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De la crítica al trabajo

Juan Luis Fuentes
Por : Juan Luis Fuentes Secretario Ejecutivo FECH
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Volvamos a impulsar una sociedad civil organizada, capaz de articularse en pos de transformar la misma sociedad en una donde no existan condenas de origen. Hagamos que el debate educacional se centre en una educación que sirva como herramienta para liberar a la persona de sus trabas tanto materiales como culturales, y pueda perseguir finalmente sus sueños.


Para el movimiento estudiantil, en el 2011 se marcó un hito histórico. Fue el año en que como estudiantes fuimos el centro de la atención al plantear un problema con mucha claridad y seguridad. Fueron meses de bastante movilización, no sólo con marchas, sino que además con un análisis y una reflexión sobre el sistema educacional y sus injusticias profundas, y llenas de participación. Como es natural, luego de un año lleno de desgaste –jornadas de discusión, paralizaciones y marchas multitudinarias agotadoras– fuimos decayendo poco a poco dentro del debate público.

Tras esta “caída”, me parece que el criticar a una u otra dirigencia de federación por el decaimiento del movimiento estudiantil es una posición bastante cómoda, porque no implica el mirarse a sí mismo. Otro camino para poder hacer un balance, es el de realizar una autocrítica. Y la verdad, este último nos golpea muy directo a quienes adherimos a ideales liberales. Nos emplaza directamente porque el hecho es que incluso, el mismo 2011, no fuimos parte del debate educacional. No existió mayor reflexión desde nuestros principios, lo que derivó naturalmente en no tener un discurso articulado y lo que nos dejó finalmente siendo meros espectadores ante quienes se tomaron las discusiones en serio y que, con rapidez, pasaron a la acción.

[cita] Volvamos a impulsar una sociedad civil organizada, capaz de articularse en pos de transformar la misma sociedad en una donde no existan condenas de origen. Hagamos que el debate educacional se centre en una educación que sirva como herramienta para liberar a la persona de sus trabas tanto materiales como culturales, y pueda perseguir finalmente sus sueños.[/cita]

Aquel traumático 2011, en donde nos vimos solos y desprovistos de cualquier argumento que no llevara a un mezquino ejercicio económico de maximización individual de beneficio, ciertamente provocó un cambio en varios de nosotros. El entender que las ideas son fundamentales, que el debate y la disputa política van más allá de fríos cálculos, hizo que volviésemos a pensar el camino que estábamos tomando. El fruto de este replanteamiento aún no lo podemos vislumbrar del todo, y muy posiblemente estemos lejos de verlo, pero la –ahora obvia– certeza que tenemos es que el costo de no hacernos parte responsablemente de los procesos sociales que suceden a nuestro alrededor es que nuestras ideas jamás sean escuchadas. Más aún, no impulsar o liderar una transformación de lo que consideramos injusto, es una tremenda irresponsabilidad.

Para este 2015 en curso, es necesario pararnos con la convicción de que cambiar nuestra sociedad es posible, y es un deber imperioso. Debemos dejar a un lado posiciones dogmáticas que nos dicen que las relaciones humanas están únicamente mediadas por un afán de maximización de utilidad, o que el Estado es una suerte de empresa-social en donde con tal de cumplir ciertos objetivos específicos no se escatiman en medios. Volvamos a impulsar una sociedad civil organizada, capaz de articularse en pos de transformar la misma sociedad en una donde no existan condenas de origen. Hagamos que el debate educacional se centre en una educación que sirva como herramienta para liberar a la persona de sus trabas tanto materiales como culturales, y pueda perseguir finalmente sus sueños. Pongamos al debate público en pos de este objetivo, escapando de verdades reveladas y de grupos iluminados.

Hagámonos parte y comprometámonos, desde tomar la palabra en una asamblea, hasta participar de una organización política o cultural. Logremos pasar ahora de la autocrítica a la acción, para no quedarnos ahora sólo en el discurso de la sociedad libre, sin trabajar por construir una.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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