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Un mundo loco


Es difícil caracterizar en pocas palabras el año 2015. Sin lugar a dudas ha sido un año trágico, irracional, violento, plasmado de odios y de inconsecuencias en la mayor parte del globo.

Comienza y termina mal el 2015. El 7 de enero, el fanatismo radical religioso, representado por el Estado Islámico se ensaña contra el semanario parisino Charlie Hebdo, sembrando muerte, angustia, temor y destilando odio e intolerancia. Lo mismo ocurre casi al término del año, el 13 de noviembre, en los mismos   históricos barrios parisinos. En calles por las que han desfilado las más importantes manifestaciones republicanas con figuras ilustres como Jean Jaures, asesinado en 1914 en el aledaño “Café du Croissant”; Mitterrand; Jean Paul Sartre; André Malraux. En lugares aledaños a la imponente estatua de Marianne, en la Plaza de la República desde donde De Gaulle presenta el 4 de septiembre de 1958 su proyecto Constitucional. Marianne símbolo de la democracia que se alza sobre las tres alegorías de la libertad, de la igualdad, de la fraternidad fue estremecida por los gritos de los heridos y muertos por las balas asesinas de las kalavnikosh. Sitios empapados de un pasado de gloria, ahora mancillados por el odio.

Otros actos terroristas ya habían ensangrentado a la democracia francesa en 2015: la decapitación de un empresario en Sain Quentin- Fallavier, el ataque a tres soldados en Niza, el atentado al tren Thalis, el asalto al supermercado judío Hyper Cacher en la Puerta de Vincennes y a una imprenta, además de otras acciones mortales en la periferia de Paris.

No hay, ni podrá haber justificación alguna para ese terrorismo irracionalidad impulsado por el Estado Islámico que persigue causar pánico, terror y, sobretodo, cambiar los valores democráticos y   formas de vida de la sociedad francesa, por los de una sociedad encerrada en sí misma, intolerante, racista y totalitaria. Esto no puede ocurrir y más allá de las temporales medidas impuestas, a través del estado de urgencia, en beneficio de la seguridad ciudadana; pero que afectan las libertades individuales y colectivas, la sociedad francesa ha continuado con su habitual estilo fraterno, solidario, republicano, amante de la vida y tratando de no confundir islamismo radical totalitario con el credo musulmán pues hacia eso apunta el terrorismo de DAESH.

Estados Unidos, que en 2001 fue brutalmente golpeado con los ataques terroristas impulsados por Al Qaeda en Nueva York, fue víctima nuevamente del odio este 2 de diciembre. Esta vez se trató de la ciudad de San Bernardino en Los Ángeles, California, donde el Estado Islámico atacó un Centro social para discapacitados, asesinando a 14 inocentes e hiriendo gravemente a 21 otras personas. Diversas amenazas de bombas en establecimientos educativos y actos de violencia con otras motivaciones políticas han obligado a las autoridades norteamericanas a impulsar medidas muy restrictivas que afectan la normalidad de los derechos ciudadanos.

[cita tipo=»destaque»]Europa y los Estados Unidos no han sido las únicas víctimas de la demencia en este 2015. Rusia ha sido objeto del terror tanto en los aires como en tierra. El Medio Oriente, Asia y África han sido igualmente duramente golpeados. Lo político, lo racial y lo religiosos se mezclan en un torbellino de sangre que angustia y desespera.[/cita]

Sin embargo. Europa y los Estados Unidos no han sido las únicas víctimas de la demencia en este 2015. Rusia ha sido objeto del terror tanto en los aires como en tierra. El Medio Oriente, Asia y África han sido igualmente duramente golpeados. Lo político, lo racial y lo religiosos se mezclan en un torbellino de sangre que angustia y desespera.

