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Por qué hacer ciencia made in Chile

Es por lo mismo que los científicos nacionales exigimos el desarrollo de una institucionalidad de las ciencias en Chile, junto con un aumento de los recursos destinados a la misma, pues en estos momentos nos encontramos bajo la media latinoamericana, para poder enfrentar de mejor manera los desafíos que como nación nos competen (y que no preocupan mayormente a la comunidad internacional).


¿Sabía usted que, entre las mujeres chilenas, el cáncer de vesícula es la segunda causa de muerte asociada a tumores? ¿O que entre los hombres chilenos es el cáncer de estómago la primera causa de fallecimiento por cáncer? Cuando contrastamos esta información con el contexto mundial, resulta curioso observar que mientras el cáncer gástrico ocupa solo el quinto lugar, el cáncer de vesícula biliar presenta una incidencia tan baja que no es incluida en las principales bases de datos internacionales de cáncer. En otras palabras, la comunidad científica internacional está enfocada en tumores de mayor relevancia mundial, como es el cáncer de mama o de pulmón, en desmedro de aquellos “menos” relevantes como el cáncer de vesícula. Este simple ejemplo pretende aclarar la importancia del desarrollo de Ciencia made in Chile, no solo desde la perspectiva económica, sino que también desde la perspectiva de la calidad de vida de las personas.

Recuerdo, hace poco tiempo en un programa de televisión abierta, la discusión entre los conductores del programa y un connotado científico, respecto a por qué invertir más recursos en Ciencia en nuestro país. Uno de los argumentos principales en contra de este postulado se basaba en la idea de que se puede importar conocimiento desde el extranjero, en vez de producirlo localmente. Sin embargo, a la luz del ejemplo anterior, este argumento pierde fuerza.

[cita]Es por lo mismo que los científicos nacionales exigimos el desarrollo de una institucionalidad de las ciencias en Chile, junto con un aumento de los recursos destinados a la misma, pues en estos momentos nos encontramos bajo la media latinoamericana, para poder enfrentar de mejor manera los desafíos que como nación nos competen (y que no preocupan mayormente a la comunidad internacional).[/cita]

Realizando una analogía, sería como suponer que con solo sintonizar un canal de noticias en el extranjero es posible entender lo que acontece en el país. Es posible que algunas noticias extranjeras tengan directa relación con nuestro entorno, pero para saber realmente lo que sucede en el país se necesita de un canal de noticias nacional. Lo mismo sucede en el ámbito científico.

Sin duda es viable importar conocimiento y tecnología, pero para avanzar realmente en temas científicos relevantes para los chilenos, se requiere el desarrollo de ciencia nacional que solucione nuestros problemas y nos permita superar nuestras adversidades. Y eso que solo hemos enfocado nuestro análisis en algunas patologías que afectan especialmente a los chilenos. Puesto desde una perspectiva económica, ejemplos como la contaminación de salmones con el virus ISA el 2007, con pérdidas por miles de millones de dólares, resaltan aún más la importancia del desarrollo científico nacional para nuestro país.

Es por lo mismo que los científicos nacionales exigimos el desarrollo de una institucionalidad de las ciencias en Chile, junto con un aumento de los recursos destinados a la misma, pues en estos momentos nos encontramos bajo la media latinoamericana, para poder enfrentar de mejor manera los desafíos que como nación nos competen (y que no preocupan mayormente a la comunidad internacional). Es de esperar que las autoridades, preocupadas en estos momentos de la calidad de nuestra educación, reflexionen sobre la importancia del desarrollo de la ciencia nacional, la base sobre la cual el conocimiento se construye, cuyo impacto no solo repercutirá en el ámbito económico, por lo general poco tangible por la sociedad, sino que también directamente en la calidad (y expectativa) de vida de todos los chilenos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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