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Reforma Tributaria y la Política de los Acuerdos

Amador Sepúlveda
Por : Amador Sepúlveda Ex vocero estudiantil ACEUS 2008
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Dictadores perpetuos, impunidad, senadores vitalicios, senadores designados, transiciones democráticas, acuerdos grandilocuentes, delincuentes de cuello y corbata; un sinnúmero de vergonzosas escenas que nos deja nuestra pequeña democracia, una historia repetida durante 24 años. Concertaciones y desconciertos, Alianzas y rupturas, Nuevas Mayorías y viejas minorías, que nos han engañado constantemente en nombre de la democracia, la justicia y el desarrollo. Miles de chilenos y chilenas en las calles, protestas, huelgas y marchas; Freirina, Tocopilla, Aysén, Calama, Arica; estudiantes, ecologistas, pobladores sin casa, mapuche, trabajadores, dueñas de casa, damnificados de todo tipo, miles y miles de chilenos y chilenas en el olvido. Grandes acuerdos que dejan a la gran mayoría fuera de ellos. Una escena repetida, una escena conocida.


En plena campaña Presidencial, se enarboló una serie de temáticas que serían parte de un gran proceso de reformas que el Gobierno de Michelle Bachelet y su pomposa Nueva Mayoría, pretendían instalar en nuestro País. Un despliegue mediático gigantesco, un gasto propagandístico y un trabajo de marketing grosero acompañaron el inicio y desarrollo de este Nuevo Ciclo en la política chilena. Tres pilares fundamentales serían el inicio de un cambio histórico para Chile y sus ciudadanos, en nombre de la justicia social, en nombre del manoseado concepto de desarrollo, se movilizaron esfuerzos importantes que consideraron un trabajo en terreno por parte de ministros, asesores, parlamentarios y alcaldes, en fin, todo un complejo mundo puesto en función de la gran apuesta. Espacios de información y debate, actos públicos que buscaban convencer e informar a la ciudadanía de que éstos “son los cambios que Chile necesita”. Con “un pie en la calle y otro en el Parlamento”, algunos anunciaron las buenas nuevas de salvación para todo aquel que en ellos crea. La tarea era taponear los intensos y en ocasiones ridículos manotazos de la derecha por instalar el terror respecto a los cambios anunciados. Llamados a comprar víveres y almacenar agua y encapuchados con corbata parecían ser los miedos de estos tipejos, un chiste.

Bachelet, la mujer de la unidad y el consenso en este “nuevo” conglomerado, la mujer que llegó desde los Estados Unidos, cargada de experiencia y validación internacional para desplegar los esfuerzos necesarios que dieran pasos significativos en el avance y desarrollo de nuestro país. Juntas más, juntas menos, reuniones más, reuniones menos, apoyos de uno y otro lado en Latinoamérica y el mundo, fueron la antesala de este proceso que debía contar con la fuerza de todos para su implementación. Personeros de Gobierno cargados de reuniones abiertas y bondadosas, acongojados por la necesidad de responder y escuchar la voz del pueblo, un Parlamento con una mayoría importante que dejaba a merced de vuestra servidora, la posibilidad de aprobar los cambios anunciados; los movimientos sociales que han ido reactivándose tras su desmantelamiento post-Plebiscito, miraban con desconfianza tanta parafernalia. En fin, una maraña de hechos y confluencias dispuestas en torno a una propuesta llena de grandes titulares y pocas certezas. Los menos confiados, aún ellos, planteaban que uno que otro tema permitiría avances no menores, y que, por lo demás, el simple hecho de poner estos temas en la Agenda permitiría abrir nuevos flancos que destrabaran un proceso de cambio que nos permita avanzar en los temas cercenados e impuestos a sangre y fuego desde hace 40 años.

Han transcurrido desde ese entonces, un par de meses y todo ha quedado expuesto, la luz logró mostrar lo que el oscuro silencio no pudo ocultar más.

[cita]Dictadores perpetuos, impunidad, senadores vitalicios, senadores designados, transiciones democráticas, acuerdos grandilocuentes, delincuentes de cuello y corbata; un sinnúmero de vergonzosas escenas que nos deja nuestra pequeña democracia, una historia repetida durante 24 años. Concertaciones y desconciertos, Alianzas y rupturas, Nuevas Mayorías y viejas minorías, que nos han engañado constantemente en nombre de la democracia, la justicia y el desarrollo. Miles de chilenos y chilenas en las calles, protestas, huelgas y marchas; Freirina, Tocopilla, Aysén, Calama, Arica; estudiantes, ecologistas, pobladores sin casa, mapuche, trabajadores, dueñas de casa, damnificados de todo tipo, miles y miles de chilenos y chilenas en el olvido. Grandes acuerdos que dejan a la gran mayoría fuera de ellos. Una escena repetida, una escena conocida.[/cita]

Manos al cielo en señal de victoria, manos tomadas en señal de unidad, fueron las primeras luces de lo que hoy se vuelve repetitivo. Una derecha desdibujada por sus propios fantasmas, esos que con cara de general le atormentan aún a 20 años del retorno a la “democracia”, ese mismo que enmarcan en fotos y celebran en privado, ese mismo que en público reniegan; esa derecha desdibujada, resucitada por los mismos que a punta de tractores y soberbias frases anunciaban su muerte. Manos al cielo en señal de acuerdos, y sonrisas honrosas, se dejaban fotografiar hace un par de años los actores del Acuerdo en Educación. Manos tomadas, manos al cielo, encarnaban uno de los momentos más patéticos y dolorosos para la política chilena, la Política de los Acuerdos volvía a nacer. Esa misma que probablemente fue el gran aprendizaje que obtuvo la Sra. Presidenta en los Estados Unidos, la misma política que el propio Obama no fue capaz de superar.

Dictadores perpetuos, impunidad, senadores vitalicios, senadores designados, transiciones democráticas, acuerdos grandilocuentes, delincuentes de cuello y corbata; un sinnúmero de vergonzosas escenas que nos deja nuestra pequeña democracia, una historia repetida durante 24 años. Concertaciones y desconciertos, Alianzas y rupturas, Nuevas Mayorías y viejas minorías, que nos han engañado constantemente en nombre de la democracia, la justicia y el desarrollo. Miles de chilenos y chilenas en las calles, protestas, huelgas y marchas; Freirina, Tocopilla, Aysén, Calama, Arica; estudiantes, ecologistas, pobladores sin casa, mapuche, trabajadores, dueñas de casa, damnificados de todo tipo, miles y miles de chilenos y chilenas en el olvido. Grandes acuerdos que dejan a la gran mayoría fuera de ellos. Una escena repetida, una escena conocida.

Reformas que mantienen, mayorías minoritarias, un juego de nunca acabar. Una verdadera esquizofrenia colectiva que es comandada por los de siempre.

Reforma Tributaria, Reforma Educacional, Reforma Política, Reforma Laboral. Debemos preparar nuestras cámaras –digitales en lo posible–  y apostarnos para tomar la mejor foto; porque esas mismas manos de hace algunos años, seguirán levantándose en señal de triunfo, en señal de victoria, para sonreírnos, para NO cambiar nada.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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