Siria ha recibido tantos bombardeos como los que sufrieron Londres y Berlín durante la segunda guerra mundial y ya la incoherencia política es rayana en lo inverosímil. Un conjunto importante de naciones participan en el conflicto contra el ISIS. Francia desde un comienzo apoyó a los rebeldes sirios que luchaban contra el dictador Bachar Al-Assad, quienes a su vez recibían el apoyo de los Estados Unidos y de otras fuerzas de la OTAN. Estos rebeldes a su vez eran atacados por el ejército sirio y por las fuerzas del Estado Islámico, abandonando, en manos de estas últimas, armas y pertrechos de guerra. Estados Unidos se alarma por la cantidad de vehículos Toyota en manos de ISIS y el gobierno japonés responde que la mayoría de ellos habían sido comprados por la CIA. Turquía que en lo formal está contra DAECH, compra a estos últimos petróleo con el que financian sus actividades de guerra y de paso, los turcos, atacan a kurdos y rusos quienes, junto a los iraníes, consideran que el primer paso es apoyar al Estado sirio con Bachar Al- Assad a la cabeza y proceden a bombardear a miembros de ISIS y a los rebeldes sirios. Franceses, americanos y el conjunto de la coalición internacional consideran ahora que lo prioritario no es derrocar a Bachar, sino combatir al terrorismo representado por DAECH, procediendo además de los bombardeos por aire, a atacar las fuentes de financiamiento de ISIS que, como lo hemos dicho, están constituidas por el petróleo comprado por los turcos y los flujos financieros controlados por los países del golfo, Qatar, Arabia Saudí, ahora miembros de la coalición. Para continuar con la confusión a los ataques aéreos se sumarán tropas de suelo constituidas exclusivamente por contingentes de los países árabes y fuerzas kurdas. Finalmente el 18 de diciembre los miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adoptaron por unanimidad un texto que apunta a un reglamento político del conflicto, con una transición política y un calendario; pero sin hacer mención al tema de Al-Assad.

Esta tragedia de muerte y destrucción ha conllevado otra de proporciones. Se trata de los cientos de miles de refugiados que huyen de las zonas de conflictos, como Siria, Afganistán Libia y países africanos, en busca de paz y de una vida mejor. Europa ha contemplado casi inerte los cientos de miles de personas desplazadas que se agolpan en Turquía, Grecia, Hungría, Croacia, Italia, Austria y luego en Pas-de-Calais, Francia, donde 6.000 refugiados han constituidos verdaderas villas miserias, favelas con escuelas, comercios y cafés, en espera de ser autorizadas a establecerse en Alemania, Inglaterra, países escandinavos o en Suiza. Los llamados a la solidaridad han sido infructuosos y la inoperancia de la Unión Europea ha sido mayúscula. Alemania, cuya canciller Angela Merkel salvó en un comienzo la indiferencia europea ofreciendo acoger entre 800.000 y un  millón de inmigrantes; debió, ante una masiva demanda de los desplazados y por las presiones políticas internas, proceder al cierre de sus fronteras y a realizar exigencias de control draconianas en las fronteras turcas y griegas. Las negativas de la inmensa mayoría de los países europeos de dar refugio a los inmigrantes, la pasividad e impotencia de la UE, unido a las acciones terroristas de ISIS, ha conducido a que los estados cierren sus fronteras, renuncien a uno de los principios más fundamentales de la construcción europea: la libre circulación de personas, al Espacio Schengen y a un retorno a las llamadas reglas de Dublín que obliga a los refugiados a presentar sus solicitudes de asilo o refugio en el primer país europeo de ingreso.

La crisis de los refugiados y el aumento del terrorismo han producido igualmente efectos políticos desastrosos en varios países con el aumento de la extrema derecha y de los movimientos xenófobos. En los Estados Unidos las declaraciones intolerantes del candidato a la primaria republicana, Donald Trump, acerca de la necesidad de que los ciudadanos lleven armas para responder al terrorismo y de no permitir el ingreso de musulmanes al país han aumentado sus índices de popularidad. En Europa ha habido un alza en los porcentajes de la derecha extrema y muy recientemente la democracia francesa fue golpeada con los 7 millones de votos obtenidos por el ultraderechista Frente Nacional, motivando decisiones de alto costo político para los socialistas a través del llamado hecho por el Primer Secretario ese Partido, por el Primer Ministro de Francia y por el propio Presidente de la República para que los socialistas y las fuerzas de izquierda votaran en la segunda vuelta de las elecciones regionales, por la derecha republicana en tres sitios donde el FN había sido ventajosamente mayoritario; uno de esos lugares fue precisamente el de concentración de inmigrantes: Nord- Pas de Calais. Aunque el llamado logró su objetivo, los socialistas obtuvieron una minoritaria votación que favoreció a la derecha, sobretodo en algunos simbólicos lugares como la región de Paris (Ile-de- France), donde el socialista, presidente de la Cámara de diputados, fue derrotado por la candidata derechista Valérie Pecrésse.

