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La democracia basura Opinión

La democracia basura

Juan Guillermo Tejeda
Por : Juan Guillermo Tejeda Escritor, artista visual y Premio Nacional "Sello de excelencia en Diseño" (2013).
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Lo correcto es que se termine con el sistema corrupto de los cupos, pero nadie acaba jamás con él, por el contrario, todos colaboran, y eso hace de esta democracia una democracia basura. Ignacio Walker, que como presidente de la DC participa mucho en la cocinería del cupo, escribió sin embargo un ilustrativo artículo sobre cómo funciona este sistema maloliente. Hay algo patético y fatalista en su explicación: esto que nos repugna es a lo que nos dedicamos cada día, gracias a este sistema basura es que estamos aquí y seguimos en ello.


Tenemos en Chile una democracia, sin duda, pero es o se parece a una democracia basura. A la gente no le gusta la basura y, por lo tanto, comienza a no gustarle la democracia. Esa es la idea, finalmente, para eso hicieron así el sistema.

Democracia basura es el hecho de que desde Camila Vallejo y Giorgio Jackson, pasando por el diputado Aguiló con su grito, hasta el fogoso Moreira y la devoradora Ena von Baer, anden todos los políticos inflamados en la búsqueda de un cupo, que eso es lo que los tiene locos. Un político sin cupo no cabe en el sistema democrático que tenemos. No hay muchos cupos, más o menos los mismos que cargos a llenar mediante las elecciones, y se consiguen a dedo, gracias a cuñados, hermanos, amigos íntimos o jefes mafiosos, en reuniones secretas, haciendo gallitos entre compadres, de la manera más asquerosa y opaca.

Los partidos políticos chilenos son básicamente partidos cuperos, o sea organizaciones dedicadas a designar a este o a aquella para que figure como candidato o candidata en una lista conglomerada, que son las únicas que logran el triunfo electoral, a razón natural de un parlamentario para cada grupo en cada circunscripción. Los demás de la lista van de acompañamiento. Y los que no van en los cupos designados de la lista no logran jamás ser elegidos, salvo algunos casos rarísimos.

[cita]Nuestros parlamentarios son nombrados a dedo por dos camarillas de políticos y cuando vamos a votar sentimos todo el rato que estamos ayudando a acarrear basura. Las elecciones son apenas un evento publicitario, una ceremonia de validación televisiva de lo que viene ya precocinado y pregratinado desde las cavernas donde se reúnen los capitostes.[/cita]

En síntesis, nuestros parlamentarios son nombrados a dedo por dos camarillas de políticos y cuando vamos a votar sentimos todo el rato que estamos ayudando a acarrear basura. Las elecciones son apenas un evento publicitario, una ceremonia de validación televisiva de lo que viene ya precocinado y pregratinado desde las cavernas donde se reúnen los capitostes.

Camila y Giorgio, que son la pureza misma, que están en contra de la democracia basura, han tenido que dedicarse mucho las últimas semanas a hacer trabajo de basureros, porque sin ese olorcillo a podrido de los residuos la puerta del cupo no se abre, y el que no tiene cupo no sale en la foto ni en la tele ni en parte alguna. Aguiló descalificó a Giorgio y a sus fans (un grupito de jóvenes acomodados, dijo) por ir detrás de un cupo que era, es, y sigue siendo, para un compadre Celedón que tiene Aguiló. Ambos se enfrentaron a la dictadura así es que se sienten moralmente con derecho vitalicio a sus respectivos cupos.

Democracia basura es que no haya acuerdo para organizar elecciones primarias, que son un poco confusas y nadie sabe bien qué hay que hacer en ellas, pero finalmente una primaria reemplaza al dedo basuriento de unos jefes o secretarios generales o presidentes raros, y el cupo lo obtiene alguien relativamente popular.

Lo correcto es que se termine con el sistema corrupto de los cupos, pero nadie acaba jamás con él, por el contrario, todos colaboran, y eso hace de esta democracia una democracia basura. Ignacio Walker, que como presidente de la Democracia Cristiana participa mucho en la cocinería del cupo, escribió sin embargo un ilustrativo artículo sobre cómo funciona este sistema maloliente. Hay algo patético y fatalista en su explicación: esto que nos repugna es a lo que nos dedicamos cada día, gracias a este sistema basura es que estamos aquí y seguimos en ello.

El sistema de cupos logra convertir a la derecha, que tiene normalmente un tercio del electorado, en la mitad del parlamento, y logra que ese tercio espontáneo y diverso que son los jóvenes o los modernos o los que sean, no puedan jamás ser diputados ni senadores ni concejales ni alcaldes ni presidentes de la república. Más que basura eso es una bomba de tiempo, porque en situaciones así no sabe uno cómo ni cuándo el panorama se desdibuja, el modelo se triza o se rompe y renunciamos a los modos democráticos para tomar las decisiones colectivas mediante sistemas más contundentes.

Nos carga la basura, vivimos hundidos en ella y en esta cultura corrupta nadie del mundo político atina a comportarse de manera virtuosa, no logramos encontrar siquiera a alguien que sea capaz de hacer lo correcto. Hacer lo correcto, porque no basta con describirlo o decirlo. Qué penuria.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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