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Los justicieros de Chile

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Por: Juan Pablo Venegas y Rafael Rodríguez


 

Señor Director:

El video que muestra a un carabinero disparando a un joven de 16 años ha sido tema en todas partes. No se conoce la versión oficial, pero se dice en redes sociales que éste había cometido un delito contra la propiedad, dado a la fuga con exceso de velocidad y atropellado a un oficial. El tema fue trending topic y la mayoría de los comentarios en la web eran de felicitaciones y apoyo al carabinero, además de comentarios en contra de la justicia en general y, sobre todo, descalificaciones a los ladrones y flaites. El video se suma a otras publicaciones en el último tiempo, las que generaron reacciones parecidas, las más recordadas son las detenciones ciudadanas y el caso de la defensa propia de una víctima contra su victimario, la que incluyó una puñalada al delincuente y no sólo uno, sino dos atropellos como castigo por haberle robado.

Chile es un país de justicieros, varios saben cómo se debe hacer justicia y cuáles son las condenas más adecuadas para cada tipo de delito. Saben tan bien cómo solucionar los problemas sociales, que hasta pueden tomar la justicia por sus propias manos, independientemente de si ésta incluye humillar, golpear, masacrar o matar a alguien que cometió un delito contra la propiedad. Porque sí, los justicieros son abogados defensores, fiscales y jueces de todas las causas y ahora también son Carabineros y Policía de Investigaciones y las más de las veces expertos en temas variados como economía, educación, criminología, salud y artes plásticas. Son todo el poder de la ley, de la fuerza y de las ciencias.

Antes de seguir con esta carta, sería interesante saber cuántos de los justicieros que están de acuerdo con matar a todos los flaites que roban, también son de los que se manifiestan en las redes sociales apoyando al menos uno de los siguientes hashtag; “#abortoesviolencia”, “#derechoshumanos”, “#desigualdad”, “#asambleaconstituyente”, «#jesuischarliehebdo” y “#nomasejecucionesdelestadoislamico”.

Bueno, volviendo al tema, si la sociedad acepta que la justicia se haga por sus propias manos, entonces que se haga justicia en su justa medida. Si el delito contra la propiedad merece la muerte, qué deberían hacer los justicieros con los que cometen los siguientes hechos y/o delitos:

La colusión de las farmacias, de las empresas de pollos y de transporte, el caso Cascadas, el de Penta con todas sus aristas, Inverlink, y el MopGate, los reajustes unilaterales de deuda de La Polar y de los planes de las Isapres, la subida de sueldos arbitraria de los parlamentarios, la lluvia de las casas COPEVA, que no baje el pasaje del Transantiago cuando baja la bencina, que los familiares de los políticos actuales sean los políticos del futuro, que no haya línea de Metro en varias de las comunas del poniente de Santiago, que las carreteras vayan por túneles en el barrio alto y separen a los barrios pobres, que Tunquén y Tantauco sean parques protegidos por Fast Track, que se manipulen autopsias y se abuse del derecho para que un privilegiado sea declarado inocente, que Johnny Herrera haya vuelto a manejar con alcohol, que las listas de espera en salud pública sean de hasta de 3 años, que existan funcionarios públicos que son sólo operadores políticos, que barras bravas sean dueñas de los estadios y trabajen en las cuadrillas de campañas senatoriales, que se siga lucrando en las universidades a través de las inmobiliarias, que se usen argumentos falsos para justificar el lucro en la educación escolar, que exista una cárcel especial para violadores de derechos humanos, que existan mecanismos legales para pagar menos impuestos de los que se deberían, que los delitos económicos no tengan pena de cárcel, que personas se cuelguen de la luz y del TV Cable, que los delitos de financiamiento irregular de campaña prescriban en un año, que mapuches quemen a parceleros, que el Estado les haya quitado las tierras a los mapuches, que las empresas no tributen en las regiones donde generan los ingresos, que se quiera legalizar la marihuana cuando eso no explica los problemas de narcotráfico, sólo para que un par de parlamentarios puedan fumarse unos pitos tranquilos, que los microtraficantes de cocaína y pasta base estén presos y varios peces gordos estén fuera a vista y paciencia de las policías, no dar plata para la Teletón, que se construya un edificio de 70 pisos aunque afecte la estética de la ciudad y colapse el tráfico donde trabajan miles de personas, que gente se crea mejor que otros por haber nacido con más plata o con un apellido vinoso o de banquero, la violencia intrafamiliar, la falsificación de Rut de alumnos para cobrar la subvención escolar, el no pago del TAG, la construcción de un puente al revés, que se caiga un edificio durante el terremoto, la adjudicación de licitaciones públicas para luego declararse en quiebra, que no haya carretera hasta Punta Arenas, que nadie se haya hecho cargo de Alto Hospicio durante más de una década, dejar la luz prendida en la noche, que se sigan construyendo termoeléctricas, el gasto de agua en el Ice Bucket Challenge, que se estanque la inversión en el país para negociar la reforma tributaria y la laboral, los Multirut, no pagar la pensión de los hijos y gastar la plata en un carrete, que las AFP no asuman las pérdidas generadas por sus inversiones y sólo se las traspasen a los afiliados, que multimillonarios pongan su plata en paraísos fiscales, que la Iglesia haya protegido y proteja a abusadores sexuales y cualquier otra que se les ocurra mientras esté en el hashtag #justiciaciudadana.

A los valientes justicieros de Chile, ¡salgan de sus computadores! El país los necesita para hacerse cargo de las injusticias y delitos que Chile ha sufrido durante décadas y a veces siglos. Ustedes saben más que todos los jueces y legisladores de la historia y son más efectivos que cualquier policía. Son los pulentos, así que intervengan ahí donde la justicia no ha sido la respuesta que necesitamos. Agárrenlos a todos y pónganlos en una plaza pública y hagan con ellos lo que quieran. Pueden sacar ideas sobre torturas en la Comisión Valech o en la película El Mocito, pero ojo, que no les vaya a pasar que, por alguna circunstancia de la vida, cambien los que ajustician y a ustedes o a sus familias los metan dentro de la plaza también.

Juan Pablo Venegas
Rafael Rodríguez

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