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Contra el oportunismo y la ofensa: defender la gratuidad y las universidades del Cruch

Danny Monsálvez Araneda
Por : Danny Monsálvez Araneda Doctor en Historia. Académico de Historia Política de Chile Contemporánea en el Depto. de Historia, Universidad de Concepción. Twitter: MonsalvezAraned
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Durante meses hemos visto a la derecha política y a determinados rectores y directivos de instituciones privadas, léase Universidades, Institutos y Centros de Formación Técnica, desplegar toda una operación mediática para oponerse y criticar públicamente el proyecto de gratuidad en la educación superior que impulsa el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet. Desde campañas de comunicación (del miedo y desinformación), puestas en escena, oposición en el Congreso y hasta la concurrencia al Tribunal Constitucional, se han constituido en las estrategias que estos sectores y grupos han utilizado para criticar la gratuidad en la educación superior.

La última de las acciones fue el fallo del Tribunal Constitucional (instancia que cuenta con mayoría proclive a la derecha), el cual señaló que los requisitos para las instituciones que se sumarán a la gratuidad son  inconstitucionales, discriminatorios y arbitrarios.

Dicho fallo no pudo ser mejor recibido por los dirigentes derechistas y una que otra autoridad de los planteles privados. Aprovechando el jolgorio y algarabía por aquella determinación, un honorable parlamentario de derecha se refirió en términos despectivos, ofensivos y caricaturescos a la universidades del Consejo de Rectores, tratándolas de “cartel”. En todo caso, no sorprenden los dichos y comentarios de estos parlamentarios de oposición. Tan solo recordemos el trato denigrante y el discurso de estigmatización que tuvo el Gobierno de Sebastián Piñera con nuestras universidades públicas y del Estado.

Semejante insulto y descalificación del parlamentario de derecha, no puede quedar en nada o pasarse por alto como un simple comentario en voz alta. Por ello, a ese honorable diputado le digo que me siento orgulloso de trabajar en una universidad (del «cartel», como él califica) donde impera un ambiente de pluralismo, tolerancia y diversidad. Es decir, el pleno desarrollo libre del espíritu. Una universidad que no es propiedad de nadie, que no tiene nombre y apellido de alguna familia o clan familiar, tampoco pertenece a un grupo empresarial o religioso y menos rinde culto a un determinado santo o credo.

Que sería de este país sin las vilipendiadas universidades del Cruch, que con las migajas que les da el Estado se las han tenido que arreglar para sobrevivir y poder entregar una formación lo más completa posible. Cuántas casas de estudios superiores, algunas de las cuales no hace mucho tiempo criticaban la gratuidad y hoy reclaman una parte de la torta, cumplen con aquello que es ser instituciones completas y complejas (docencia, investigar, publicación y extensión). Simplemente vea el ranking 2015 y comprobará, una vez más, cuales son las 5 mejores universidades del país.

[cita tipo=»destaque»]Si los académicos que trabajamos en las universidades del Cruch no expresamos nuestro rechazo a los comentarios como los del honorable diputado o guardamos silencio, estaremos siendo responsables por acción u omisión de un ataque y descalificación que, desde años, el mismo sector político viene planteando en contra de nuestras universidades.[/cita]

Ser una universidad compleja y completa no se reduce a realizar un par de actividades de extensión, que sus académicos escriban todos los días cartas o columnas en un diario o firmar algunos convenios con determinadas instituciones de una comuna o región.

En medio de todo este proceso y del reciente y lamentable fallo del Tribunal Constitucional, podemos señalar que la derecha chilena que por años ha sostenido y defendido un sistema educacional que segrega y excluye, una derecha que nunca ha propiciado la gratuidad en educación, todo lo contrario, ve a esta como un negocio más o simplemente un espacio desde el cual se busca reproducir un sistema que propicia el individualismo, la formación de clientes y consumidores, resulta que ahora enarbola un discurso de preocupación por las familias y los jóvenes del país, cuando lo único que realmente les interesa y ha interesado es instrumentalizar a dichos sectores para defender sus intereses, negocios y planteles privados.

En consecuencia, si los académicos que trabajamos en las universidades del Cruch no expresamos nuestro rechazo a los comentarios como los del honorable diputado o guardamos silencio, estaremos siendo responsables por acción u omisión de un ataque y descalificación que, desde años, el mismo sector político viene planteando en contra de nuestras universidades.

Ojalá la ciudadanía se informe de este tipo de cosas, tome conciencia de esta situación y tenga muy presente el actuar de la derecha cuando corresponda elegir y votar en las próximas elecciones.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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