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Las paradojas de Carolina


Que el panorama presidencial se ha vuelto líquido no cabe duda alguna. Emerge Carolina Goic como presidenciable, proclamada, definida en la centroizquierda, relegando a un temporal segundo plano al segmento de su partido ubicado más a la derecha. Tampoco cabe duda de que es la mejor carta en la DC; ya lo habíamos dicho: no existe hoy por hoy en su partido algún personaje que tenga las cualidades de Carolina, que son muchas y variadas: inteligente, trabajadora, cercana a la ciudadanía (en Magallanes en muchos casos es objeto de adoración), hábil estratega política, conocida nacionalmente (a una semana de ser proclamada ya era mencionada en las encuestas); en Magallanes no tiene contrapeso político. Encontrar un defecto en la candidata resulta difícil; quizá el más evidente es una paradoja: su vínculo con la DC.

Y claro, es paradojal porque es DC hasta el tuétano, lo lleva en la sangre. Es sabido que la DC hoy se puede declarar de centro izquierda, para mañana mover ese centro en dirección diametralmente opuesta. Decíamos más arriba que el sector de derecha de su partido se encuentra “temporalmente” relegado, nadie podría imaginar que Gutenberg y su cofradía no siguen operando entre las sombras. Entonces la definición de una mujer de izquierda, como siempre ha sido Carolina, está evidentemente supeditada al vaivén partidario de la DC, de modo que tarde o temprano se verá enfrentada a una nueva paradoja.

Pero esa no es la única paradoja. También decíamos que Carolina no tiene contrapeso en Magallanes. Sin embargo, la directiva regional es abiertamente opositora a Carolina; el diputado Morano, quien perdió la alcaldía de Punta Arenas producto de un frenesí de poder, apoyó abiertamente al diputado Torres, el otro candidato a presidir la DC. En tanto, la presidenta regional no siempre ha tenido prudencia para referirse a la senadora, particularmente cuando fue intendenta. Sin duda esta circunstancia genera un flanco que no tiene mucha lógica, atendida la popularidad que Carolina ostenta en la hermosa Región que representa, flanco que debiera ser cubierto antes de consolidar su candidatura. Nunca se sabe con qué pueden aparecer ciertos personajes.

Luego, está el hecho de que Carolina es una abierta simpatizante de la Presidenta Bachelet, de quien es una de sus parlamentarias favoritas. A la senadora le correspondió una activa participación, por ejemplo, en la reforma previsional del primer gobierno de la Presidenta, proyecto emblema de esa administración. Y la paradoja está en que la tendencia hoy por hoy es marcar una más que prudente distancia con el actual gobierno, como ha hecho Guillier y también Lagos en más de una ocasión.

[cita tipo=»destaque»] Carolina deberá hacerse cargo de la paradoja de mayor envergadura, cual es participar de una coalición donde el PC es tanto o más gravitante que su partido, circunstancia que produce urticaria a connotados militantes, que sin duda operarán para que tal cosa no ocurra. Me atrevo a hacer un vaticinio: terminarán las paradojas y comenzarán, para Carolina y la DC, las encrucijadas.[/cita]

Por otro lado, Carolina se enfrenta a la paradoja más delicada que puede enfrentar un candidato presidencial, esto es, participar de un proceso en el que el apoyo no es sustancial sino que adjetivo. Y su participación en primarias huele demasiado a un eventual apoyo del segundo tipo, donde el interés no estará situado en un Chile mejor, sino que más bien en mantener el control de los centros de poder dentro del aparato de gobierno. O sea, alguien, en algún momento, adherirá a un programa sin leerlo, con el solo afán de continuar apernado al poder. Y da la impresión que Carolina no se prestará para eso. O al menos no debiera.

Porque si Carolina es derrotada en las primarias (si es que se llegan a realizar), su partido habrá asumido el compromiso de apoyar a quien resulte vencedor (Guillier, probablemente; Lagos, muy improbablemente). Y en ese punto será tremendamente relevante entender que el horno político ya no está para deslices como el de Walker, donde la falta de lectura del programa volverá a ser una versión tan absurda como la primera vez.

Por último, Carolina deberá hacerse cargo de la paradoja de mayor envergadura, cual es participar de una coalición donde el PC es tanto o más gravitante que su partido, circunstancia que produce urticaria a connotados militantes, que sin duda operarán para que tal cosa no ocurra. Me atrevo a hacer un vaticinio: terminarán las paradojas y comenzarán, para Carolina y la DC, las encrucijadas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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