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Las deudas se harán cenizas


Ocurre que en nuestro país se ha producido, probablemente, uno de los acontecimientos más significativos durante estos últimos años y sus protagonistas han sido los estudiantes. Son justamente ellos quienes han logrado con vigor recuperar, fortalecer e instalar el concepto de movimiento social, el cual había reaparecido durante los años ochenta y que fue silenciado durante la transición. En concreto, frente a las enormes injusticias en las que han incurrido un sinnúmero de políticos, empresarios y otros individuos que han faltado a la probidad, han sido cientos los estudiantes que se han movilizado durante los últimos años con el objetivo de evidenciar y defender las demandas sociales. Un caso emblemático ha sido el delito de lucro en la Universidad del Mar y que esta vez vuelve a la palestra a través de una obra artística: “Ad Augusta per Augusta”.

En una sesión celebrada el 29 de abril de 2013, la entonces Ministra de Educación, Carolina Schmidt, señaló que la situación de la Universidad del Mar era grave. Esto porque en pocos años dicha casa de estudios aumentó el número de estudiantes de 2.000 a 18.000, abriendo facultades en todas las regiones del país con un descontrol completo. Además, afirmó que “lo sucedido es de máxima gravedad, por cuanto se jugó y abusó con los sueños de miles de familias y jóvenes de nuestro país”. Sin embargo, frente a esta situación indicó que no existe una salida única a todos los estudiantes y sus familias. Finalmente, la Contraloría General de la República aprobó el decreto N.º 17 del Ministerio de Educación, a través del cual se hace oficial la revocación del reconocimiento oficial y la cancelación de la personalidad jurídica a la Universidad del Mar. La fecha establecida es el 28 de febrero de 2015 y afectará a alrededor de dieciséis mil familias.

Frente a las irregularidades denunciadas, la Universidad del Mar no ha sido la única institución investigada. Sin ir más lejos, las universidades Andrés Bello (UNAB), Las Américas (UDLA) y San Sebastián (USS) son otros planteles universitarios indagados, sospechosos de lucrar. Ante esta situación, son cientos los estudiantes endeudados que caminan errantes sin recibir una solución formal por parte del Estado.

Cuando se han agotado todas las instancias para denunciar el lucro en el sistema educacional, las investigaciones no avanzan y los culpables siguen felices ganando dinero a costa del sacrificio de cientos de familias que, con esfuerzo, financian la educación de sus hijos, emerge desde el “bajo mundo”, un personaje que había confesado haber robado pagarés y otros documentos que acreditaban una deuda de los estudiantes de la Universidad del Mar estimados en 500 millones de dólares. Se trata de Francisco Tapia Salinas (Santiago, 1983), un reconocido artista visual, quien pese a no tener estudios formales de arte, es reconocido por el impacto y la calidad de sus obras, las que se han exhibido en museos nacionales e internacionales. Además, importantes figuras chilenas se declaran admiradores de su trabajo, entre ellos Nicanor Parra.

En esta oportunidad, Francisco Tapia bajo el seudónimo de ‘Papas Fritas’, ha consolidado definitivamente su personaje en la escena local y también internacional. El artista ha sido portada de diversos medios de comunicación a raíz de su último trabajo: “Ad Augusta per Augusta” (Proyecto Kombi).

Al analizar “Ad Augusta per Augusta”, la mayoría de los periodistas y profesionales de otras disciplinas (Di Filippo) han intentado criticar la estética y las eventualidades jurídicas en las que incurriría Francisco. Sin embargo, en estas líneas he querido desmarcarme de la pedantería propia del esnobismo de individuos que han tratado de dar cátedra a una ciudadanía que se ve reflejada en la obra de ‘Papas Fritas’. No es casualidad que el éxito de una obra montada prácticamente en la calle, que no discrimina a su público y que está a disposición de cualquiera que se interese en contemplarla, no se deba solo a su estética, sino también a su finalidad que es, a todas luces, política.

Para entender la propuesta estética de ‘Papas Fritas’, atendiendo a su objetivo político, es preciso recurrir a algunas investigaciones. De esta manera, Di Filippo “propone reflexionar, desde una perspectiva epistemológica, acerca de la vinculación entre arte y política en el pensamiento de Walter Benjamin y Jacques Rancière”[1]. La licenciada concluye que “se podría aseverar que, para ambos, las formas de vinculación que se gestan en el espacio cognitivo son relaciones que atañen también a la dinámica política, y por ello, en sus reflexiones se hallan necesariamente imbricadas una apuesta política y otra epistemológica. El arte contribuirá a la revolución, para Benjamin, al operar como una herramienta pedagógica, didáctica, al modo brechtiano. El arte para el autor transmite determinados mensajes, enseña, emprende el ejercicio pedagógico de poner de manifiesto las condiciones sociales de producción y reproducción de la dominación burguesa, dejando al descubierto la capilaridad de sus dictados en las conductas cotidianas. El arte ayuda a forjar conciencia reflexiva y colectiva a favor de la lucha proletaria”.

Por otro lado, Richard afirma que, “hoy en día, para la construcción de imaginarios críticos hay brechas e intersticios dentro de su lógica que pueden ser usados para contraponerse a los tráficos de signos del capitalismo cultural”[2]. Por su parte, Pérez señala que “la política específicamente artística de un arte político consiste en esta apelación al universo de la sensibilidad justamente a través del elemento sensible que es propio del arte como tal. Es ese universo el que nos pone ante la realidad de la opresión, del trabajo repetitivo, de la vida trivial. Es ese universo el que nos abre ante la posibilidad de un mundo mejor. Y por ese motivo todo gran arte tiene algo de arte político, más allá de las militancias específicas de sus autores”[3].

Ciertamente, la obra de Francisco ‘Papas Fritas’ integra elementos señalados por Di Filippo, Richard y Pérez, pues, crea y entiende su obra sin arribismo ni afanes gremiales, sino más bien como una herramienta para comunicar tópicos y problemas que atañen a toda una población, en particular a los más pobres –el bajo mundo. Evade el oportunismo de representaciones que enaltecen la individualidad y agradan al poder. En pocas palabras, resulta ser un precedente para el arte contemporáneo, distinguiéndose por incluir en su obra uno de los elementos fundamentales del arte: la sensibilidad. Por consiguiente, es posible afirmar que “Ad Augusta per Augusta” ha despertado el imaginario crítico de la ciudadanía, un ejercicio que debería trascender a otras disciplinas.

Notas:

[1] Filippo, M. D. (s.f.). “Walter Benjamin y Jacques Rancière: arte y política. Una lectura en clave epistemológica”. Revista de Epistemología y Ciencias Humanas , 257-288.

[2] Richard, N. (2009). Lo político en el arte: arte, política e instituciones. E-MISFÉRICA.

[3] Soto, C. P. (2013). Arte Políticos y Política del Arte. Colección proposiciones , 1-19.

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

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