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Crisis, reinvención e identidad de la derecha

Pablo Maillet
Por : Pablo Maillet Profesor, Magíster (c) en Doctrina Social de la Iglesia.
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Mucho se ha dicho sobre la crisis de la derecha. Me pregunto si este brainstorming ayuda a la derecha a retomar su camino o a seguir desviándose. Lo sabremos con el tiempo.

A la derecha podemos dividirla en dos facciones, que coinciden en gran medida con la división que ya han hecho hecho conocida Hugo Herrera y Cristóbal Bellolio (en este mismo medio): “autoflagelantes” y “autocomplacientes”. Antes de exponer las dos facciones y describirlas para, finalmente, profetizar su futuro, quisiera decir algo sobre los conceptos que han instalado estos dos intelectuales.

Coincido con Hugo Herrera en que la derecha tiene una crisis intelectual, más que cualquier otra cosa. Coincido en que no tiene discurso teórico, relato, trama, contexto, filosofía. Ojo que ese fenómeno es relativamente nuevo en la historia política chilena. La derecha sembró notables intelectuales en la historia de Chile que trascienden la ideología de derecha y cuyos méritos valoramos todos los chilenos, algo así como un Pablo Neruda, en quien no solo se regocija la izquierda. No es el fin de esta columna hablar de esto, pero basta con mencionar a Juan Agustín Barriga Espinosa, Javier Eyzaguirre Echaurren, entre muchos otros. El problema de que no existan intelectuales en la derecha –de renombre– no es casualidad. Se trata del “ethos” como llamaban los griegos a la “costumbre” o “cultura”. Es la cultura de la derecha despreciar, consciente o inconscientemente, la intelectualidad. Se volcaron hacia e pragmatismo, de herencia anglosajona, alejándose de la intelectualidad tradicional hispana.

Paso a ahondar en mi propia división de la derecha que es la que la tiene en crisis y que los tiene ahora, con Chile Vamos, en un momento de reinvención. Esta crisis de la derecha la acompaña desde su nacimiento, al menos en Chile, cuando surgen los partidos políticos después de los “decenios”, cuando se crean el Partido Conservador y el Partido Liberal. Todo esto por la conocida “cuestión del Sacristán” (qué notable cómo un simple sacristán marcaría el destino de una Nación). Ahí es donde nacen los partidos y donde nace en la derecha los que acompañan a la Iglesia y los que no la acompañan (aunque estos seguían yendo a Misa).

[cita tipo=»destaque»] Esa derecha a la que le repugna el capitalismo de los Chicago Boys con igual ímpetu con el que le repugnan estas reformas soviéticas a las que asistimos. Una derecha que no se vaya a dormir a una población para luego volver a casarse con la “Larraín”, y su paso por La Pintana, Cuba, San Ramón o La Bandera no sea un “plus” en su CV. Esa derecha que llora por el pobre, que no puede dormir tranquila porque ve muchos “audis” y “porshes” en Costanera Norte, y no lo lee como que a Chile le está yendo bien, sino como que estamos perdiendo el sentido.[/cita]

Pasemos a revisar cuáles serían estas dos actuales facciones en mi opinión.

El primer grupo son los que están “instalados”. Es el statu quo derechista, el mainstream de derecha. A los que el Papa Francisco les parece comunista, o filocomunista. No quieren que nadie los mueva. Han hecho riqueza o mantenido la heredada. No salen de sus círculos de confianza (aquello que Felipe Berríos critica): colegios, familias, lazos sanguíneos, veraneos, lugares, términos verbales, etc. (también se puede leer en la excelente Cuicoterapia). Son endogámicos, y enseñan todo ese mundo.

