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El gesto de Hales

Carlos Ominami
Por : Carlos Ominami Ex ministro, ex senador, Foro Permanente de Política Exterior y Fundación Chile21.
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Ojalá que el gesto de Hales pueda remover conciencias y se abra una discusión acerca de cómo, en serio, se represtigia la política y la función parlamentaria, condiciones fundamentales para que se recomponga la relación entre las instituciones y el mundo social. Si otros parlamentarios siguen el ejemplo de Hales y también de Burgos, se podría desarrollar un debate más profundo sobre el significado y la forma de enfrentar la elección parlamentaria de noviembre del 2013.


En el tráfago de informaciones de los últimos días ha pasado desapercibido un hecho importante: el gesto del diputado Patricio Hales anunciando su decisión de no repostular a un nuevo mandato. Se trata de un parlamentario prestigioso que ha sido electo y reelecto en su distrito con altísimas mayorías. Por tanto, su gesto no tiene que ver con un cálculo electoral pequeño. Se trata de una renuncia efectiva que se argumenta de una manera que no puede ser pasada por alto. En su carta señala que no quiere seguir en el Parlamento porque “en cada reelección legitimo el binominal y otras normas constitucionales que yo mismo critico”.

En la declaración se hace cargo de la grave situación que enfrenta el Parlamento chileno, y pone el dedo en la llaga cuando señala que “nuestras reelecciones con el binominal se ven como un vicio de poder de dos grandes coaliciones que marginan a las mayorías políticas y a las mayorías sin partido”.

[cita]Ojalá que el gesto de Hales pueda remover conciencias y se abra una discusión acerca de cómo, en serio, se represtigia la política y la función parlamentaria, condiciones fundamentales para que se recomponga la relación entre las instituciones y el mundo social. Si otros parlamentarios siguen el ejemplo de Hales y también de Burgos, se podría desarrollar un debate más profundo sobre el significado y la forma de enfrentar la elección parlamentaria de noviembre del 2013.[/cita]

La decisión de Hales debe llamar a una profunda reflexión. Hace algún tiempo atrás, otro diputado prestigioso, Jorge Burgos, anunció también su determinación de no optar a un nuevo período. Por lo que conozco, esto tiene mucho que ver con la frustración que experimentó hace algún tiempo atrás, cuando —luego de un tremendo esfuerzo que involucró incluso a un conjunto de diputados de Renovación Nacional— la reforma constitucional, que eliminaba el guarismo 120, fue rechazada por la falta de quórum orgánico correspondiente. La idea de esta iniciativa era abrir paso a un cambio al sistema electoral binominal. Fue duro constatar que algunos parlamentarios de oposición, por diversas razones, estuvieron ausentes.

Lo que dejó de manifiesto esta situación es muy delicado. Aunque suene un poco fuerte decirlo, es sabido que hay parlamentarios que “de la boca para afuera” están en contra del sistema binominal, pero que finalmente se acomodan bastante bien a su mantención.

El país se apresta en el mes de noviembre próximo a una nueva elección parlamentaria. Esta será la séptima elección binominal. Si nada cambia, lo que tendrá lugar será simplemente una discusión de cupos y nadie puede prever el resultado de esa elección. Si fuera una elección que no tuviera lugar simultáneamente con la presidencial, me atrevería a pronosticar que, si la abstención en la municipal fue del 60 %, en el caso de la parlamentaria sería aún más, profundizando el descrédito y la falta de respeto de la ciudadanía hacia una institución fundamental de la democracia, como es el Parlamento.

Ojalá que el gesto de Hales pueda remover conciencias y se abra una discusión acerca de cómo, en serio, se represtigia la política y la función parlamentaria, condiciones fundamentales para que se recomponga la relación entre las instituciones y el mundo social. Si otros parlamentarios siguen el ejemplo de Hales y también de Burgos, se podría desarrollar un debate más profundo sobre el significado y la forma de enfrentar la elección parlamentaria de noviembre del 2013 en términos distintos. Ojalá así sea porque sería lamentable que volvamos a tener nuevamente un Parlamento empatado, depreciado por la ciudadanía y sin ninguna capacidad de transformación. El que tres o cuatro rostros nuevos —proveniente de las lides estudiantiles— puedan incorporarse a la nueva Cámara, en lo fundamental, no cambiaría nada.

Por último, dejemos establecido que las renuncias a sus respectivas reelecciones de los diputados Hales y Burgos, son en verdad, la punta de un gran iceberg. Sobre esto, habrá mucho que discutir durante el 2013.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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