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¿Un hombre bueno?


La frase, sostenida por la cónyuge de Jaime Orpis, no solo demuestra el cariño que aquella siente por este, sino que devela una realidad peor que ha venido quedando en evidencia durante el tiempo en que han estallado los diversos escándalos de corrupción en el sector político. Esta realidad no es otra que la arraigada convicción por parte de los involucrados, de que nada malo han hecho y de que se trata solo de meros errores, principalmente enmendables a través de la devolución de recursos.

No me encuentro en condiciones de afirmar que Orpis es un hombre bueno; lo más probable es que en otros ámbitos, ajenos a la política, sea un hombre excepcional, cariñoso con su familia y amigos, leal, buen vecino, etc. Pero sí nos encontramos ante una evidencia objetiva que devela que, en el contexto del Código Penal, Orpis no ha sido un hombre bueno.

En efecto, la Fiscalía sostiene que recibió más de 200 millones de pesos de una empresa interesada en que una determinada materia fuera votada en un determinado sentido. Igualmente, que se apropió indebidamente de dineros, etc. Todos los cargos formulados, en una primera etapa, le han parecido razonables incluso a la Corte Suprema (que lo desaforó), de modo que existe una altísima probabilidad de que sea condenado. Además, no olvidemos que la decisión de la Corte de Apelaciones de Santiago, en cuanto a considerarlo un peligro para la sociedad, fue adoptada por unanimidad.

[cita tipo=»destaque»]Resulta lamentable que la familia del senador sufra por sus actos; pero también es lamentable que el señor Orpis pretenda, de una manera u otra, pasar por un hombre bueno que no merece estar detenido y que sus conductas no merecen reproche penal. Seamos precisos: se trata de delitos (no errores), y hasta acá todo indica que se Orpis actuó como un delincuente.[/cita]

Pero vuelvo a insistir en que lo más preocupante es que no existe conciencia de la magnitud de los “errores” cometidos. Nadie que lleve el número de años que Orpis lleva en el Congreso, que ostente la profesión del desaforado senador, puede afirmar que se trata solo de errores. Lo que ha ocurrido con Orpis no es más que la consecuencia de haber cometido delitos muy graves, los que, como el senador debe saber solo por su condición de abogado, deben ser sancionados con la máxima severidad. No olvidemos que este hombre bueno los cometió durante varios años…

En suma, resulta lamentable que la familia del senador sufra por sus actos; pero también es lamentable que el señor Orpis pretenda, de una manera u otra, pasar por un hombre bueno que no merece estar detenido y que sus conductas no merecen reproche penal. Seamos precisos: se trata de delitos (no errores), y hasta acá todo indica que se Orpis actuó como un delincuente.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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