El segundo grupo es todos aquellos que nacieron ahí pero les da vergüenza ese origen. No tanto para hacerse del PS o de la DC (porque las cúpulas del PS y la DC están, los más, avergonzados de la derecha, recordar que la DC nació de la Falange y la Falange de la derecha, porque igualmente se educaron en colegios de derecha, universidades y carreras de gusto de derecha, lazos familiares de derecha, etc.). Los menos avergonzados pero igual avergonzados, fundan y refundan partidos, siempre con la etiqueta de “centro” para mostrar cierta diferencia. No tanto, porque igual quieren educar a sus hijos como ellos fueron educados. Ahí está Felipe Kast, Andrés Velasco, Lily Pérez, y en la historia hay muchos ejemplos. Se rebelan contra sus familias, conviven antes de casarse, tienen amigos gay, veranean fuera de Cachagua o Zapallar por complejo, no por gusto o por espontaneidad. Reniegan, son acomplejados de su origen, cuna, familia, ideas y credo. Por eso ahora en Chile Vamos se discutía si se incluyen los principios pro-vida en su declaración de principios.

Lo que los distingue no es el tema económico, como si unos fueran capitalistas y los otros no. Ambos son capitalistas. Neo o no neos, pero ambos odian la subsidiaridad del Estado, la mencionan, pero no la entienden ni aplican como tal. Por ejemplo, ambos odian la educación estatal arguyendo que el Estado no puede gestionar hábilmente colegios, que es ineficiente. Argumento capitalista. Hay miles de modos para que la educación sea gratuita, por ejemplo, permitir sociedades o asociaciones, como Municipalidades, o Congregaciones Religiosas (cosa que ya se dio en la Historia pero decayó por otros motivos, disminuyó cantidad de católicos, y dentro de esos, la cantidad de los que donaba plata. Ahora se dona para partidos políticos, antes para colegios).

Para terminar, quisiera explicar cuál es la verdadera identidad de la derecha, ni la instalada ni la acomplejada. Y que sinceramente creo que sería un aporte a Chile, al país entero, a toda la sociedad, que surgiera un referente como este.

Se trata de aquellos valores que no se ven en la derecha acomodada ni en la derecha rebelde. Son el amor por el campo, la desconfianza por la ciudad, especialmente por las megaciudades. El amor por la fe. Por el cristianismo, y dentro del cristianismo, en particular el catolicismo. Si bien es cierto The Clinic, Chilevisión y otros medios liberales muestran continuamente vinculación derecha-Iglesia, es falso. Es una parte de la derecha y una parte de la Iglesia. Me refiero a que los valores de la Iglesia Católica no sean solo los sexuales y esa moralina que repugna a cualquiera. Se trata de que vivan y defiendan con la misma fuerza los valores pro-vida y los valores pro-sociales. Falta esa derecha respecto de la cual, ante una mala Reforma Agraria, los mismos trabajadores defendían a sus patrones con azadones y rastrillos. Ese concepto vapuleado de “patrón” que para el derechista antiguo es asumido como paternidad. ¿Cuántos de esos patrones no sacaron adelante a miles de familias de sus trabajadores?.

Esa derecha a la que le repugna el capitalismo de los Chicago Boys con igual ímpetu con el que le repugnan estas reformas soviéticas que asistimos. Una derecha que no se vaya a dormir a una población para luego volver a casarse con la “Larraín”, y su paso por La Pintana, Cuba, San Ramón o La Bandera no sea un “plus” en su CV. Esa derecha que llora por el pobre, que no puede dormir tranquila porque ve muchos “audis” y “porshes” en Costanera Norte, y no lo lee como que a Chile le está yendo bien, sino como que estamos perdiendo el sentido. Esa derecha que compra en el mismo supermercado de su nana, no por turismo social, sino porque viven cerca, como era antes en Providencia, Ñuñoa, La Reina, Las Condes, no en guetos de su propia inmobiliaria. Esa derecha que coquetea incluso con el sindicalismo, con el folclore, con el arte, la literatura, las ciencias, más que con la Ingeniería Comercial.

Profetizo que más temprano que tarde surgirá un referente de esta Nueva-Vieja derecha que Chile tanto necesita.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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