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La reforma de los estudiantes o el maquillaje de la Nueva Mayoría

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Daniela Carvacho
Por : Daniela Carvacho Estudiante de Historia Universidad Católica. Encargada Política base Universidad Católica UNE Chile
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El progresismo desaliñado de la NM sigue mostrándose como la única alternativa frente a la derecha, como si esta no existiera y mandara dentro del propio gobierno. Que el escenario cambie a nuestro favor depende de todas y todos. Debemos retomar el impulso y la movilización, y ser protagonistas para que de una vez por todas sea el Movimiento Social el que dé las claridades.


Durante las últimas semanas, gran parte del debate en torno a Educación se ha centrado en el Plan de Participación Ciudadana y nuestra permanencia o no en el mismo. El 23 de agosto, en una controvertida sesión, los estudiantes decidieron seguir en dicho Plan a condición de evaluar semana a semana su permanencia en éste, que finalmente sería rechazado el sábado 30 de agosto, desatando todo tipo de polémicas y acusaciones de sectores oficialistas, que finalmente buscan socavar la legitimidad de la Confech y del Movimiento Estudiantil, responsabilizándonos de la evidente derechización de la reforma.

De esta manera, se ha perdido el foco de lo que hoy debe importarnos. Esto es, la encrucijada que enfrenta una futura reforma educacional que, en función de cómo se ha configurado el escenario, tendrá que resolverse o a favor del empresariado –fielmente representado en el gobierno– o a favor del Movimiento Social por la Educación.

Y esta afirmación no es antojadiza. El contenido de la “reforma” impulsada, con quiénes se ha trabajado efectivamente y cómo se ha hecho, son elementos que dan cuenta de que mientras el gobierno trata de jugar como mediador entre los intereses del empresariado de la educación y el Movimiento Estudiantil, avanza la derechización de la reforma no porque los estudiantes no marchen, sino porque este gobierno nunca tuvo intención alguna de llevar a cabo una reforma estructural. No en vano su programa era tan ambiguo: las grandes consignas y rimbombantes anuncios son un buen canto de sirena cuando se trata de desorientar al movimiento social, pero las reformas estructurales no son del gusto de Luksic o Saieh.

Las y los estudiantes, debemos tener claros los aspectos que hoy nos hacen exigir un diálogo directo con el Ejecutivo, dejando claro que nuestras acciones no responden a una rebeldía infantil e inmadura.

[cita]El progresismo desaliñado de la NM sigue mostrándose como la única alternativa frente a la derecha, como si esta no existiera y mandara dentro del propio gobierno. Que el escenario cambie a nuestro favor depende de todas y todos. Debemos retomar el impulso y la movilización, y ser protagonistas para que de una vez por todas sea el Movimiento Social el que dé las claridades.[/cita]

Cuando el gobierno habla de educación gratuita y fin al lucro, inmediatamente hemos de señalar que la regulación/fiscalización del mercado en la educación, junto con la mantención y perfeccionamiento de lógicas subsidiarias, además de la total inexistencia de iniciativas dirigidas a fortalecer Educación Pública, y los recientes dichos acerca de que la reforma no afectaría a colegios particulares subvencionados, distan bastante de la apuesta del Movimiento Estudiantil por avanzar en una reforma estructural que comprenda a la Educación como Derecho Social y al Estado como su garante. Y es que si ese fuera el foco del gobierno, la prioridad estaría puesta en reconstrucción de Educación Pública, y no en su asesinato vía subsidio a la educación mixta, esta vez pagado no por nuestros padres, sino directamente por el Estado; si el foco fuera otro, empezaríamos a hablar de la glosa presupuestaria y el aumento del presupuesto de las universidades estatales, especialmente regionales; y discutiríamos sobre una agenda democratizadora que vaya más allá de la derogación del DFL2.

Pero eso es difícil, cuando la autodenominada “Nueva” Mayoría prefiere llegar a acuerdos con el empresariado de la educación y sus brazos organizados en la sociedad civil, tal como lo hizo en el Plan de Participación, donde sentaba a una misma mesa –y con igual peso– a los actores del Movimiento Social por la Educación, frente a grupos corporativos como la Corporación Nacional de Colegios Particulares de Chile (CONACEP), Confepa, IPs y CFTs acreditados que lucran y representantes de Universidades privadas hoy investigadas por lucro.

Cuando el gobierno es interpelado a establecer un diálogo y negociación directa con el Movimiento Social por la Educación –es decir, con los secundarios, profesores y trabajadores de la educación–, esta posibilidad se rechaza bajo la excusa de que “hay que escucharlos a todos”. Sin embargo, no hubo problema en cocinar la reforma tributaria con la supervisión de Awad y el empresariado nada más.

Hoy somos tratados como un grupo de interés más, y no lo aceptaremos. Mientras algunos se dedican a deslegitimar a la Confech, acusando un actuar antidemocrático, y quieren hacer del Movimiento Estudiantil un banco de bonos de legitimidad para la NM, cabe preguntarnos por el silencio cómodo que guardan, ante un gobierno que actúa deshonestamente de espaldas a las grandes mayorías del país, y opta por cocinar la reforma educacional con la derecha, estableciendo protocolos de acuerdo sobre la base de una política de los consensos que niega el conflicto existente, demostrando que nos gobiernan poderes que no hemos elegido.

Las demandas históricas del Movimiento Social por la Educación se han cristalizado en la propuesta de crear un Sistema Nacional de Educación Pública que responda a una Estrategia Nacional de Desarrollo definida democráticamente por las grandes mayorías. No vamos a renunciar a ello, pues nuestra lucha no es por ajustes y perfeccionamientos del mercado educativo. Nos hemos movilizado por una reforma estructural, y el Ejecutivo debe estar dispuesto a establecer una mesa de diálogo directo y vinculante con el Movimiento Social por la Educación, que asegure una agenda corta y a la vez permita establecer los principios de una reforma que deberá trabajarse a largo plazo, y cuya prioridad sea el fortalecimiento de la Educación Pública, mediante financiamiento directo y de libre disposición, y la democratización de los espacios educativos.

El progresismo desaliñado de la NM sigue mostrándose como la única alternativa frente a la derecha, como si esta no existiera y mandara dentro del propio gobierno. Que el escenario cambie a nuestro favor depende de todas y todos. Debemos retomar el impulso y la movilización, y ser protagonistas para que de una vez por todas sea el Movimiento Social el que dé las claridades.

El gobierno debe tomar una decisión, pues no se puede dejar contento al empresariado de la educación y al Movimiento Social al mismo tiempo, porque los intereses en juego son irreconciliables. Una verdadera Reforma que haga de la educación un derecho, sólo es posible si se hace en los términos del Movimiento Social. O maquillaje neoliberal o educación como derecho social, he ahí el dilema.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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