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Una decisión paradójicamente comunitaria

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Por: Rafael Fuentealba Soto, Estudiante de Derecho Universidad de Chile


Señor Director:

Como ex-alumno del Liceo Manuel de Salas, he visto con profundo pesar la decisión adoptada por la comunidad de restarse del proceso de elecciones municipales 2016. Más allá de las preguntas que correspondería hacerse frente a dicha situación (¿por qué el LMS tiene el derecho a restarse del proceso y negar el uso de su espacio? ¿Qué pasaría si todas las instituciones tomaran esa decisión?), lo más lamentable es que sea una institución perteneciente a la Universidad de Chile, cuyo rol público y pluralista es innegable, la que decide negarse a participar en una de las expresiones más significativas de lo que implica vivir en una sociedad que sustenta como valores la participación ciudadana y el pluralismo, mismos valores que el colegio propone en su proyecto educativo que se caracteriza por innovador e integral. Por dichas razones el LMS ha sido, históricamente, digno de respeto y admiración, en tanto propone una visión laica y pluralista que permite el desarrollo integral de sus alumnos.

Pero hoy dichos valores son socavados por una decisión estudiantil que manifiesta una percepción, a mi juicio errada, de lo que son los deberes. Han dejado de ver en ellos una expresión de respeto por el otro, de igualdad, y los han definido como expresión indubitada de una imposición exigida por autoridades que utilizan su poder para propia conveniencia, y no al bienestar de la comunidad. He aquí una llamativa contradicción: esta errada percepción del deber los ha llevado a tomar decisiones profundamente individualistas, pero disfrazadas de «protección a la comunidad», mostrándose orgullosamente rebeldes frente a todo tipo de deber, y no sólo frente a los que realmente merecen una actitud crítica. Y la causa de eso tiene, a mi parecer, 3 aristas: por una parte, la incapacidad de las generaciones anteriores de transmitir el sentido de los deberes, de la participación y la comunidad, como valores dignos de respeto cuando son justamente fundamentados (en donde todos nos debemos sentir culpables). Por otra parte, decisiones tomadas por adolescentes (donde es natural que, en el proceso de auto-afirmación, sea mi espacio individual el que protejo), y por último, la proyección de padres cuyas generaciones no participaron de ninguna lucha social y ven en sus hijos la posibilidad de hacerlo.

El fundamento de la asamblea estudiantil tiene como consignas la absoluta desconfianza y repulsión a los mecanismos anti-democráticos «serviles al poder empresarial», indicando que no legitimarán un sistema impuesto por la dictadura, haciendo referencias a una deseada democracia directa y participativa. Con todo lo perfectible que son nuestros procesos democráticos, ¿no es justamente eso, democracia representativa, lo que el pueblo chileno ha decidido darse? ¿No fue así como se derrotó a la dictadura, en donde, paradójicamente, tampoco había elecciones? Hoy, la nueva generación ha decidido que el LMS, uno de los lugares insignia en donde se hicieron filas de horas para retornar a la democracia, ya no sea testigo de un proceso de elecciones, que tanto valoramos, y por consiguiente, ha sentenciado un absoluto desprecio por las formas democráticas que nos hemos dado como país.

No creo que la manera de discutir esta coyuntura sea de forma reaccionaria, pero a lo menos debe plantearse una reflexión respecto a las señales institucionales que han dado el LMS, y la U. de Chile de forma indirecta, para replantear las posturas que tendrán frente a lo público, el pluralismo, los deberes (bien entendidos) y la comunidad como valores dignos de respeto. Lamentablemente las autoridades no han realizado esta reflexión, y por conveniencia práctica, han decidido restarse en términos institucionales del proceso eleccionario.

En este último punto, además, se nos presenta otra paradoja: en el contexto de colegios «movilizados» (municipales o subvencionados), entendidos como parte del activo del movimiento estudiantil, probablemente se presenten tomas basadas en los mismos argumentos que la asamblea del LMS esgrime. Sin embargo, serán probablemente desalojados, como la Ley lo indica. El Liceo Manuel de Salas (particular y al alero de la U. de Chile), en cambio, toma la decisión de restarse de las elecciones, en términos institucionales, y nadie se plantea si quiera la duda de si corresponde otorgarle ese derecho de decisión autónoma. ¿Expresión de la lógica de elite en la lucha social?

Rafael Fuentealba Soto, Estudiante de Derecho Universidad de Chile

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