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La guerra de las culturas a escala mundial

Eddie Arias Villarroel
Por : Eddie Arias Villarroel Sociólogo. Vecino del Barrio Yungay.
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Occidente, una cultura agresiva en su expansión económica y geopolítica, ha intentado establecer un dominio global, no exento de contradicciones, porque hay otras culturas en el mundo. Los bombardeos e invasiones han sido parte de la hegemonía de EE.UU. y su concierto mundial. Rusia ha intentado disputar ciertos espacios políticos militares a través de una intervención directa.

Esta expansión ha tenido su fortaleza ideológica como cualquier dominación en un discurso fascista racial, que en definitiva, como antes, justifica la intervención, el dominio, el aprovechamiento de los recursos naturales, el genocidio brutal, que se expresa también en la creación de cárceles sin derechos, como Guantánamo, a vista y paciencia del concierto internacional.

La gran presión migrante del último tiempo en Europa, es otra vuelta de un ciclo de esta dominación Occidental sobre sus territorios.

Se recibe lo que se ha cosechado, cuando se ha vulnerado un modo de vida, una cultura con una religiosidad como orden político, de disciplinamiento de las costumbres sociales. Esas cosas se respetan, porque si no se respetan ocurre lo que ocurre ahora en París.

Los servicios de inteligencia no pueden con un enemigo que no  logran identificar, un soldado religioso dispuesto a la inmolación, como liberación. Contra esto toda la tecnología de Occidente tiene un alcance limitado, así lo demuestran las profundas vulneraciones de los sistemas de inteligencia mundial, un enemigo así tiene una moral que lo hace difícil de neutralizar.

Avasallar culturas puede tener un alto costo, la política elítica Occidental tiene una hegemonía que es como un imperio atacando a poblaciones enteras en un marco de impunidad donde los derechos humanos son un reconocimiento con perímetro cultural, no son aplicables con estos bárbaros que tienen familias y sociedad, estos no cuentan, dice el discurso dominante de los medios de comunicación mundial.

Son un fantasma aprovechable para las inversiones en seguridad y ataque, y eso hace que sea fuente de financiamiento para instituciones interesadas de la sociedad, capitales de la industria de la guerra.

[cita tipo=»destaque]La matanza de ciudadanía musulmana ha sido indiscriminada, sin piedad como dice Hollande, y como dirán las voces de un protofascismo en Europa, una alianza derechista nacional y xenófoba, son fenómenos que están en la mesa de varios países europeos y que pueden llegar a hegemonizar las elecciones en la misma Francia.[/cita]

Por eso cuando hablamos de proliferación o vulneración preguntemos también sobre el juego de intereses en el escenario de las acciones. Los enemigos son una necesidad que justifica ciertas orgánicas institucionales, las máquinas de producción de dominación que se montan no siempre autorregulan sus alcances, y confunden medios con fines.

La acción de gobiernos y elites políticas, económicas y militares ha significado la inseguridad de sus ciudadanas y ciudadanos. Por una clase dirigente, pagan consecuencias mayorías inocentes. Las balas son contra la carne triste de Mallarme, ese pueblo humano que al final es la carne de cañón en cualquier escenario.

La alianza internacional contra el pueblo musulmán debe terminar con la agresión contra esas culturas,  deteniendo el genocidio. Una política de paz es una política de no agresión.

Hollande, el presidente francés, llama a la guerra, llama a una venganza, es la sensatez del gobernante del  país próspero que un día declarara la Revolución Francesa, con todo un ideario de libertad, que ahora contradice con un servilismo doméstico con el imperio norteamericano.

En septiembre Hollande anunció su compromiso material con los bombardeos al Estado Islámico, es una cacería mundial con un enemigo cuya ventaja es su capacidad de hacerse invisible dentro de la sociabilidad occidental.

La matanza de ciudadanía musulmana ha sido indiscriminada, sin piedad, como dice Hollande, y como dirán las voces de un protofascismo en Europa, una alianza derechista nacional y xenófoba, son fenómenos que están en la mesa de varios países europeos y que pueden llegar a hegemonizar las elecciones en la misma Francia.

El sistema de alianzas internacionales tiene un ejercicio impune, sin contrapeso, quién va a llevar a juicio a los líderes de dichos países. Hay un espacio ancho para actuar en un orden ideológico internacional que ocupa toda su tecnología militar para hacer avanzar su política.

Todo el chovinismo de Estado-nación que exacerban los gobiernos insensatos, son la muestra de cómo la estupidez y oscuros intereses gobiernan el mundo. No hemos visto, por los medios de comunicación global, las matanzas de la coalición internacional en territorio sirio, por ejemplo, la situación de los miles de refugiados por la guerra con la misma nitidez.

Occidente acomete, arremete, golpea fuerte sobre la faz del mundo, y construye la imagen a través de la industria cultural, del musulmán fanático suicida, terrorista sin piedad. Detrás, sin visibilidad, las aldeas de sus casas con sus familiares al interior son arrasadas por el fuego de la coalición internacional.

Curiosamente se sabe de europeos atacantes, incluso adherentes del Estado Islámico, qué es esto sino una guerra desatada a escala mundial, una guerra que es política y militar como todas las guerras, pero además tiene el ingrediente cultural y religioso, es una nomenclatura distinta a otras guerras mundiales, es un nuevo horizonte de los estados de guerra.

La conflictividad expansiva de Occidente establece un choque cultural que ha sido sangriento, y se confirma con Francia, la escalada global de una guerra con un enemigo distinto, complejo, que da cuenta de una confrontación cultural a escala mundial.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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