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Una vieja pero interesante discusión

Cristóbal Ruiz Tagle
Por : Cristóbal Ruiz Tagle Director de Estudios de IdeaPaís
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El debate que comúnmente se suele reducir a “más o menos” mercado, está dentro de uno de más larga data, donde, por un lado, está en juego una visión liberal de la persona, en que la autodeterminación es válida para lograr un orden social, y, por otro, una visión antropológica que no se entiende ajena a la sociabilidad del hombre y un orden social, el cual comprende la realización del hombre en comunidad.


Hace algunas semanas se realizó en el ex Congreso Nacional la jornada titulada “El proyecto político de la centro derecha y sus nuevos desafíos”, en la cual se reflexionó sobre la esencia misma de la derecha chilena. Lo cierto es que detrás de esta reflexión existe un debate antiguo que apunta a dar solución a la pregunta: ¿es posible lograr un proyecto político sólido que congregue a las distintas almas que conviven dentro de lo que actualmente se conoce como la derecha?

Con el objetivo de aclarar el panorama, es que el año pasado se reeditó –en una alianza entre la Fundación para el Progreso y el Instituto ResPública- el libro Raíces Cristianas de la Economía de Libre Mercado, del profesor Alejandro Chafuén. En éste, se sostiene que la visión que congrega a los liberales modernos está en sintonía con las enseñanzas del cristianismo, punto que, la razón y la historia, nos señala como esencial para solucionar la pregunta inicial. Los argumentos en los que se basa este trabajo para sostener que existen fuertes puntos de encuentro entre las enseñanzas del cristianismo y el libre mercado –más precisamente la ética capitalista– están en estudiar cómo se entienden ciertos elementos cruciales del mercado, como lo son la libertad, la justicia y la propiedad, y cómo estos se conjugan con lo que sostienen los cristianos.

A la luz de esta publicación, y teniendo en consideración cuáles son las principales enseñanzas que emanan de la tradición cristiana, investigadores de IdeaPaís, realizaron una recensión que fue publicada en la Revista Chilena de Derecho en su edición de agosto, en la cual contrastan estas dos tesis y evalúan si honestamente existe tal compatibilidad.

[cita]El debate que comúnmente se suele reducir a “más o menos” mercado, está dentro de uno de más larga data, donde, por un lado, está en juego una visión liberal de la persona, en que la autodeterminación es válida para lograr un orden social, y, por otro, una visión antropológica que no se entiende ajena a la sociabilidad del hombre y un orden social, el cual comprende la realización del hombre en comunidad.[/cita]

Los principales aspectos en los cuales es necesario centrarse para evaluar si efectivamente esta hipótesis es correcta es, a juicio de estos investigadores, estudiar el concepto de justica que subyace bajo una lógica de libre mercado, la cual no se sostiene sino dentro de un sólido marco moral. La tesis de los referidos autores es que el cristianismo sí es compatible con el libre mercado –de hecho se valora como condición de desarrollo y plenitud–, sin embargo, para que esto sea posible se debe tener presente que el mercado es una herramienta, es un medio no absoluto, donde la forma en que se conciben ciertos factores que hacen posible que exista mercado no son ajenas de una dimensión moral.

De hecho, luego de estudiar la justicia y la propiedad, los autores muestran que la tesis del profesor Chafuén cuestiona la visión clásica de justicia y propiedad que ha venido sosteniendo la tradición cristiana desde hace 2000 años. La propiedad juega una función social fundamental, en lo cual se concuerda con el autor, sin embargo, pareciera que esta función se fundamenta desde visiones muy distintas; la propiedad, para el cristianismo, es un derecho que se entiende desde el principio del destino universal de los bienes y no desde una condición necesaria para sostener el sistema. Por su parte, la justicia se debe entender de manera más amplia de la que sostiene Chafuén. No basta con la dimensión conmutativa de la justicia, la cual se funda en el principio de intercambios libres, para definir un orden social justo, y la justicia distributiva, que se refiere a dar a cada persona según sus necesidades o condiciones particulares. También es necesario considerar que existe otro tipo de justicia que se refiere al ordenamiento social, la que hoy, en nuestro ambiente contemporáneo, es conocida como justicia social. Según la tradición cristiana, sólo en la medida en que se logre un sistema que pueda desarrollar estas tres dimensiones de la justicia, se podrá dar con un régimen bueno para los hombres.

Como vemos, el debate que comúnmente se suele reducir a “más o menos” mercado, está dentro de uno de más larga data, donde, por un lado, está en juego una visión liberal de la persona,en que la autodeterminación es válida para lograr un orden social, y, por otro, una visión antropológica que no se entiende ajena a la sociabilidad del hombre y un orden social, el cual comprende la realización del hombre en comunidad. Es posible encontrar elementos en común, sin embargo, es fundamental tener presente que para que se logre cierta compatibilidad que salve a los principios de ambas visiones, se deben tener presente los límites morales del mercado y conocer muy bien las formas de fundamentación de éste y sus elementos esenciales, porque, según sea la forma de justificación, será el criterio de juicio sobre ellas.

La implicancias prácticas de esta discusión son de suma importancia. Detrás de cómo fundamentemos las visiones antropológicas, están las respuestas políticas y sociales que lograrán estructurar un proyecto político que tenga eficacia. Preguntas del tipo: cómo se debería entender un sistema tributario justo, cómo entendemos el rol del empresariado a la hora de generar riquezas y definir los salarios, cuánto es la justa ganancia, y bajo qué principios la sostenemos, y otras muchas más, son el tipo de preguntas en las cuales es fundamental tener consenso para lograr el objetivo que el profesor Chafuén y sus seguidores chilenos, representados en las instituciones patrocinadoras, pretenden al congeniar ideas que, desde una perspectiva histórica, han parecido irreconciliables más allá de meras alianzas instrumentales.

La propuesta de buscar puentes de unión del profesor Chafuén es algo que se valora sobremanera. Sin duda, reflexionar sobre estos temas es un paso fundamental para lograr la respuesta de si una la alianza cristiano-liberal, tan añorada por algunos, en donde además se logre plasmar un sólido proyecto político que vaya más allá de lo instrumental, pueda ser posible.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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