Publicidad
Laurence Maxwell… Ya es tiempo Opinión

Laurence Maxwell… Ya es tiempo

Dino Pancani
Por : Dino Pancani Doctor en Estudios Americanos
Ver Más

Fuimos una generación combatida y odiada por la Dictadura, ofendida e ignorada por la nueva democracia, suerte mala que compartimos con muchos otros movimientos sociales, pero que el tiempo y la porfía de la memoria ha vuelto a darnos una ubicación secundaria.


Me une con Laurence Maxwell una vida vigorosa y difusa (estado propio de la memoria) y trozos luminosos de un tiempo en que nos distinguíamos por ser una generación que tenía sueños colectivos, un compromiso social urgente y una identidad juvenil que se mezclaba entre la adultez prematura y el goce reprimido: nuestro anhelo de cambio nos convocaba a ser serios.

Las luchas en contra de la Dictadura que protagonizamos un millar de niños/jóvenes, se sustentó en la voluntad de ser “dinamizadores” del retorno a la democracia; esa utopía nos hizo aceptar convivir con la tragedia y ofrendar nuestra vida, rebelándonos a civiles y militares.

Laurence simboliza y sintetiza ese sentir, le da carne y orgullo. Laurence era el dirigente público que con su tono sereno y seguro se convirtió en el ejemplo del militante social, unitario, coherente y arrojado. Aquella voz y reflexión era esperada y valorada en la asamblea.

Después de la derrota de la Dictadura, vino la diáspora: para unos significó la huida y para otros, la liberación corpórea de los partidos políticos que dejaron de representar la forma y el fondo de la lucha iniciada. Algunos mantuvieron modos radicales como opción para construir un poder más justo; un puñado de jóvenes se sintió convocado por causas ambientalistas y movimientos sociales internacionales. Finalmente, en su mayoría, nos replegamos a los barrios y al trabajo y/o a las universidades, casi por instinto se quería resistir al estereotipo del joven simbolizado con la frase “no estoy ni ahí”. Estábamos ahí, pero invisibilizados.

[cita]De alguna manera, la detención de Laurence en el contexto del asesinato y desaparición de 43 jóvenes estudiantes mexicanos nos devuelve a aquellos años, nos recuerda la arbitrariedad abusiva de las autoridades, el fallido intento de un Estado por legitimar su descomposición y las prácticas miserables para ocultar sus crímenes.[/cita]

Esta dispersión potenció la búsqueda de Laurence y de otros jóvenes que a través del arte y la cultura expresaban desconcierto y descontento; ubicarse al borde era la consigna y construir y construirse era el camino. Música, libros y audiovisuales son parte de la búsqueda conocida de Laurence y, entonces, se volvió incómodo y molesto para la nueva institucionalidad.

Fuimos una generación combatida y odiada por la Dictadura, ofendida e ignorada por la nueva democracia, suerte mala que compartimos con muchos otros movimientos sociales, pero que el tiempo y la porfía de la memoria ha vuelto a darnos una ubicación secundaria.

Poco nos vimos y poco nos hemos visto desde esos años, nos hemos congregado en creaciones corales como el documental Actores Secundarios, en fechas y lugares que nos recuerdan a los que partieron, y en triunfos públicos de amigos que hoy toman decisiones políticas y sociales marcadas por el espíritu de justicia de aquellos años.

De alguna manera, la detención de Laurence en el contexto del asesinato y desaparición de 43 jóvenes estudiantes mexicanos nos devuelve a aquellos años, nos recuerda la arbitrariedad abusiva de las autoridades, el fallido intento de un Estado por legitimar su descomposición y las prácticas miserables para ocultar sus crímenes.

Laurence no sólo invita a mirar su vida (acto involuntario), también nos propone visionar y hurguetear en la nuestra, Laurence representa el éxito de un modo de ser, una búsqueda que conmueve, un construir desde el amor y por el amor. Laurence es un hombre digno, un creador, un amigo que respetamos por su humanidad y coherencia, un ciudadano que debe recuperar su condición de hombre libre.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias