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Las sorprendentes cifras sobre el consumo de drogas entre escolares

Ibán de Rementería
Por : Ibán de Rementería Miembro de la Corporación Ciudadanía y Justicia y Vicepresidente de la Red Chilena de Reducción del Daño.
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De acuerdo al Décimo informe sobre el consumo de drogas entre los escolares de Chile (2011-2013), es sorprendente el resultado sobre un aumento del 57% en el consumo de marihuana entre escolares del país. En lo inmediato plantea dos reflexiones: de nada está sirviendo detener 85.000 personas al año por infracciones a la ley de drogas, lo que hace el 55% de todos los detenidos por todos los delitos en Chile -esto quiere decir que no hay ningún otro delito que tenga mayor preocupación y prioridad para el sistema penal- ; tampoco ha servido de nada que la marihuana esté en la lista uno de las sustancias psicotrópicas, lo que prohíbe su uso terapéutico e impide la rebaja de penas para quienes sean sancionados por traficar con ella.

El Décimo Estudio Nacional de Drogas en Población Escolar (2013) tiene varios indicadores preocupantes, ya que el consumo anual de marihuana para el conjunto de los escolares entre octavo básico y cuarto medio se elevó bruscamente al 30,6%, mientras que el consumo de alcohol se mantiene en un 35,6%, en cambio el consumo de tabaco mantiene su tendencia decreciente con sólo un 7,3% – ha caído a la mitad en los últimos 10 años-, mientras que el consumo de cocaína está estabilizado en un 3,6% y el pasta base se mantiene en un 2,3%.

Pero para comprender el significado de esas cifras, bueno es comparar los consumos de alcohol y drogas de los escolares con los recogidos por el Décimo Estudio Nacional de Drogas en Población General (2012), tenemos que en éste, el consumo anual de marihuana es sólo de 7.1%, es decir el consumo escolar cuadruplica aquel, mientras que, y esto es lo sorprendente, el consumo de los adolescentes entre 12 y 18 años es de 6,7%, entonces hay una diferencia de cuatro y media veces entre el consumo escolar y el consumo adolescente, cuando se supone que son poblaciones similares, ya que casi toda la población escolar es adolescente y la mayor parte de estos están escolarizándose.

En el caso del consumo de alcohol, el escolar anual sería 63,0%, mientras que el de la población en general es de 40.8%, entonces, el escolar sería un 54% mayor, en comparación con el adolescente, que sólo es de 18,1%, el escolar sería 3,5 veces mayor. En cocaína el escolar sería 3,6% y el adolescente 0,3%; en PBC el escolar sería 2,3% y el adolescente 0,2%. En tabaco el escolar es 41,3%, el adolescente 6,4% y el general 21,9%. Esta poca consistencia entre los consumos de la población escolar y el grupo etáreo que le corresponde debería ser aclarada por SENDA.

La explicaciones sobre altos consumos escolares son atribuidas en el estudio en referencia a una baja percepción del riesgo, a una fácil disponibilidad y acceso a ellas, a un bajo nivel de desaprobación parental ante su uso, a la venta y uso de drogas en los colegios y sus entornos, a lo que últimamente se ha agregado el concepto de “despenalización social y cultural” de la marihuana como causa de la disminución de la percepción de riesgo entre los escolares y sus entornos familiares y sociales, debido a los debates internacionales y nacionales que han motivado la regularización de la provisión y consumo de la marihuana en la República Uruguay y en varios estados de los Estados Unidos de América.

Si realmente se quiere prevenir el consumo de drogas hay dos caminos de investigación a seguir: primero, saber cuál es la función de utilidad que las drogas tienen para sus usuarios, que necesidades les satisface y que deseos les gratifican a ellos, sólo se podrán proponer prácticas preventivas y terapéuticas si se sabe qué es lo que las drogas les da. Asimismo, segundo, debemos comprender cuales son los motivos por los cuales los usuarios de drogas tienen una baja tasa de adherencia a ellas. Si bien entre los escolares en alcohol solamente el 21,9% lo abandonó y en marihuana el 17,7% lo hizo, en cocaína el 40% la dejó y en PBC el 45% también. Pero, si verificamos las tasas de abandono entre la población en general, ya que al fin y al cabo los adolescentes escolares devendrán adultos, tenemos que 81% de quienes usaron cocaína alguna vez en su vida han abandonado su consumo, el 79% de los que usaron PBC han dejado de hacerlo y 69% de quienes usaron marihuana tampoco ya la usan; en cambio, solamente el 19% de los que usaros alcohol y el 34% de quienes fumaron tabaco dejaron de hacerlo. Aquellos que abandonaron el uso de las drogas prohibidas tienen saberes que son imprescindibles y que deben ser sistematizados para desde allí diseñar estrategias y programas de prevención de drogas que sean eficaces en sus resultados y eficiente en el uso de los recursos.

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

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