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Las nuevas formas de participación política en Chile

Sebastián Massa
Por : Sebastián Massa Cientista Político y Diplomado en América Latina, Desarrollo y Cultura: Desafíos de la Globalización.
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El contraste entre el debilitamiento de las instituciones públicas y la revitalización de nuevas formas de participación reflejaría que las formas de ejercicio ciudadano se dan en un escenario diferente al de antaño, puesto que el ejercicio del poder muchas veces se da a través de presiones mediáticas (on-line) que tienen resonancia en la agenda pública o simplemente como efecto de bola de nieve, que es provocado por los procesos espontáneos de una red social digital y que actuaría como una caja de resonancia de emociones que son despertadas por malas decisiones públicas, acciones contrarias a la ética de un buen representante, entre otros aspectos. En definitiva, formas de ejercicio ciudadano que fomentan el accountability y la probidad en la esfera pública.


Hace pocos días fue presentada la encuesta Adimark y CEP correspondiente al mes de noviembre del año 2014. Los resultados, que por lo demás fueron poco auspiciosos para la clase política, evidencian la crisis en la que están inmersas los mecanismos formales de la democracia liberal representativa chilena: un 53% de los encuestados no está interesado en la política, un 50% no se identifica con ninguna coalición política y un 57% no se identifica con ninguna tendencia política, es decir, ni con la Nueva Mayoría ni con la Alianza.

La opinión pública en Chile no ha cambiado significativamente de manera positiva, demostrando una vez más el declive constante de la desconfianza y el interés por la política tradicional, entendida como las modalidades formales por donde es posible ejercer la participación política. Sin embargo, lo que si demuestran los estudios, es que las formas de ejercer participación en la esfera pública han cambiado fuertemente, donde más personas están expresando su opinión política mediante Internet y más gente participa por mecanismos no convencionales que escapan a las lógicas partidarias.

En efecto, los cambios en la cultura política, y por tanto de la participación política, podrían obedecer eventualmente a que las personas no encuentran en los actuales mecanismos de participación formas de incidencia en los asuntos públicos. Ya el informe de la Auditoría a la Democracia del PNUD (2014) diagnosticó que son escasas las herramientas que tienen las personas para participar en la vida pública, apuntando directamente a las normativas jurídicas vigentes (insuficiencia de un marco legal que permitan participar activamente a través de plebiscitos a nivel nacional-local, iniciativa popular de ley o referéndum de revocación de mandato), al tipo de sistema electoral (poco representativo) y al tipo de sistema de partidos (que no favorece la democracia interna e impide que las mujeres puedan tener cuotas de poder).

[cita]El contraste entre el debilitamiento de las instituciones públicas y la revitalización de nuevas formas de participación reflejaría que las formas de ejercicio ciudadano se dan en un escenario diferente al de antaño, puesto que el ejercicio del poder muchas veces se da a través de presiones mediáticas (on-line) que tienen resonancia en la agenda pública o simplemente como efecto de bola de nieve, que es provocado por los procesos espontáneos de una red social digital y que actuaría como una caja de resonancia de emociones que son despertadas por malas decisiones públicas, acciones contrarias a la ética de un buen representante, entre otros aspectos. En definitiva, formas de ejercicio ciudadano que fomentan el accountability y la probidad en la esfera pública.[/cita]

Con respecto a esto último, no es que a las personas no les interesen los asuntos públicos (como señalan algunos), sino que la forma en cómo se acercan a ellos es lo que cambia. Vale decir, estamos en presencia de nuevas vinculaciones con los asuntos públicos que se están dando a través de deliberaciones y conversaciones por y a través de las redes sociales digitales e Internet propiamente tal. ¿La razón del por qué más deliberaciones vía Internet y red social digital?La apertura de canales de comunicación que promueven la horizontalidad, rompiendo con el clásico modelo comunicacional en donde los roles estaban claramente diferenciados: un emisor que “emite” el mensaje y un receptor que “recepciona” jerárquicamente dicho mensaje en un contexto determinado. Lo anterior rompería entonces con la forma en que los actores institucionales conciben la comunicación política, donde ya las personas son emisores y receptores simultáneamente, comparando información e incorporándose al debate público de otra manera, particularmente en el caso de los jóvenes, que no se inhiben en dar opiniones y que se movilizan por causas más genéricas (a propósito de los valores post-materialistas), dejando en mayor o menor grado la clásica forma de participación electoral.

El contraste entre el debilitamiento de las instituciones públicas y la revitalización de nuevas formas de participación reflejaría que las formas de ejercicio ciudadano se dan en un escenario diferente al de antaño, puesto que el ejercicio del poder muchas veces se da a través de presiones mediáticas (on-line) que tienen resonancia en la agenda pública o simplemente como efecto de bola de nieve, que es provocado por los procesos espontáneos de una red social digital y que actuaría como una caja de resonancia de emociones que son despertadas por malas decisiones públicas, acciones contrarias a la ética de un buen representante, entre otros aspectos. En definitiva, formas de ejercicio ciudadano que fomentan el accountability y la probidad en la esfera pública.

En consecuencia, estas nuevas formas de participación deben ser tomadas en cuenta a la hora de realizar un análisis o diagnóstico sobre la crisis de los mecanismos de la democracia chilena, en un contexto donde cada día son más las personas registradas en redes sociales digitales (comentando fotos, videos o comentarios) y menos son las personas que están dispuestas a votar en alguna elección.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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