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Más de un desafío en salud

Óscar Arteaga
Por : Óscar Arteaga Director Escuela de Salud Pública UCh
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Las señales del gobierno respecto a su interés por enviar un proyecto de ley para regular a las Isapres ha reactivado una discusión que se ha mantenido desde el retorno a la democracia en 1990. En el gobierno del Presidente Piñera se crearon 2 comisiones para enfrentar el tema y la Presidenta Bachelet conformó una tercera, cuyo informe fue entregado en octubre de 2014. Hoy ya nadie discute que el sistema Isapre tiene muy importantes problemas de discriminación por sexo, edad y riesgo de salud. Más aún, las visiones respecto a que las Isapres deben ser reformadas, para que actúen con reglas de la seguridad social en salud, han ido ganando terreno hasta el punto de ser un planteamiento que también ha hecho el actual Presidente de la Asociación de Isapre. Las soluciones técnicas, sin embargo, pueden ser diferentes y, por lo mismo, se espera con expectación el proyecto de ley que pueda presentar el actual Gobierno.

¿Es suficiente reformar el sistema de seguro de salud (FONASA e Isapre) para que sea un verdadero sistema de seguridad social en salud para toda la población? Nuestra respuesta es no. Siendo muy importante, no sería suficiente para resolver los problemas del sistema de salud chileno. También necesitamos hacer importantes transformaciones en el sistema de atención y en recursos humanos para salud.

Los seguros de salud, sean estos un modelo de seguro único (ej. Canadá) o varias entidades administrando el seguro social (ej. Alemania, Bélgica), son solo un mecanismo a través del cual se accede a lo que a las personas realmente les importa: la atención de salud. Las largas listas de espera, la escasa de resolutividad de la atención primaria, el déficit de especialistas, la deuda de los hospitales, requieren importantes cambios en el sistema público de atención de la salud.

[cita]Los cambios necesarios en salud son de largo plazo. Para hacerlos necesitamos construir una visión compartida transversalmente que se exprese en políticas de Estado. Cambiar los seguros construyendo un sistema de seguridad social en salud para toda la población, fortalecer el sistema público de salud y formar los recursos humanos que el país necesita son los desafíos del siglo XXI.[/cita]

Lo primero es que todos tomemos conciencia respecto a que el sistema de atención que el país tiene no es mixto, sino que preferentemente público. Lo mixto connota pesos relativos similares de un sector y otro, lo que no es efectivo. Las 6.292 camas hospitalarias que constituyen la oferta asistencial de las 83 clínicas privadas que existen en Chile, solo representan el 16% del total de 39.500 camas que tiene el país. A nivel ambulatorio, los prestadores privados solo entregan un tercio de los 75 millones de atenciones médicas que anualmente se efectúan. El desafío de país es, entonces, cómo fortalecemos y modernizamos el sistema público de salud.

La enorme inversión en infraestructura hospitalaria que se está impulsando va en la dirección correcta, pero el esfuerzo debe ser sostenido por los futuros gobiernos, pues tenemos un largo camino desde nuestra actual situación de país con 2,1 camas por cada mil habitantes hasta las 4,9 camas por mil que tiene la OCDE. Adicionalmente, se deben fortalecer redes integradas de servicios de atención que incluyan hospitales y atención primaria, a fin de asegurar la coordinación efectiva de la atención de pacientes, lo que implica abrirse a desmunicipalizar la atención primaria.

Es imprescindible también cambiar la forma de gobierno de los hospitales y servicios de salud, de modo que las decisiones de políticas y estrategias institucionales no recaigan en un director de hospital, como hoy ocurre, sino en un consejo o directorio con poder decisión y en el cual se contemple la participación de las organizaciones comunitarias, los trabajadores, representantes de la autoridad de salud y de los gobiernos regionales y municipales, entre otros.

En el mismo sentido, es necesario crear un nivel central del aparato prestador público de salud cuya función sea la conducción estratégica del Sistema Nacional de Servicios de Salud. Lo anterior implicaría constituir un nivel central fuera de la gestión directa del Ministerio de Salud, con profesionales de alto nivel en un estatus similar al del directorio del Banco Central, para fortalecer un manejo del conjunto del sistema público prestador con criterios técnico-sanitarios, independizando al sistema de los cambios de gobierno y dándole la estabilidad profesional que requiere su desarrollo. Es simplemente inaceptable que cada 4 años, más de 300 directivos del sector público de salud, dejen sus puestos por no contar con la confianza de la nueva administración.

¿Es suficiente llevar al sistema de seguros hacia la seguridad social y modernizar y fortalecer el sistema público de atención de salud? Nuestra respuesta es nuevamente no. Esto es aún insuficiente.

Las brechas de recursos humanos para salud que hoy tenemos son enormes y no se pueden resolver en el corto plazo. Chile tiene hoy 1,6 médicos cada mil habitantes cuando el promedio de la OCDE es de 3.2 por mil. Solo en atención primaria, en la Escuela de Salud Pública hemos estimado en más de 6.000 los médicos necesarios para alcanzar los estándares de sistemas de salud parecidos al nuestro (Inglaterra, España, Finlandia). Aunque el sistema público contratara hoy a todos los profesionales que trabajan en el sistema privado, la brecha permanecería. La única manera de avanzar es en base a una política de Estado que se exprese en una alianza estratégica con las universidades, para ayudarles a fortalecer su capacidad formadora y así ir reduciendo el déficit de recursos humanos en el mediano y largo plazo.

Los cambios necesarios en salud son de largo plazo. Para hacerlos necesitamos construir una visión compartida transversalmente que se exprese en políticas de Estado. Cambiar los seguros construyendo un sistema de seguridad social en salud para toda la población, fortalecer el sistema público de salud y formar los recursos humanos que el país necesita son los desafíos del siglo XXI. Si queremos avanzar hacia el pleno desarrollo, ya es hora que como sociedad nos hagamos cargo de esta tarea.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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