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Ecoterrorismo como oxímoron: ¿Es coherente el terror con los principios del ecologismo?

Patricio Segura
Por : Patricio Segura Periodista. Presidente de la Corporación para el Desarrollo de Aysén.
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No existe elemento alguno para dudar sobre la realidad del acto que afectó al ejecutivo y a su círculo más cercano. Uno hecho gravísimo que debe ser investigado y sancionado acorde a nuestra legislación, y cuyo alcance va mucho más allá de los efectos físicos y sicológicos al entorno de Landerretche, afectando a la sociedad en su conjunto. Cuyo efecto es, efectivamente, generar terror.


De seguro, la idea viene de cerca. Luego de años de experiencia y divulgación socioambiental, para muchos activismo conocido genéricamente como ecologismo, este planteamiento sonará más a defensa que a estricta reflexión. Más a justificación que a lógica argumentación.

Pero ese mismo tiempo de trabajo y vinculación mediática permiten saber que, lamentablemente, la instalación de discursos, lugares y sentidos comunes muchas veces no es cosa del azar ni de la ignorancia.

Buen ejemplo de aquello es el atentado que sufriera recientemente el presidente de Codelco Oscar Landerretche, su familia y una trabajadora de su hogar. Aquel que, posteriormente, se adjudicara un autodenominado grupo “ecoterrorista” que reivindica la medida “en nombre de todo lo salvaje y desconocido” como voz de “los montes ultrajados” y los “árboles” espantados.

No existe elemento alguno para dudar sobre la realidad del acto que afectó al ejecutivo y a su círculo más cercano. Uno hecho gravísimo que debe ser investigado y sancionado acorde a nuestra legislación, y cuyo alcance va mucho más allá de los efectos físicos y sicológicos al entorno de Landerretche, afectando a la sociedad en su conjunto. Cuyo efecto es, efectivamente, generar terror.

Sin embargo, la pregunta pertinente es si basta con escribir un blog para asumir determinada autodefinición como cierta. Que alguien señale en internet pertenecer a un grupo “ecoterrorista” para concluir que se trata de una persona o grupo que, expresando adherir a los fundamentos del ecologismo, decidió que la vía para avanzar en tales objetivos son la violencia física e incluso la muerte de los otros. Tal no solo es, como bien señalara el presidente del Partido Ecologista Félix González, una contradicción esencial sino responde más bien a una patología que impide a alguien vivir en sociedad según los parámetros que nos hemos dado. Lo ocurrido es, precisamente, un acto violentista con toda la insanía que ello conlleva.

Porque vincular esta acción con el movimiento ecologista, mediante la reiteración del concepto de “ecoterrorista” es un error conceptual y procedimental.

Conceptual por los fundamentos que mueven a quienes abrazan profundamente la idea de cuidar y atesorar la vida, incluida la de los seres humanos, mejorando nuestra relación con los ecosistemas, que son los atriles donde se compone aquella hermosa sinfonía que es la existencia de todas las especies. Paradoja similar a hablar de un “ejército de la paz”. Un oxímoron que intenta cuadrar el círculo, reunir dos ideas contradictorias.

Procedimental porque no basta con un blog para asumir lo que este dice. Si el día de mañana alguien instala una bomba y envía una carta señalando que es un frente paramilitar de la Sofofa, ¿los medios aludirán en todas sus informaciones a que es el grupo empresarial el que realizó tal acción? ¿Iniciarán, sin más, un diálogo y debate sobre el camino que ha recorrido la patronal para llegar a dichos extremos violentistas?

Tiendo a pensar que no. Que dudarán en todo momento de la validez de tal declaración y usarán, probablemente, recursos indirectos para referirse al grupo en cuestión.

Pero en este caso no ha ocurrido así en toda su expresión. No existen elementos para dudar que los autores del blog sean los responsables de la acción pero sí para creer que el objetivo que los motiva no es precisamente el ecologismo. “Supuesto”, “autodenominado” y el uso del condicional son herramientas que el periodismo conoce muy bien para matizar las informaciones que entrega al público. Esos contenidos que van moldeando la visión social de la ciudadanía.

Es lo que ocurre en este caso.

Inconscientemente al reiterar con insistencia la idea de “grupo ecoterrorista”, se vincula el trabajo de los movimientos ecologistas con la desquiciada acción de quienes atentaron contra Oscar Landerretche. Y algunos medios se basan, fundamentalmente, en un blog delirante que más que ayudar a las comunidades que sufren los impactos socioambientales por las operaciones de la cuprífera estatal les perjudican, al inhibirles ejecutar legítimas acciones de movilización para no ser asociadas con la reciente acción.

El titular principal de La Tercera de este domingo (“Indagan a grupo ecoterrorista y policía ordena vigilancia especial para Landerretche”) surte el efecto mencionado. El medio podría haber recurrido al concepto de “autodenominado” –como lo han hechovarios otros- para aportar al debate sobre la acción y su coherencia con los fundamentos ecologistas o sobre si basta un escrito en un blog para asumir por cierta la adscripción ecologista. El camino escogido fue otro. El de la certeza donde hay más dudas que claridades.

Una prensa responsable requiere ir más allá de la superficie. Colaborar a la amplia deliberación que un sistema democrático demanda y comprender que el lenguaje construye sentido. En el fondo, realidad.

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