La baja socialista no solo se explica por las razones anteriores, sino también por la inconsecuencia del Gobierno presidido por Francois Hollande al no cumplir sus promesas electorales y no aplicar su programa, desarrollando en cambio políticas económicas neo liberales, de austeridad, de rigor fiscal, de disminución de derechos laborales y otorgando 40 mil millones de euros al empresariado en haberes fiscales a cambio de la creación de empleos. Huelga decir que en dos años de aplicación de estas granjerías fiscales, la tasa de desempleo ha continuado incrementándose y el poder de compra disminuyendo considerablemente.

La desesperanza francesa no ha sido el único caso en Europa donde las expectativas de cambio social se han visto frustradas. Tal vez el más significativo ha sido el de Grecia donde el izquierdista partido Syriza obtuvo un claro respaldo popular en las elecciones de enero de 2015 a objeto de impulsar políticas económicas y sociales en beneficio de las clases populares en oposición a las de austeridad propiciadas por la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), respaldo ratificado en el referéndum de junio de 2015. Pero aún así, las esperanzas del pueblo griego se vieron frustradas pues el gobierno debió inclinarse y ceder a las exigencias del Eurogrupo, aplicando las neoliberales políticas que la voluntad popular griega había rechazado. Es decir: “Aquí no ha pasado nada”.

América Latina no ha estado exenta de alucinantes turbulencias políticas en 2015. Tal vez lo más significativo han sido los impactos políticos de la corrupción y del abuso de poder en algunos de los principales países de la región.

Cuba recibió por tercera vez en su historia a un representante de Dios en la tierra el 19 de septiembre, en pleno proceso de restablecimiento de relaciones diplomáticas con los Estados Unidos y de fuertes presiones para poner término al bloqueo económico que afecta a la isla desde el inicio de la revolución. El Papa Francisco insistió en la necesidad de consolidar los vínculos diplomáticos, de avanzar hacia una normalidad comercial y de respeto hacia las personas. Tres aspectos bien encaminados desde el mes de junio de 2015 cuando se oficializa la normalidad diplomática, se abren embajadas y se comienzan a abrir puertas en el terreno del intercambio comercial sin poner fin al bloqueo. Sin embargo, en el terreno de las libertades democráticas y de los derechos humanos las cosas no han variado, aún con bendiciones.

Guatemala conoció increíbles casos de corrupción que afectaron a las más altas autoridades de la República. El Presidente en ejercicio Otto Pérez Molina estuvo obligado de presentar su demisión al cargo. Encarcelado por importantes escándalos de corrupción y desfalco al igual que la Vicepresidenta Roxana Baldetti, fue reemplazado por Alejandro Maldonado Aguirre hasta las elecciones del 6 de septiembre último que dieron una contundente victoria al cómico de televisión Jimmy Morales.

La corrupción afectó duramente en 2015 la popularidad del partido de los Trabajadores (PT) y de la mandataria brasileña Dilma Roussef quien es objeto de una investigación judicial, mientras el país navega por aguas procelosas y con un timón muy averiado y en México el Presidente Peña Nieto no logra, a pesar de su férrea voluntad, extirpar del país la desconfianza ciudadana ente la violencia, el caos y la delincuencia.

Argentina y Venezuela han sido fuertemente sorprendidos por la reacción del Soberano en las elecciones presidenciales y parlamentarias que ha habido en estos dos países respectivamente. En el primero, se pone fin a 12 años de un peronismo iniciado, luego de una de las más fuertes crisis económicas de su historia, por el fallecido Nestor Kirchner y luego por su viuda Cristina Fernández en que más allá de las positivas políticas sociales que favorecieron a las capas populares, los escándalos de corrupción, el ejercicio abusivo del poder y las divisiones al interior del peronismo contribuyeron a una estrecha derrota que permitió la llegada del ultra liberal Mauricio Macri a la presidencia de la nación.

