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Y habló…

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Patricia Politzer
Por : Patricia Politzer Periodista y ex Convencional Constituyente.
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Contrariamente a lo que se viene escuchando en el último tiempo, Bachelet no parece haberse izquierdizado a la luz del nuevo Chile, en el que se multiplican las movilizaciones sociales y el PC está a punto de participar del próximo gobierno. Si bien la equidad, que marcó su primera campaña presidencial, ahora se denomina clara y transparentemente como desigualdad, nada indica que la manera de abordarla será revolucionaria.


Los periodistas Verónica Franco y Sergio Campos de El Diario de Cooperativa tuvieron el privilegio de la primera entrevista de la candidata Bachelet. Durante la media hora de conversación, hubo un solo “paso”: no quiso responder por qué ella sería mejor que otros postulantes a La Moneda. Eso —dijo— tendrán que evaluarlo los ciudadanos.

Contrariamente a lo que se viene escuchando en el último tiempo, Bachelet no parece haberse izquierdizado a la luz del nuevo Chile, en el que se multiplican las movilizaciones sociales y el PC está a punto de participar del próximo gobierno. Si bien la equidad, que marcó su primera campaña presidencial, ahora se denomina clara y transparentemente como desigualdad, nada indica que la manera de abordarla será revolucionaria.

[cita]Contrariamente a lo que se viene escuchando en el último tiempo, Bachelet no parece haberse izquierdizado a la luz del nuevo Chile, en el que se multiplican las movilizaciones sociales y el PC está a punto de participar del próximo gobierno. Si bien la equidad, que marcó su primera campaña presidencial, ahora se denomina clara y transparentemente como desigualdad, nada indica que la manera de abordarla será revolucionaria.[/cita]

La ex Presidenta insistió en que la rabia, el enojo y la crispación que se respira en el debate público no son positivos ni propositivos. Aseguró que su modelo de país debe incluir a los partidos políticos, la sociedad civil, la academia, el sector privado, debe ser un proyecto del que todos se sientan parte.

Suena bien, pero cabe preguntarse cuánto se puede avanzar con ese consenso amplio al que ella aspira, en un momento en que las diferencias ideológicas salen a flote y dejan en evidencia los problemas de fondo que generan la desigualdad como el lucro en la educación y los sueldos de hambre de la inmensa mayoría de los trabajadores.

Bachelet anuncia reformas estructurales que, si bien aún no ha especificado, seguramente no contarán con el respaldo de la derecha ni del sector privado. El oficialismo está satisfecho con las estructuras actuales. Por más que el Presidente Piñera prometiera reformas políticas y laborales, éstas ya quedaron en el olvido. Ni siquiera se envió el proyecto para modificar el artículo 103 del Código del Trabajo para reducir el costo de contratación de las mujeres, que se prometió para septiembre del año pasado y aún no se conoce siquiera un primer borrador. ¿Quién puede pensar entonces en consensos para la negociación colectiva, el fin del multirut, la reforma al binominal, el financiamiento de los partidos políticos?

Imposible negar los enormes obstáculos para lograr reformas estructurales, por eso la ex Presidenta insiste en la necesidad de una mayoría política y social que se refleje en el Parlamento. Pero ello requiere mucho más que pedirle a sus partidos que se apliquen en la lista de los postulantes al Senado y la Cámara de Diputados. En los partidos mandan sus dirigentes, ese mismo club de Tobi que lleva años en los cargos y que la ciudadanía critica y desaprueba en forma masiva.

Quizás la primera prueba de su liderazgo esté precisamente en esas listas parlamentarias. A Bachelet le gusta que cada cual cumpla su rol. Pero, dado el desprestigio de los partidos y del propio Parlamento, ella no podrá quedar al margen de una decisión tan clave para llevar adelante un futuro programa de gobierno. Bachelet requiere una lista parlamentaria que marque una diferencia con los últimos 20 años de Concertación, que muestre una renovación para encarar el futuro. Una lista parlamentaria con rostros antiguos de prestigio incuestionable y con figuras nuevas que aporten pasión, ideales y creatividad. Pero también un conjunto de candidatos comprometidos con su proyecto país que, de ser elegidos, aseguren lealtad al gobierno, y no se vuelvan díscolos al primer desencuentro.

Habrá que seguir escuchando. Es probable que la derecha siga disparándole sin compasión. En la oposición, el juego limpio aún está por verse. Y también falta saber si Bachelet 2013 logra seducir al electorado, especialmente a esos ciudadanos y ciudadanas dispuestos a movilizarse y protestar en las calles, a quienes en esta primera entrevista les reconoció derechos pero también deberes.

Bachelet habló con seriedad y moderación. ¿Podrá conquistar los votos para la nueva mayoría social y política?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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