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¿Dónde está el Instituto Pedagógico? Argumentos del pasado que no convencen

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Por: Tatiana Díaz, Directora de Investigación UMCE


Señor Director:

El domingo 16 de noviembre, en la sección Cartas al Director del diario El Mercurio, se publicó una misiva del ex rector de la Universidad de Chile, Víctor Pérez, en la que una vez más insta al gobierno a reintegrar a la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, UMCE, a la que fuera su casa de estudio de origen, la Universidad de Chile. En su carta el ex rector Pérez alude a hechos históricos ciertos, tales como que “los argumentos políticos, ideológicos, económicos y mercantiles que tuvo la dictadura para cercenar de la Universidad de Chile al Instituto Pedagógico” fueron ilegítimos, espurios y epistemológicamente errados. Sin embargo, otros de los argumentos aludidos reflejan el aparente desconocimiento de lo que ha sido el devenir histórico de la UMCE en estas últimas tres décadas. Cuando se afirma, por ejemplo, que el “Instituto Pedagógico combinaba de manera pionera y a alto nivel la formación pedagógica con la formación en las disciplinas a enseñar”, se deja entrever falazmente que esto dejó de hacerse desde el momento en que la UMCE se desconecta de la Universidad de Chile, desconociendo precisamente que esta articulación entre la pedagogía y el contenido disciplinar de la enseñanza ha sido uno de los sellos distintivos de los distintos modelos formativos que ha implementado la Universidad Metropolitana en los 33 años desde su desvinculación.

La UMCE sigue siendo un referente para la formación de profesores, así lo demuestran los estudiantes que año a año han optado por estudiar en sus aulas, concentrando los mejores puntajes de las carreras de pedagogía, mejorando paulatinamente los estándares de acreditación de sus carreras, o instalando sistemas de aseguramiento de la calidad que permiten dar cuenta del cumplimiento del pacto social entre la institución y sus estudiantes.

Puede ser que la desvinculación del ex Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile haya “dañado severamente la calidad de la educación pública”, tal como lo afirma el ex rector Pérez, pero ha sido precisamente la UMCE la que ha defendido de manera intransable los principios de lo público sobre lo privado; ha sido la Universidad Metropolitana la que tozudamente ha seguido formando maestros para especialidades que el currículo escolar oficial y otras instituciones de educación superior han desechado, como Pedagogía en Francés o Alemán, por resultar poco rentables; ha sido la UMCE la pionera en promover la integración de personas con capacidades diferentes a la educación superior; desde las aulas de la UMCE surge el primer Diccionario de Lengua de Señas de Chile y hoy ya se habla de la cultura sorda. En un sistema de educación superior desregulado, en el que las universidades públicas deben competir por recursos de manera desigual y en un escenario de abandono del rol Estado en materia de formación de profesores, la UMCE ha hecho mucho más que subsistir.

Con las afirmaciones del ex rector Pérez pareciera que la defensa concreta de la educación pública, más allá de lo meramente discursivo, no hubiese sido posible sin estar al alero de la Universidad de Chile. La historia de los últimos 33 años muestra, prístinamente, cómo se ha dado dicha batalla. Pasado el tiempo, ya no se trata de llevar forzosamente a las comunidades de ambas casas de estudio a una disyunción sobre legitimar o no los argumentos de una dictadura feroz; no se trata de afirmar que el éxito de la reforma educacional solo se hará posible si la UMCE desaparece y se “resucita” al Instituto Pedagógico de la U de Chile. Se trata de dar un paso adelante relevando la formación de maestros al nivel que todos los discursos políticos declaran, se trata de ser consecuente y tener como prioridad de Estado a la formación de profesores en la institución que ha sabido mantener viva el alma del Instituto Pedagógico.  

Tatiana Díaz

Directora de Investigación UMCE 

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