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Elecciones FECh

Por: Matías Fuentes Oviedo; Ignacio Lorca Castillo; Simón González Barrios


Señor Director:

La FECh fue fundada hace más de 100 años, en una época de grandes cambios. En nuestro país, para aquel tiempo, los estudiantes de la Universidad de Chile daban vida a una federación que no atendía sólo asuntos estudiantiles, sino que se encontraba volcada hacia la sociedad entera, agrupando, además de estudiantes universitarios, a secundarios, obreros y artistas. Esto queda de manifiesto en los primeros números de la revista “Claridad”, órgano de la FECh en cuyas páginas se trataban los más diversos tópicos, escribiendo autores de distintos sectores y agrupaciones sociales.

El rol que ha cumplido históricamente la Federación, se vio manifestado en distintas coyunturas del siglo XX. En la década del 20´, jugó un papel clave en el momento pre revolucionario que vivía Chile, luego, fue una férrea opositora a la dictadura de Ibañez, en la década del 40’ y 50’, con la “Ley Maldita” en vigor, nuevamente, cumplió un rol crítico en defensa de los principios democráticos. Así también tuvo un rol protagónico en la Reforma Universitaria del 68’.. La FECh se comprometió, asimismo, con el programa transformador de la Unidad Popular, volcándose al trabajo conjunto al gobierno y los sectores populares. Durante la dictadura de Pinochet, fue un opositor férreo, organizando notables movilizaciones contra los Rectores y Decanos designados por la dictadura. En 2011, supo articular el descontento subjetivo que predominaba en los chilenos frente a la mercantilización de la educación, y el modelo en general.

Ahora, en 2017 qué podríamos decir de la FECh. Aquel rol histórico, ¿es aún desempeñado por la federación?.

La reestructuración de la Federación, tras su supresión en la dictadura, implicó una serie de cambios en su institucionalidad, siendo uno de ellos la “mesa integrada por resta”. Un sistema donde varios grupos políticos participan, y se les asegura integrar la Mesa Directiva de la Federación a lo menos a las agrupaciones que consigan las 5 primeras mayorías, produciéndose excepcionales “doblajes”. Por otro lado, se constituyó un “Pleno de Federación”, organismo deliberativo que busca ser un contrapeso a la Mesa Directiva. Este pleno, cuenta con 62 “Concejeros de Federación”, electos en cada Facultad o Instituto, según el número de estudiantes del espacio.

El mecanismo de mesa integrada por resta, para que el lector se haga una idea, es similar a un sistema proporcional , y asegura 5 partes distintas integrando (a menos que una doble). Asegura a cada grupo político “grande” un cupo en la mesa. Lo anterior, si bien asegura la integración de la mayoría de los grupos políticos “grandes y activos”, excluye la posibilidad de realizar proyectos significativamente transformadores, ya que entre los cinco integrantes de la mesa se “controlan mutuamente” impidiendo la transformación en aras de sus intereses políticos particulares. Lo que queremos decir, es que este sistema electoral es políticamente poco eficaz, ya que, neutraliza la posibilidad de cambio y transformación, y por el contrario, propicia un inmovilismo político que despolitiza la institución estudiantil al asegurarle integración a 5 militancias políticas distintas.

En el cuerpo de concejeros es posible evidenciar la despolitización. Situaciones como la vivida en 12 de las 17 facultades de la Universidad, donde para la última elección, había más cupos que candidatos en competencia, o éstos eran iguales. Este panorama muestra el poco interés en participar en la Federación, y la casi nula competencia política y confrontación de ideas, que en la mayoría de las Facultades se da para instancias eleccionarias. Por otro lado, el cargo en la mayoría de los casos carece de público conocimiento, y sus funciones se desempeñan vagamente, pero curiosamente, muchos de aquellos que ocupan este sitial, luego son candidatos en instancias superiores en sus Facultades o en la Federación. Por último, el Pleno de Federación comparado a la Mesa Directiva, tiene un peso político muy inferior, no pudiendo ejercer un efectivo control de la Mesa; además, como ya hemos dicho, la Mesa Directiva, producto de sus sistema integrado, carece de la posibilidad de sostener proyectos políticos transformadores. En suma, la combinación de un Pleno poco potenciado y una Mesa Integrada, propician el inmovilismo político y la neutralidad, vicios muy típicos de la política del “bi nominal”.

Con todo, pensamos que en la FECh se evidencia una clara burocratización. Sus miembros construyen un poder aparentemente justificado, a través de la pretensión de ser necesarios y del amplio manejo de información. Lo anterior es realizado prescindiendo de una base social y política, vale decir, producen una metodología que les asegura su instalación y perpetuación en el sistema, estableciendo métodos y prácticas tendientes a conservar la posición de poder que ostentan y neutralizar la política para su beneficio.

Por último, nuestra Federación ha vivido en los últimos años una serie de elecciones con bajo quórum (el mínimo por estatuto es del 40% del estudiantado), marcando cifras muy cercanas al referido 40%. Creemos que la baja participación, no es sino, un reflejo del desencanto con la política federativa, de aquel que entiende que las instituciones políticas actúan por intereses ajenos a los suyos, y su aporte, ya sea por la mera formalidad del sufragio, es totalmente irrelevante para decidir el curso de las decisiones políticas. La no identificación con la FECh es un efecto de lo alejada que esta se encuentra de las bases estudiantiles, y de su separación con los intereses que antaño convocaban no sólo a estudiantes, sino a una gran masa social. La reflexión sobre la despolitización escapa a este texto, pero si vale dejar en claro, que la estructura institucional de la federación es un franco aporte al alejamiento de la política.

Poco a poco nuestra Federación se ha ido volcando más hacia lo gremial, haciendo eco del modelo neoliberal. Su tinte claramente político ha sido desplazado, explicado aquello por diversos factores, como la burocratización y el distanciamiento de la base social que la sostiene. Creemos que aún estamos a tiempo de revitalizar y reestructurar nuestra federación, pero aquello, debe ser mediante una propuesta seria con arraigo en las bases y con un auténtico compromiso político, reflejo de la responsabilidad de la juventud universitaria con la edificación de un país democrático, equitativo, y desarrollado culturalmente, hacia la superación del sistema imperante; no un nuevo tanque de oxigeno para darle un poco más de vida a la moribunda Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile.

Matías Fuentes Oviedo
Ignacio Lorca Castillo
Simón González Barrios
Estudiantes de Derecho de la Universidad de Chile

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