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Piñera versus Guillier: conservador versus conservador Opinión

Piñera versus Guillier: conservador versus conservador

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Gonzalo Bustamante
Por : Gonzalo Bustamante Profesor Escuela de Gobierno Universidad Adolfo Ibáñez
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La pugna electoral se apaga. Se caracterizó por frases rimbombantes y pocas ideas. Tanto es así, que probablemente muchos de los que ya han decidido su voto tendrían dificultades para explicar la posición y medidas de sus elegidos sobre AFP, CAE, reforma penal, Constitución, etc. Por el contrario, seguramente, con gran facilidad, ridiculeces conceptuales como Chilezuela, piñerachetismo, lapsus linguae “oportunísticos” (otro menos notorio fue el guillierismo «ipsa facto»), los apoyos de Mujica o el Mago Valdivia, serían de recordación inmediata.


Ha existido una cierta incapacidad de salir de la generación de atmósferas a un debate de ideas. Por ejemplo, una de las primeras en denunciar esa “campaña del terror” fue la propia Beatriz Sánchez, quien el 13 de noviembre, respecto de Guillier, señaló: «Lo que ha dicho contra Piñera es, más bien, una campaña del miedo, del terror, y creo que a Piñera no se le gana con campañas del terror». Ocurre que, si uno atiende a las razones de muchas de las caras visibles del Frente Amplio para votar Guillier, es el “terror a Piñera”. Desde “paremos el pinochetismo” hasta «La Araucanía militarizada por José Antonio Kast”.

Otras han sido pintorescas, como la del diputado Boric, que indicó que por ser “hombre, heterosexual, blanco”, al no ser él sujeto de discriminación, debe preocuparse de los que sí lo serían durante un Gobierno de la derecha. Seguramente, durante estas tres semanas, estuvo tratando de dilucidar si pertenece a los pueblos originarios o es afrochileno. La excepción, en seriedad y veracidad argumentativa, fue la diputada de Izquierda Autónoma, Camila Rojas, quien entregó razones políticas claras de su apoyo a Guillier. Sin duda, será un nombre al que valdrá la pena seguir sus pasos.

La derecha no lo hace nada de mal, tiene historia y con posgrados en campañas del terror. Como bien indicó el senador Ossandón (en una extraña demostración de lucidez), la campaña por demonizar al Frente Amplio y a Guillier fue irresponsable. Habría que sumar a ciertas personalidades del mundo empresarial y financiero. Por fin, comprendió la derecha que la denostación de todo lo obrado por un Gobierno de transformaciones, como el de Bachelet, no era el camino.

Quizás algo que explica esa incapacidad de centrar la campaña en ideas y propuestas, es que, al final del día, es una disputa bastante poco apasionante, entre dos conservadores. Ambos son defensores de lo existente y reformadores (leves) de un sistema.

Lo anterior no es, necesariamente, negativo. Por eso es irracional esperar el resultado del próximo domingo: retirando fondos mutuos o cualquier tipo de inversión, para arrancar del «terror chavista”. Cerca de una embajada, por si hay que asegurar la integridad física ante la llegada de fuerzas pinochetistas contrarrevolucionarias. Todas las anteriores son visiones delirantes.

Guillier, un caballero  de tronco radical, es un continuador de la coalición reformista ya existente. Es un conglomerado defensor de la institucionalidad, incluido el Partido Comunista. No se requiere ser historiador para saber que una característica del PC chileno ha sido el respeto al orden constitucional. Sume que Camila Vallejo, Karol Cariola, sus dos figuras más prominentes, son parte de una emergente cultura “comunista chic”. Mire su equipo económico: Rosales, Escobar, etc. No me diga que usted cree que van a expropiar la Papelera o El Mercurio. 

