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A propósito del “Centro político”

Por: Alexander Díaz Hutinel, estudiante de Pedagogía en Historia, Geografía y Ciencias Sociales, PUCV


Señor Director:

Últimamente ha habido voces de diversos sectores dialogando sobre lo que es (o se entiende por) el “Centro Político”. Cualquier persona medianamente interesada en la política podrá dar una opinión sobre qué considera “de centro” y qué no.

Diego Shalper, por ejemplo, considera que Velasco no es de “centro”, pero Lucas Blaset sí. Ambos llegan a acuerdo al señalar que, a lo menos, es “progresista”. Lo cierto es que hoy el centro está teñido explícita e implícitamente por lo “liberal” así que la idea de los 3 tipos de centro que levanta Blaset tiene sentido. De hecho, la Democracia Cristiana es implícitamente liberal en lo económico, y esa “tercera vía” es la que hizo fracasar la lentitud de la Concertación (sin contar las trabas políticas-constitucionales ampliamente rechazadas), y es la que hoy la mantiene fuera del juego político en las universidades por ejemplo.

A mi juicio, el “centro” existe en la medida que hay uno o más puntos de encuentro sobre temas centrales de evidente preocupación pública y política. El ejemplo más certero de un centro político se da en cuanto a “temas de Estado”, en el sentido de tratarse de puntos vitales que van más allá de las decisiones de un gobierno u otro: se trata de pilares centrales que van paralelos a la administración, tales como los derechos humanos, sociales, políticos y culturales, pero también el Crecimiento, consecuencia del “desarrollo”.

Un vívido ejemplo de la noción de “desarrollo” se da en las lógicas de los años 30’s en que había una noción horizontal, que a veces incluía a las alas conservadoras (de izquierda –hasta el 47’– y derecha), sobre el sentido del desarrollo: uno industrial. Tema de suma relevancia a la hora de asumir el rol del Estado y de los sectores intermedios, un trabajo bilateral con miras a un resultado común que era ampliamente defendido.

¿Existe en nuestro (o nuestros) centro(s) un “pilar central” que defender como “tema de Estado”? ¿Si lo es el Crecimiento, existen posturas encontradas y disidentes sobre éste? En tiempos de Guerra Fría, tal como señaló Blaset para referir el “comunitarismo” de Ossandón, hubo una noción central en fortalecer las empresas e industrias del Estado, y las que no lo eran también. La mirada estaba puesta en la CEPAL y en los países “desarrollados”, con industrias privadas exortadoras y con públicas benefactoras. ¿Acaso habrá un punto de encuentro en políticas de “desarrollo” que abarquen más que Crecimiento por exportación? ¿Dejaremos de contentarnos con el mote “mr. Apple? ¿Tomaremos un rol participativo en el uso del Litio? ¿Acaso retomaremos las buenas prácticas de la Industrialización Dirigida por el Estado? ¿o, más bien, reconfiguraremos el sentido industrial de modo que permeen los sectores intermedios en su proceso?

Las lógicas, que ampliamente han sido denominadas “neoliberales”, durante los años 70’s se levantaron como opción a las nociones de “centro” y hacia los 90’s configuraron en sí mismas otro centro, la Concertación, en la que confluían las ideas del “modelo” (concepto mal empleado para referir el sistema económico, político y social) que, algunos muy optimistas, aseguran que se estaría “derrumbando”. Lo cierto es que las nociones que durante 25 años dieron forma y certeza a una idea de Crecimiento liderado por la “clase empresarial” (en los términos clásicos: con conciencia, organización y objetivos en común, véase “Chilenos bajo el Neoliberalismo” de Nodo XXI), como “pilar central”, se están agotando.

Si antes de la reconfiguración de los 70’s, Chile tenía mirada centrista en ciertos pilares, con figuras como Hernán Santa Cruz que vinculaban constantemente las posturas de centro entre izquierdas y derechas, ¿puede el nuevo centro de Chile asegurar algo como lo que se ganó y perdió de brusco?

La pregunta la hago como futuro profesor que deberá enfrentarse a mentes insaciables que buscan y buscan razones y explicaciones para entender por qué Chile es como es, y por qué debería (o no) ser diferente. Es una realidad que al trabajar sobre la historia contemporánea, nuestros futuros políticos, en la sala de clases comiencen a prefigurarse un camino, una visión y un sentido políticos y será en los movimientos nuevos que, posiblemente, encontrarán espacios donde discutir lo que en la Escuela no alcanzan por sus múltiples barreras y restricciones. Es a ellos, al futuro de Chile, al que hay que responder, qué es y cómo se configura, el Centro político.

Alexander Díaz Hutinel
Estudiante de Pedagogía en Historia, Geografía y Ciencias Sociales, PUCV

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