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La siesta entre los escándalos

Juan Echaurren
Por : Juan Echaurren Consejero Superior UC
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De un tiempo hasta ahora, han sido abundantes los escándalos que han avergonzado al país frente a nuestros propios ojos y los de la comunidad internacional. Sin embargo, es evidente que la acción de nuestros medios de comunicación ha jugado un rol fundamental en la importancia que le asignamos a cada uno de ellos. Este proceso es clave, porque implica una vociferación selectiva, en que la élite y los medios deciden qué nos debe importar y qué debe pasar desapercibido.

Dentro de los escándalos que se destapan día a día, ha destacado el regalo entregado por el presidente de Asexma a nuestro ministro de economía, quién fue capaz de recibir dicho obsequio con una sonrisa de oreja a oreja y sin manifestar ningún tipo de rechazo o resistencia pese a que, a priori, el vulgar presente es una evidente ofensa contra el género femenino. Y sí, ha producido escándalo, y con justa razón, pues cosificar a la mujer diciendo que necesita estímulos al compararla con la economía, es un claro desprecio a su dignidad.

Sin embargo, cabe destacar la hipocresía que duerme detrás de esta escandalización, ya que este es sólo un síntoma del cáncer que padece nuestra sociedad, el machismo.  Este mal ya se ha ramificado desde que se permitió que el cuerpo de la mujer se convirtiera en instrumento de consumo tanto en la publicidad como en la pornografía y la prostitución. De esta manera, se hace difícil creer en intenciones reales que busquen posicionar la dignidad y los derechos de la mujer, sin querer erradicar dicho tumor desde sus orígenes.

En paralelo a esto, un frívolo escándalo ha acabado con la vida de un inocente. Se trata del niño de 13 años a cargo del SENAME, quien fue torturado durante 12 horas y muerto a martillazos por adultos que creían que había abusado de su hija. Dicha institución al parecer dormía una siesta cuando ocurrió esto, porque no hizo nada por protegerlo. A diferencia del escándalo anterior, este pasó casi completamente desapercibido, tratándose de un daño abismantemente mayor.

[cita tipo= «destaque»]¡Han asesinado a un niño inocente porque nadie lo defendió y a nosotros no nos pasa nada! ¡Han asesinado y abusado de los derechos humanos en frente de nuestras narices y nos quedamos de brazos cruzados, en un país que “tiene memoria”! ¿Qué lentes están usando los defensores de derechos humanos cuando sólo ven a la muñeca inflable y no la muerte del niño? ¿Qué sueño estamos durmiendo todos cuando ocurren estas cosas y no hacemos nada? ¿O es que acaso estamos durmiendo la misma siesta que el SENAME y el Gobierno?[/cita]

¡Han asesinado a un niño inocente porque nadie lo defendió y a nosotros no nos pasa nada! ¡Han asesinado y abusado de los derechos humanos en frente de nuestras narices y nos quedamos de brazos cruzados, en un país que “tiene memoria”! ¿Qué lentes están usando los defensores de derechos humanos cuando sólo ven a la muñeca inflable y no la muerte del niño? ¿Qué sueño estamos durmiendo todos cuando ocurren estas cosas y no hacemos nada? ¿O es que acaso estamos durmiendo la misma siesta que el SENAME y el Gobierno?

¿Qué hace una presidenta de la república hablando de una muñeca inflable y, por otro lado, cruzándose de brazos frente a la horrorosa realidad de la institución a cargo del “cuidado”, “protección” y ‘’reparación’’ de los niños?

Nuestra inquietud va hacia la sociedad en general y hacia las autoridades. Por una parte, no podemos seguir alimentando el círculo vicioso de la hipocresía, que permite la enfermedad (la utilización de la mujer) y se escandaliza con el síntoma (el regalo ya conocido). Y por otra, la misma sociedad supuestamente defensora de los derechos humanos y de la dignidad de las personas es, al mismo tiempo, perezosa y cómplice, porque evidenciando la injusticia prefiere seguir guardando silencio.

El gobierno nos ofrece la triste realidad de una seguidilla de escándalos, y nosotros como chilenos no podemos marearnos y dejarlos pasar. Estamos cansados de la falsedad y de la corrupción, del atropello de los derechos y la dignidad humana. Necesitamos despertar de esta siesta ahora, y una vez despiertos ponernos unos lentes que nos permitan ver no solo muñecas inflables, sino aquella amarga realidad que viven miles de niños en nuestro país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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