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No hay nada más exitoso que el éxito

El electorado “no ha hecho justicia” y ha reelegido a un candidato que no reúne los requisitos para el cargo. Su mérito reside en que el programa de su antagonista era peor que el suyo.


Escribí que Piñera se lo compró todo. Bueno, fue una buena compra, tuvo éxito y ganó. Creo que el alemán Ludwig Erhard acuñó hace más de setenta años la frase: “no hay nada más exitoso que el éxito”, refiriéndose a que su política económica de libertad, ampliamente criticada entonces por las mayorías de todas partes –según el barómetro político de esa época— estaba, sin embargo, provocando el “milagro alemán”.

Más de trescientos años antes, William Shakespeare había escrito: “todo está bien cuando termina bien” (“all’s well that ends well”). No sé si es verdad, pero suena bien.

No se saca nada con criticar a Piñera cuando una mayoría tan sustancial lo ha respaldado. Pero no por eso dejaré de hacerlo. Hace muchos años me di cuenta de que la mayoría de los chilenos no me hace ningún caso y nunca me importó demasiado.

No voté en la segunda vuelta porque ninguno de los candidatos cumplía, a mi juicio, con los requisitos para desempeñar bien el alto cargo. He reiterado mi opinión, también de muchos años, en el sentido de que el triunfador de hoy no reúne los atributos básicos para ejercer la primera magistratura. Y si bien su rival no tenía algunos de los principales defectos de aquél, su programa político era muy perjudicial para el país. Por eso hoy me abstuve.

Expuse reiteradamente el largo prontuario de Piñera, pero eso no importó nada, porque rara vez mi denuncia transcendió de los límites de este blog, por razones que no es difícil imaginar. Además, en Chile las actuaciones vituperables no encuentran eco en la opinión pública si no tiene lugar “el juicio por los diarios”, que nunca fue iniciado contra Piñera.

Además, en una columna de “La Tercera” Eduardo Engel afirma que la corrupción de los políticos no le importa a la mayoría de los votantes de derecha, que fueron los que levantaron e impulsaron la candidatura de Piñera. Por eso fue candidato y posteriormente, ya proclamado, él y su entorno se encargaron de minimizar la divulgación pública de sus actuaciones más criticables.

En consecuencia, el electorado “no ha hecho justicia” y ha reelegido a un candidato que no reúne los requisitos para el cargo. Su mérito reside en que el programa de su antagonista era peor que el suyo.

Esperemos que, por lo menos, en su mandato no nos suba los impuestos junto con bajárselos él, como ha sido su costumbre al apoyar el alza tributaria de Aylwin en 1991 mientras compraba sociedades “zombis” con pérdidas, que le permitieron eludir los suyos; o como cuando en 2010 y siguientes propiciaba un alza tributaria general y al mismo tiempo enviaba el 72 % de su patrimonio a paraísos fiscales.

En todo caso, estoy cierto de que su acción de gobernante me dará lo que más aprecio como columnista y que él me brindó en abundancia durante su primer mandato y que inspiró mi libro resumen de comentarios, “El Gobierno de Piñera” (2014): tema.

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