastos del sistema, ¿yo soy el “beneficiario”?), con una serie de argumentos económicos que sostienen esos resultados.

Solamente por curiosidad comencé a investigar sobre las utilidades en otros periodos, para descartar que esas cifras eran circunstanciales y no una tendencia histórica (basta con poner utilidades de las Isapres en google para encontrarse con varias sorpresitas). Como es obvio, sólo encontré información de prensa en la cual se destacaban las enormes utilidades de un periodo determinado, todas justificadas indistintamente por argumentos de oferta (aumento en el pago de licencias, control de los gastos de operación) o de demanda (incrementos de los clientes, cotizaciones adicionales asociados a planes auge), entre otros.

[cita]En esas mismas semanas en que esto estaba sucediendo, acudí a las actividades que organiza la Fiscalía Nacional Económica en el marco del “Día de la Competencia”. Otra curiosidad, allí se dió a conocer un reciente estudio de la industria de salud privada, destacando la alta integración vertical que existía entre las Isapres y los prestadores de servicios (clínicas y otros centros de atención privados), estructura que de acuerdo a sus autores legalmente está prohibida.[/cita]

Por otra parte, hace un par de meses atrás una persona cercana me comentó que su Isapre (líder en el total de utilidades), le había enviado una carta diciéndole que el plan al cual estaba adherido ya no era viable, debido a fuertes presiones de costos del sistema. Específicamente se argumentaba que el plan colectivo al que pertenecía mostraba un alza sistemática de costos, debido al incremento de las licencias médicas y el alto riesgo de sus afiliados con gastos médicos crecientes. Curioso argumento a lo menos, porque me pregunto como un afiliado puede cotejar dicha información, pero en fin, se les agradece haberlo dado ya que me permite compararlos con aquellos que salieron a la luz pública la semana pasada. Como economista, entonces le busqué justificación y la más obvia proviene de cómo se forman los precios en estos mercados de seguros, es decir, alguien estuvo subsidiando cruzadamente a los miembros de ese plan colectivo.

Asimismo, al continuar leyendo la carta, llamaba la atención que estaba fechada sólo con el mes, aun cuando la legislación es estricta en orden a que hay un plazo predeterminado entre el cual se le informa al “beneficiario” de la modificación de planes y las alternativas que tiene para cambiarse dentro de la misma Isapre (generalmente uno de cobertura muchísimo más precaria de la que originalmente se tiene, o asumir una cotización bastante más alta para mantenerse en el mismo plan), o simplemente mudarse a otra institución.

En esas mismas semanas en que esto estaba sucediendo, acudí a las actividades que organiza la Fiscalía Nacional Económica en el marco del “Día de la Competencia”. Otra curiosidad, allí se dió a conocer un reciente estudio de la industria de salud privada, destacando la alta integración vertical que existía entre las Isapres y los prestadores de servicios (Clínicas y otros Centros de Atención privados), estructura que de acuerdo a sus autores legalmente está prohibida.

Mas allá de esas particularidades, uno de los invitados internacionales me comentó privadamente cómo el sistema privado se puede sostener con ese nivel de utilidades, con la segmentación de sexo, edad y riesgo (discriminación) de los beneficiarios, con decisiones unilaterales de los oferentes (te excluyen cuando quieren vía precios, lo que generalmente no tiene justificación por el lado de los costos), de las tremendas asimetrías de información existentes (nos hacen creer que $2.400 de margen unitario está bien, o que simplemente nos dicen que los planes colectivos se han encarecido). Ni hablar del precio de los remedios, que queda simplemente a las “bondades” del libre mercado (en la mayoría de los países existe regulación de precios y utilidades, el modelo chileno sólo es parecido al existente en Canadá) y que en el caso de estas clínicas, generalmente son bastante más elevados de aquellos encontrados en las farmacias, aun de aquellas que se coluden.

En suma, algo sucede con la teoría económica que no está al servicio de la sociedad. No tuve otra respuesta.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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