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Las Quebradas en Valparaíso: dos horizontes de respuesta

Ricardo Abuauad
Por : Ricardo Abuauad Arquitecto y Urbanista Director Escuela de Arquitectura UDP
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Las quebradas constituyen, por último, el sistema de evacuación de la población en caso de tsunamis. Ello no sólo obliga a despejarlas, sino a establecer los modos y vías en que este rol se hace efectivo.


La ocupación irregular de las quebradas con asentamientos transitorios o permanentes está en la base de la tragedia que vive la ciudad de Valparaíso hoy. A ellas les corresponden en adelante dos horizontes de acción igualmente relevantes, pero en diferentes plazos.

En primer lugar, es imprescindible resolver la contingencia más inmediata: el comienzo de la estación lluviosa. Las quebradas bloqueadas por escombros y restos pueden transformarse en un alud de barro que arriesga destruir lo que el incendio ha dejado en pie. Es recomendable un plan de acopio de escombros fuera de la zona afectada, evitando las áreas que constituyan escurrimiento natural de las aguas. También deberán realizarse obras de canalización rápida que permitan al agua empozarse antes de alcanzar velocidades mayores (estanques o piscinas de retención), así como obras de conducción del agua alternativas.

El segundo horizonte es el de la reconstrucción. En ese proceso, las quebradas deben jugar un rol neurálgico en el espacio de la ciudad. Por ello, es clave que ellas se entiendan a la luz del rol complejo y diverso que juegan:

[cita]Las quebradas constituyen, por último, el sistema de evacuación de la población en caso de tsunamis. Ello no sólo obliga a despejarlas, sino a establecer los modos y vías en que este rol se hace efectivo.[/cita]

a) Las quebradas constituyen, obviamente, el sistema histórico y geográfico de escurrimiento de las aguas desde los cerros al plan, y luego al mar. Sin embargo, la evolución de la ciudad las ha obstruido, y esa función se realiza hoy de manera interrumpida y accidentada. Es indispensable repensar ese sistema, garantizando que se produzca a velocidades y flujos compatibles con el desarrollo de una ciudad.

b) Las quebradas constituyen asimismo el sistema de desplazamiento natural de personas y vehículos entre el plan y los cerros. Ello las ha sobrecargado de flujo, pavimentado en exceso, impidiendo la absorción natural. Es recomendable evaluar sistema de comunicación entre plan y cerros en forma alternativa. Es también imprescindible potenciar la comunicación en ellas a través de transporte público, evitando la sobrecarga de automóviles privados.

c) Las quebradas son además el lugar de desarrollo natural del ecosistema propio del lugar, con una flora endémica que debe ser preservada. Las quebradas deben ser entendidas como un valor paisajístico equivalente y complementario al que representa el patrimonio edificado.

d) Las quebradas, por su vocación de ser básicamente un “vacío urbano”, deberían constituir un sistema de espacios públicos que vincule el plan y los cerros, un lugar de encuentro y movilidad entre esas dos realidades. Esta vocación es importante en una ciudad con una profunda crisis de espacio público, que debería pensarse entonces en cuatro escenarios: un frente costero, un sistema de plazas en el plan, una serie de corredores naturales (las quebradas) hacia los cerros, y, por último, el espacio natural protegido fuera de la zona urbanizada.

e) Las quebradas constituyen, por último, el sistema de evacuación de la población en caso de tsunamis. Ello no sólo obliga a despejarlas, sino a establecer los modos y vías en que este rol se hace efectivo.

Esta sencilla reflexión puede contribuir a no repetir los errores del pasado, pero, sobre todo, a repensar el futuro de una ciudad de la que todos nos enorgullecemos, pero pocos nos ocupamos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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