Nicolás Maduro en Venezuela sufrió una derrota de proporciones en las legislativas de diciembre de este año y la oposición logró imponerse en medio de un clima de odios y de recriminaciones. El chavismo conoce una humillación de proporciones luego de 16 años de ejercicio de un poder casi ilimitado. Es cierto que la muerte del carismático líder Hugo Chávez en 2013 y la espectacular caída del precio del petróleo afectaron la consecución de las políticas sociales de Nicolás Maduro; sin embargo, no es menos cierto que la corrupción institucional y de personas ligadas al poder influenciaron la decisión popular en las urnas. Todo ello acrecentado igualmente por un abuso excesivo y arbitrario del poder, además de una incapacidad manifiesta para controlar la economía.

Como es sabido, Chile no ha escapado, ni ha salido indemne de la corrupción, pues el conjunto de la clase política se ha visto afectada por este fenómeno que durante largo tiempo se quiso ocultar o ignorar. El año 2015 dejará recuerdos muy amargos. En primer lugar en una Presidenta de la República que tuvo uno de los mayores respaldos ciudadanos de nuestra historia republicana y que culmina con bajísimos índices de popularidad debido a los escándalos de corrupción en los que se involucran primeramente su nuera e hijo y posteriormente parlamentarios, ministros y altos funcionarios de la coalición gubernamental. Esta pérdida de credibilidad y apoyo, unido a la baja en el precio del cobre, nuestra siempre principal fuente de ingresos, le impidieron continuar con la implementación de una serie de emblemáticas reformas sustantivas. Me refiero esencialmente, a la reforma constitucional, a la reforma educacional, a la reforma laboral y a la débil, pero necesaria reforma tributaria; todas ellas, tendentes a terminar con la herencia institucional pinochetista y a disminuir nuestra alta desigualdad que es una de las mayores del mundo. Han sido tantos los políticos y técnicos “chasquillas” que han intervenido en estas reformas, con el objeto de contentar a tirios y troyanos, que cada vez se entiende menos el sentido de las mismas y en el caso de la reforma laboral, desde los propios sindicatos se están alzando voces de que tal vez es mejor dejar las cosas como estaban en un comienzo para evitar males peores.

Fuera de lo anterior ha habido otros paradójicos hechos. La derecha chilena que desde el año 2014 había sido objeto de los mayores escándalos de corrupción en la historia de nuestro país y cuyos principales líderes fueron objeto de investigaciones judiciales y condenas, aparece ahora dando lecciones de honorabilidad y bloqueando con tinterilladas las pocas acciones positivas de un gobierno agonizante.

El empresariado nacional, tanto el de las históricas familias patricias como el de nuevos ricos, involucrados igualmente en la corrupción política, salen nuevamente a la luz con otros latrocinios y colusiones económicas que muestran su tradicional apetito voraz por el dinero sin importar los daños causados al estado y a los consumidores.

La iglesia, el fútbol y nuestras Fuerzas Armadas han sido nuevamente protagonistas de escándalos morales y financieros cuyas proporciones aumentan cada día.

La izquierda y la Nueva mayoría, por su parte, asustadas y vergonzosas por haber recibido dinero de manos de sus antiguos esbirros buscan en primer lugar, al igual que la derecha, las fórmulas jurídicas o administrativas más viables para evitar   los rigores de la ley, entorpeciendo sin rubor algunas significativas iniciativas propuestas para evitar la corrupción y establecer la probidad. En seguida, la preocupación se centra en la próxima elección presidencial fijando la atención en figuras que no hayan sido mancilladas por la escandalera o que estén poco ligadas a personajes involucrados, lo que cada día es más difícil. De esta manera aparecen históricos nombres que batirían todos los records de longevidad presidencial en la historia de Chile y de Latinoamérica a excepción de República Dominicana que lo sustenta con Joaquín Balaguer.

Mal año este 2015 para todos, para la humanidad, para la paz, para la probidad, para la política.

¿El 2016 será mejor o tendremos que cambiar el título al célebre tango de Astor Piazzola y Horacio Ferrer por el de “Balada para un mundo loco”?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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