Por el otro lado: Piñera, cuya raíz democristiana nunca abandonó del todo, tiene una trayectoria dentro de la derecha que lo ha caracterizado por diferenciarse del sector más duro. Se enfrentó con ellos por temas de derechos humanos, Colonia Dignidad, entre otros, con Pinochet vivo. Eso no va a cambiar. Es cosa de atender a su jefe programático, Gonzalo Blumel. Además, la UDI se encuentra debilitada. El éxito de un proyecto al estilo de Piñera es la muerte de la derecha que José Antonio Kast quiere revivir. Tampoco viene una retroexcavadora en retroceso respecto de los derechos sociales.

Existe un solo motivo de temor, casi pavor, el centrismo es tal, que en los llamados temas valóricos, es una elección culturalmente sin liberales, solo entre conservadores.

¿Es deseable candidatos más conservadores? Solo si usted es un ultramontano, extremista de derecha o algo así como comunista de los años 60.

Ejemplos: Piñera se opone al matrimonio igualitario. Las comparaciones internacionales con fuerzas de similar orientación son útiles. La derecha australiana (cuyo primer ministro es antimonárquico) fue su gran promotor, lo mismo en Suecia y Gran Bretaña. La posición del candidato de Chile Vamos lo acerca a alguien como Angela Merkel: partidaria de asignación de derechos a uniones, no al matrimonio. Piñera cita como referencia, para abordar ciudadanía transgénero, literatura –seré generoso– pseudocientífica. Eso lo pone en línea con  ciertos sectores del Partido Republicano norteamericano. Respecto al aborto, la derecha chilena (esa que Vargas Llosa describió como cavernaria) nada tiene que ver con alguien como Macron, a quien Piñera dice admirar. Cabe mencionar que, en el caso de Francia, tanto el aborto, extensión de la ley de divorcio, políticas anticonceptivas, fueron impulsados por la derecha: lo primero y segundo, obra de Giscard y su ministra Simone Veil; lo tercero, del gaullista  Lucien Neuwirth.

[cita tipo=»destaque»]Si usted es un conservador en estos temas: vaya y vote tranquilamente por alguna de estas opciones, seguro lo representarán. Otra posibilidad es que, dentro de lo que existe, opte por quien le parezca más confiable, capaz, simpático, menos malo, etc. Pero no se deje asustar. Si nada de lo anterior es lo suyo, vote igual pero anulando. Una opción puede ser estética, por ejemplo, puede marcar: Norton Maza, Ana Tijoux, Weichafe, Lotty Rosenfeld, Smiljan Radic, etc. La lista es extensa. Lo mejor que produce nuestro país proviene del mundo de la cultura; falta bastante para decir lo mismo del político.[/cita]

Reagan, Bush,  Trump, defendieron como excepciones a su oposición al aborto: casos de violación, incesto y peligro de la vida de la madre. Nadie considerará a ese trío como “una pandilla  de progresistas hippies y radicales”, sería lo que faltaba. Lo impresionante es que Guillier, sí, el mismo, indicó que el aborto como medio anticonceptivo es inaceptable. Por lo confusa de la frase, se debe suponer que lo que niega son los derechos reproductivos de la mujer en lo que se refiere a la autonomía y propiedad sobre su propio cuerpo. Modelo de progresista: solo empata con tan ilustre trío de “liberales”. A lo anterior se suma que, al referirse a los clientes de un sauna gay, los define como “gente de todo tipo». El caso Calvo, en cuanto exposición pública, debe ser de los más violentos contra una persona homosexual por su condición.

Si usted es un conservador en estos temas: vaya y vote tranquilamente por alguna de estas opciones, seguro lo representarán. Otra posibilidad es que, dentro de lo que existe, opte por quien le parezca más confiable, capaz, simpático, menos malo, etc. Pero no se deje asustar.

Si nada de lo anterior es lo suyo, vote igual pero anulando. Una opción puede ser estética, por ejemplo, puede marcar: Norton Maza, Ana Tijoux, Weichafe, Lotty Rosenfeld, Smiljan Radic, etc. La lista es extensa. Lo mejor que produce nuestro país proviene del mundo de la cultura; falta bastante para decir lo mismo del político.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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