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Padres: ¿egoístas y clasistas a la hora de elegir colegio?

Alejandra Falabella
Por : Alejandra Falabella Facultad de Educación U. Alberto Hurtado
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Quienes supuestamente representan “la voz de los padres” muestran una visión sesgada. En las investigaciones encontramos madres y padres en tensión, con dilemas y contradicciones éticos y valóricos entre lo que desean y lo que les ofrece el modelo actual. No es que los padres sean a priori sujetos egoístas o clasistas, sino que juegan con las reglas que la institucionalidad política define.


En medio del debate de la reforma educacional –fin al copago, lucro y selección– y frente a los dichos de la Confepa, se ha perfilado la idea de padres y madres de sectores medios –a los que atienden colegios privados subvencionados–, como sujetos individualistas, férreos opositores a la reforma, defensores de un modelo segregador que les asegure, por todos los medios, el bienestar de sus propios hijos.

En esta columna contraargumento esta visión simplista de las supuestas preferencias de los padres, quienes muchas veces viven de forma tensionada la segregación socioeducativa del actual sistema escolar.

Los resultados de algunos estudios realizados junto a otros investigadores en CEPPE muestran que madres/padres, por medio de la elección escolar, efectivamente, activan sofisticadas estrategias de asociación con ciertas redes sociales y a la vez realizan procesos de diferenciación, en términos de clase social, creencias y estilos de vida en general.

Lo que está en juego en la decisión no se define por un puntaje en una prueba o una noción estandarizada de calidad, sino que está al centro la identidad y posición social de la familia y un proyecto de futuro que desean construir para su hijo/a.

Durante el proceso de elección se constata un temor al otro respecto a cómo éste puede afectar o contribuir a la formación de su propio hijo/a. De este modo, los padres con mayor ventaja en el mercado escolar local tienden a otorgarle una alta valoración a las políticas de selección y al copago, como “filtros” para asegurar a su hijo/a un espacio de pertenencia y una trayectoria académica y formativa favorable.

No obstante, mientras encontramos una cierta tolerancia a la selección y exclusión, ello se mezcla con críticas al sistema, culpas y sensación de injusticia. Lejos de la idea de una “libre elección”, las madres/padres viven importantes ansiedades y angustias al respecto. Despliegan diversos esfuerzos y tácticas, y sufren muchas veces sentirse discriminados y de exponer a sus hijos/as desde tan pequeños a ser evaluados y categorizados como alguien aceptable o no aceptable por un establecimiento educativo.

Se evidencia a la vez que madres y padres expresan preocupación por la segregación y exclusión que viven sus hijos u otros. Varios de los entrevistados de clases medias valoran la heterogeneidad social para sus hijos e hijas: “Que no sean cuicos”, “que sepan valorar lo que tienen”, “que aprendan a convivir con otros distintos a él”, aunque consideren que dicha heterogeneidad también tiene “riesgos” en los itinerarios formativos de sus hijos.

Se aprecian también voces nostálgicas respecto a la propia niñez de los padres, aludiendo a la época en que asistían a la escuela del barrio, en un contexto menos competitivo y amenazante; una época en la que elegir una escuela no era un problema. Y especialmente en regiones emerge con mayor fuerza el recuerdo y valor de experiencias escolares de mayor diversidad social.

Por ende, quienes supuestamente representan “la voz de los padres” muestran una visión sesgada. En las investigaciones encontramos madres y padres en tensión, con dilemas y contradicciones éticos y valóricos entre lo que desean y lo que les ofrece el modelo actual.

No es que los padres sean a priori sujetos egoístas o clasistas, sino que juegan con las reglas que la institucionalidad política define.

Cambiar esta situación, es cambiar el lugar en el que se sitúan a las madres/padres frente a un esquema competitivo en que la responsabilidad y el riesgo de una buena o mala decisión están puestos a nivel individual, en contraposición a una lógica de entender la educación como un bien público y una responsabilidad colectiva.

* Los estudios mencionados han sido desarrollados junto a Alejandro Carrasco (PUC), María Teresa Rojas (UAH) y Manuela Mendoza (CEPPE).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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