Republicanismo ¿Liberal o Progresista?
Señor Director:
Recientemente, el abogado Renato Garin ha publicado una crítica en El Mostrador al libro La tiranía de la igualdad del director de la Fundación para el progreso Axel Kaise, provocador libro éxito en ventas en estas últimas semanas. Esta crítica es una defensa de lo público, asimilando este concepto a los valores de la república, generando un discurso que podríamos denominar perfectamente como liberal-republicano. La crítica que hace Garin está directamente orientada hacia el elitismo al que, según éste, tiende el liberalismo-libertario. Argumentó que se extiende también para el llamado «liberalismo-igualitario», mayoritario dentro de la familia liberal.
La columna se centra, básicamente, en el argumento de que protegiendo la libertad de algunos pocos miembros de la sociedad, se termina excluyendo a muchos otros del espacio de lo común a todos, por lo que cierta libertad sería un goce de una minoría privilegiada, desde una óptica libertaria. Pero sosteniendo al mismo tiempo que los adeptos al igualitarismo de Rawls y sus posturas de políticas focalizadas excluyen a los que más recursos económicos tienen del régimen republicano.
El escenario que Renato Garin propone para este debate es el emblemático campo de batalla de la educación. Comienza haciendo el símil, desde una cierta perspectiva educación republicana, con el sistema de salud británico, evocando con esto también a los valores liberales de Bilbao, Lastarria y Balmaceda, sacándolos de sus tumbas decimonónicas, para justificar la educación pública para todos—no necesariamente estatal, supongo yo de buena fe, pero sí pública—. En esto el liberalismo-republicano de Garin se parece bastante al liberalismo-progresista del Diputado Vlado Mirosevic, e incluso a ciertos planteamientos abiertamente progresistas o socialdemócratas como los de Marco Enriquez-Ominami o Giorgio Jackson.
Pero el tema sobre educación se vuelve un campo aún más propicio para la batalla de las ideas. Porque una solución planteada desde la vereda libertaria, que siempre ha entusiasmado a gran parte de la derecha chicago-gremialista en cuanto a financiamiento, es el sistema de voucher. Este consiste en una ayuda directa del estado, el que financia a la demanda, o sea a las personas según sus necesidades, en vez de la oferta- las empresas- las que solo se benefician indirectamente, ya que están sujetas a la libre decisión de las personas, para evitar casos como el injusto financiamiento directo del CRUCH, basado en la Tradición. Por tanto el Voucher es pro mercado, el que somos todos nosotros, y no necesariamente significa una defensa de las empresas. Este sistema es una forma en que el Estado cumple su rol al fortalecer las oportunidades para todos, pero que no es una asistencia paternalista, que cree que desde el pedestal de su autoridad puede desde arriba elegir mejor que los individuos sobre sus propios intereses y necesidades.
Esto es perfectamente compatible, tanto con un sistema de focalización económica—con becas y aranceles diferenciados—como con el régimen de lo público—de carácter universal, incluyendo a la elite—generando una verdadera y justa integración a través de la educación, sin pasar a llevar la libertad de ninguna persona, alcanzando así la mejor de la calidad con los actuales recursos destinados a educación, aspirando a un sistema de excelencia para todos.
Esta lógica de libertad, justicia y desarrollo puede ser aplicada a muchas políticas públicas en los más diversos ámbitos nacionales. Por eso el debate sobre educación es tan relevante: porque ahí se juega el nuevo modelo de desarrollo país que queremos.
Ahora bien, si los valores a defender se vuelven más «republicanos» que liberales, aún a pesar de sacrificar la calidad educativa, de reducir la libertad y no ampliarla a todos, con la sola intención de igualar, por un afán estatizador de la educación—para partir—se infiere con todo este planteamiento que lo único que puede ser común a todos es lo administrado y controlado por los burócratas del estado, por sobre la sociedad civil abierta a todas y cada una de las persona. Con esta premisa, la sospecha de un intento por aumentar el poder de la maquina estatal no me parece del todo exagerada, donde quizás los liberales republicanos y progresistas pequen de inocentes al lado de sus potenciales socios a su izquierda.
Por eso los principios filosóficos, los autores y las ideologías que inspiran las acciones y las políticas públicas son tan importantes, pues ordenan las decisiones pequeñas sujetas a visiones a largo plazo. Ahora la pelota para Renato Garin y el Diputado Mirosevic queda en sus pies. Ellos deberán decidir si el republicanismo juega más para el lado del Progresismo, o si se pone la camiseta amarilla por la Libertad.
Lucas Blaset, Comité Político de Amplitud., Sector Libertario