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¿Colapso histórico?

Lo concreto es que todo ese movimiento de automóviles en un fin de semana llevó al colapso de la autopista Santiago-Viña, que tiene una capacidad de flujo de 2.600 vehículos por hora, con un peak máximo de 3.600 autos/hora, que se han registrado históricamente en cinco oportunidades/año. Pues bien, ayer el flujo llegó a 4.400 vehículos/hora. Es decir, casi duplicó la capacidad de la infraestructura caminera.


Fue portada hoy en todos los medios y una prueba mayor para los reporteros de televisión, quienes ayer le pusieron sus micrófonos a los atribulados conductores para soltar la típica pregunta estúpida: ¿qué le parece haberse demorado tanto? No escuché a nadie responder que estaba feliz por emplear seis horas de su vida para cubrir los 120 km que separan la V Región de la capital de Chile.

Hace tres semanas no habría faltado uno que culpara a Bachelet por tener un país en donde los ciudadanos acceden al automóvil con la misma facilidad que compran una cocina a gas, o un televisor LED de 900 mil pesos.

Cabe recordar que el negocio automotor cerró el año 2017 con una venta récord de 348.287 (*) unidades nuevas. A eso hay que agregar el mercado de usados, que comercializó 974.515 (**) unidades. De estas cifras, que sumadas dan 1.322.802 (***) vehículos, el 61.24% (****) de ellos se quedan en la Región Metropolitana. Estos números están en el informe de cierre del año 2017 de Cavem, que registra el movimiento comercial de autos nuevos y usados.

Hace tres semanas decían que el país se caía a pedazos y que estábamos a punto de transformarnos en Chilezuela.

Sin embargo, en primera página del cuerpo C (Nacional) de «El Mercurio» de hoy, se informa que los balnearios del país coparon sus hoteles. Seguramente los atendieron gratis, porque el país está destrozado económicamente. Salvo que en tres semanas se haya mejorado todo milagrosamente, gracias a la llegada del Mesías que trajo los «tiempos mejores».

Lo concreto es que todo ese movimiento de automóviles en un fin de semana llevó al colapso de la autopista Santiago-Viña, que tiene una capacidad de flujo de 2.600 vehículos por hora, con un peak máximo de 3.600 autos/hora, que se han registrado históricamente en cinco oportunidades/año. Pues bien, ayer el flujo llegó a 4.400 vehículos/hora. Es decir, casi duplicó la capacidad de la infraestructura caminera.

Por ello, pareció destemplado que el #subsecretariodetransportes (#JoséLuisDomínguez) se despachara una declaración tan liviana como mal intencionada: «En los últimos años no hubo inversión suficiente en las carreteras» (LaTercera de hoy, página 15).

¿Sabrá el subsecretario cuánto cuesta hacer una carretera y cuánto tiempo toma eso? ¿Qué proyectos y obras/país habría que dejar de lado para ampliar la vía a Viña o construir otra, con otro trazado, con los estudios de ingeniería de suelos, intervención de montañas (Chile no es plano, como Argentina), expropiación de tierras, etc. Eso no se hace en 4 años; quizás en 6. Por ello, es sumamente ligero decir que «no hubo inversión suficiente. Nadie alude a que el parque automotor crece a una velocidad sorprendente y usa la misma infraestructura de hace años.

Lo mismo ocurre en los barrios de Santiago. Demuelen tres casas en una cuadra en las que había, en el mejor de los casos, seis autos. En la misma superficie se construye una torre de 16 pisos, con 8 departamentos por planta. Es probable que haya una media de 1.5 autos por departamentos. Es decir, es posible que en el mismo suelo y en una cuadra, el parque automotor suba en 192 autos en apenas diez o 12 meses.

Y nadie puede impedir el legítimo derecho de la gente a tener auto. Pero es inviable que esos nuevos propietarios intenten ir rápido por una autopista en la que no caben.

¿Vale la pena una inversión tan millonaria para cinco eventos al año?

No sería mejor invertir en un tren de alta velocidad, cuyo trazado ya está hecho (solo necesita mejorarlo) y que se dejó de usar gracias a la presión de los camioneros que apoyaron el golpe militar y paralizaron el país para producir el caos. El pago a ese favor fue suprimir los trenes en todo el país para así favorecer el transporte mediante camiones y buses.

La medidas de mitigación (peaje mediante tag), mayor fiscalización de carabineros no parecen suficientes. Ayer, buses de empresas conocidas, no obedecieron las órdenes de la autoridad y se metieron por una variante alternativa, a sabiendas de que el largo de sus vehículos les impediría girar en unas curvas que fueron diseñadas hace más 60 años, cuando no existían este tipo de vehículos. No hubo una patrulla de carabineros en el desvío hacia dicha ruta.

El tema es el volumen del parque automotor, la falta de carreteras y la conducta de los conductores, que ayer se comportaron como seres irracionales, egoístas e irreponsables.

Veremos qué concluye la «comisión especial» que nombró Piñera para estudiar el problema. Todavía no escucho las mismas críticas y burlas que hacía la derecha al gobierno anterior por formar comisiones para enfrentar problemas nacionales.

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