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El riesgo de las Catástrofes Tolerables

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Raimundo González Aninat
Por : Raimundo González Aninat Profesor de Derecho Espacial, Facultad de Derecho de la U. De Chile
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¿Estamos realmente preparados para enfrentar el fenómeno de “El Niño”, que amenaza “inequitativamente” con un invierno muy crudo a aquellos que soportan al principal enemigo del hombre: la pobreza?


En nuestra cultura hemos desarrollado la tecnología para sobrevivir a una serie de catástrofes, con pérdidas humanas incluso menores a las causadas por el mismo hombre, como las guerras y la sobreexplotación de recursos naturales.

Es muy difícil, pareciera, que la humanidad pudiese enfrentar catástrofes como la peste negra de hace 500 años. Hoy existe un brote de ébola en África y los equipos de control están desplegados. El SIDA ya no tiene la mortalidad con que alarmó a la población en los 80, y otras catástrofes producto de los huracanes y tifones parecen ser rutinarias y, por qué no, tener partidas anuales en los presupuestos de las naciones afectadas.  Esto es posible gracias a la información.

Pero hay fuentes y medios para llevar esa información que están más allá del territorio, como los satélites que navegan en el espacio exterior, cuyo aporte es imprescindible considerar en todas las políticas públicas.

Ciertamente la primera aproximación al tema es de seguridad estratégica y resguardo de un determinado territorio: los satélites “espías”. Sin embargo, el mayor porcentaje de uso de estos aparatos tiene fines civiles, precisamente de observación y prevención de catástrofes.

Y, como señalaba, el riesgo actual de las políticas está en el creer que hay una constante en las catástrofes, como que los terremotos se suceden cada cierto tiempo en un mismo territorio, que los volcanes erupcionan asociados a otros hechos de la naturaleza o que el círculo en el sol es… usted sabe.

Esta manera de aproximarnos al objeto de estudio hace años que está al margen de todo sistema internacional, partiendo por Naciones Unidas. Nuestra presencia en el mayor foro mundial en materias de este nivel llevó a Chile a contribuir a articular importantes iniciativas diplomáticas directamente conectadas a las necesidades de la gente. Tal ha sido el caso de negociaciones destinadas a plasmar una política espacial de la ONU, un currículum de derecho espacial, paneles de alto nivel sobre Emergencias y Desastres, Conferencias Espaciales de las Américas, entre otras.

Hoy, luego de un paréntesis en la política exterior, devenida por cuatro años en un marketing de las “bondades” del estilo chileno y a partir del rescate de los 33 mineros, es urgente reposicionar y poner en valor el aporte de nuestro país en materias espaciales, desde el derecho, la diplomacia  y la técnica.

Somos un lugar desde donde el mundo busca observar el espacio profundo, pero carecemos de una mirada a la inversa, desde el espacio y sus usos y las oportunidades que ello ofrece a Chile.

Por ejemplo, debemos seriamente pensar en una acción pública-privada para un satélite de comunicaciones y entrar de lleno en los foros abandonados, que requieren de nuestro aporte y no comprenden que dejásemos de lado una serie de entidades que esperan más de nuestro país. Dada la compleja peculiaridad geográfica de Chile, la conectividad es indispensable en la lucha contra la desigualdad y, en general también con un desarrollo sustentable. Las comunicaciones facilitan, por ejemplo, la educación a distancia, pilar solidario básico de esta Administración. En ese contexto resulta indispensable llevar a cabo acciones ante la Unión Internacional de Telecomunicaciones, UIT, para no perder las posiciones orbitales que tenemos asignadas y que representan la clave para la aludida conectividad. Posiciones que, por abandono de la anterior Subsecretaría  de Telecomunicaciones, se pueden perder en perjuicio de nuestros intereses, de acuerdo con la legislación vigente.

Las generaciones de jóvenes y de niños actuales están mirando mucho más allá de nuestras fronteras y también están más que desamparados a la hora de requerir información de calidad y oportuna sobre su propio territorio, y las potencialidades que éste entrega para una educación sostenible e integral. Cualquier hecho relacionado con el espacio los apasiona, como vimos una vez más en la última FIDAE.

Chile no debe perder tiempo si de verdad quiere insertarse en  América Latina, pues Argentina cuenta con su agencia espacial y, sabemos, prontamente tendrá un sistema de lanzamiento de cohetes para poner satélites en órbita, y Bolivia acaba de unirse a China para tener sus propios servicios satelitales. Así acontece asimismo con la mayoría de los países de la región. Nosotros, con las catástrofes que enfrentamos regularmente, tenemos suficientes motivos para no dejarnos estar.

Finalmente, dentro del cuadro expuesto, ¿estamos realmente preparados para enfrentar el fenómeno de “El Niño”, que amenaza “inequitativamente” con un invierno muy crudo a aquellos que soportan al principal enemigo del hombre: la pobreza?

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