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No quiero ser Finlandia

Carlos Ruz
Por : Carlos Ruz Director de Fundación MauleScholar
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Finlandia y todo su sistema escolar funcionan porque su sociedad no tiene los vicios que tenemos en Chile, no tiene una Constitución hecha en una sangrienta dictadura, no basa su economía en la venta de materias primas, ni es especulativa-mercantil, y lo más trágico, no considera a su gente un “cliente”, sino un ser humano con derechos y dignidad.


Distintas personalidades de gobierno, parlamentarios, y personas “influyentes” en Educación, han estado visitando Finlandia con el fin de conocer su sistema educativo, elementos principales y procesos de trabajo, con el objetivo de poder desarrollar algunas de estas instancias en la Reforma Educacional que la Presidenta Michelle Bachelet se encuentra liderando en estos meses, bajo el trabajo del ministro de Educación Nicolás Eyzaguirre y su equipo.

Una de las primeras cosas que resultan llamativas es que, nuevamente, se viaje a dicho país para “aprender” cómo lo hacen y, así, mejorar el sistema educativo local. Curioso, también, que tanto parlamentarios como los “influyentes” invitados declaren en sus cuentas de redes sociales, por ejemplo, Twitter, como grandes novedades lo que han observado allá, lo genial de sus encuentros y reuniones. Simplemente, es bastante patético por decir lo menos. También, resulta interesante ese sentido de “descubrir la rueda” que han expresado autoridades, cuando se está en pleno proceso y discusión de la primera etapa de la Reforma Educacional. Todo ello, en resumen, no deja de ser llamativo, por decir lo menos.

Lo cierto es que, nuevamente, este tipo de viajes constituye un paseo más de diferentes personas, que se llenarán la boca con miles de cosas, hazañas vistas y comparaciones irrelevantes y estériles. Lo importante no es el viaje a Finlandia ni quienes fueron (lo cual tampoco nos sorprende, ya que acá se pagan favores y amistades de poder), sino que se manda al bote de la basura todo lo que existe en Chile, se pone de manifiesto la tremenda ignorancia del sistema educativo local, se reduce falazmente la situación dada y, lo peor, en unos meses más, esto no será más que una anécdota de la ruta de cambio. Es el triunfo de la tecnocracia en Educación.

[cita]Finlandia y todo su sistema escolar funcionan porque su sociedad no tiene los vicios que tenemos en Chile, no tiene una Constitución hecha en una sangrienta dictadura, no basa su economía en la venta de materias primas, ni es especulativa-mercantil, y lo más trágico, no considera a su gente un “cliente”, sino un ser humano con derechos y dignidad.[/cita]

Lo que importa en este momento es que se cae, como siempre, en esa imagen mental de la persona que quiere tener todo lo del vecino, pero sin sacrificarse, sin el menor esfuerzo, sin entender que, para llegar de A a B, debo conocer varias cosas y transitar el camino. No, acá está tan arraigado el “modelo”, que se cree que colocando recursos y haciendo ajustes de “gestión”, como en una empresa, la Educación mejorará en 4 años, como dijo a una radio el ministro Peñailillo. Eso es, simplemente, una mentira a la ciudadanía.

Nuestro país tiene todo (y no es exageración) para tener un sistema educativo de calidad. Esta afirmación no es romántica ni tampoco simple demagogia, sino que surge a partir de evidencia por años y experiencias de recorrer muchos lugares de Chile. El problema no es ni la infraestructura, ni los profesores (aunque no me crea), ni los estudiantes, ni los materiales, ni el currículo (como dijo uno de los “influyentes” en esta semana), sino que algo mucho más profundo y delicado: la sociedad que tenemos.

Finlandia y todo su sistema escolar funcionan porque su sociedad no tiene los vicios que tenemos en Chile, no tiene una Constitución hecha en una sangrienta dictadura, no basa su economía en la venta de materias primas, ni es especulativa-mercantil, y lo más trágico, no considera a su gente un “cliente”, sino un ser humano con derechos y dignidad.

Por esa razón, es que yo no quiero ser Finlandia, quiero ser Chile. Quiero que en mi país hagamos de una vez las cosas bien. No quiero que mi gente tenga que hacer completadas y bingos para comprar un medicamento, no quiero que las familias tengan que estar pagando por una educación de calidad, no quiero que las personas tengan una salud tan miserable como la que tiene el 80% de la población, no quiero que se les discrimine por su etnia, color de piel, sexo, condición sexual o localidad de origen. Mientras no cambiemos la esencia fundamental de la sociedad chilena, jamás tendremos una Educación de calidad, ni Salud digna para su gente, ni trabajo decente para sus ciudadanos.

Si queremos ser desarrollados, el único camino es cruzar esos “infiernos” que vivió Virgilio en la Divina Comedia de Dante. No hay caminos cortos, no hay atajos, solo sangre, sudor y lágrimas, como dijo Churchill hace 70 años.

Por dicha razón, no quiero ser Finlandia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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