Hace algunos días se celebró el Día Internacional de la Familia, en el cual las Naciones Unidas nos invita a reflexionar sobre cómo podemos promover un mejor conocimiento de los procesos sociales, económicos y demográficos que afectan a este importante núcleo de la sociedad.
Más allá de las diferencias de forma que pueden tener nuestras familias, si queremos fortalecerlas, debemos hacernos preguntas que muchas veces están a simple vista y que no siempre tienen que ver con la composición interna de ella, sino que tienen que ver con factores externos que favorecen o dificultan el óptimo desarrollo de este núcleo.
En este sentido, el entorno urbano donde viven las familias juega un rol muy importante en su desenvolvimiento natural. Es en el espacio público y en las áreas verdes donde estas pueden encontrar un espacio para recrearse, para encontrarse con ellas misas y compartir con otros, para disfrutar del contacto con la naturaleza, para crecer como familia e identificarse como parte de una sociedad.
Por lo tanto, para apoyarlas podemos comenzar con algo tan simple y evidente, pero aún al debe, como es incentivar la recuperación y construcción de plazas al interior de los barrios. El espacio público de calidad escasea sobre todo donde es más necesario: en los barrios con mayores niveles de densidad habitacional y en los cuales las viviendas son de menor tamaño, lo que genera que este se vuelve fundamental para poder acoger parte importante de la vida del hogar.
Lamentablemente para las familias de las comunas más vulnerables del país, muchas veces el espacio público y las plazas abandonadas se convierten en un enemigo más. Un lugar que suele ser evitado y visto como un peladero o tierra de nadie. El lugar donde se acumula la basura y la inseguridad. Son barrios en donde las mamás nos cuentan con orgullo que su niño nunca sale a la calle, sino que está todo el día dentro de la casa.
¿Dónde están esos espacios para las familias? ¿Dónde van a poder ir a jugar, sacar a sus niños, conocer la naturaleza o encontrarse con sus vecinos si tenemos comunas que con suerte cuentan con 1 o 2 metros cuadrados de áreas verdes por habitante? Es necesario que como país avancemos en la construcción de parques y plazas en los barrios de los sectores más desfavorecidos de nuestras ciudades.
Si en esta tarea incorporamos la participación de las familias, probablemente lograremos mejores resultados, es decir parques y plazas más sustentables. Según la experiencia que hemos tenido en Mi Parque, cuando las familias tienen la oportunidad de diseñar su propia plaza de barrio y se involucran en la construcción y cuidado de esta, es entonces cuando se apropian del lugar y comienzan a cambiar las dinámicas del barrio positivamente, porque pueden contar con un lugar que les pertenece y que les permite desarrollarse como familia y como comunidad.
Valoramos los planes de generación de áreas verdes que se están desarrollando en la escala macro dentro del país, como es el programa Chile Área Verde que sumará 34 nuevos parques en las quince regiones, pero creemos firmemente que es imprescindible que la política pública llegue a la escala micro: la recuperación participativa de plazas de barrio, las que son parte de la vida cotidiana de las familias, las que muchos recordamos con nostalgia como un hito importante dentro de nuestra infancia. Esto nos debe hacer pensar en cómo replanteamos el sistema de financiamiento municipal, para que todos los municipios del país, independiente de los niveles de ingresos de sus habitantes puedan asegurar una correcta provisión y mantención de áreas verdes.
En Mi Parque aspiramos a que algún día todas las familias de Chile puedan contar con una plaza en sus barrios. Para que no solamente tengan una mejor calidad de vida, sino que para que estas les ayuden a desarrollarse óptimamente, y así puedan formar a sus hijos como personas en su máximo potencial, capaces de construir las redes de base de una comunidad y de una sociedad cohesionada e integrada.