Señor Director:
La particular geografía de nuestro país y la intensa centralización de nuestro sistema de salud son hechos conocidos por todos. En el ámbito que nos concierne, ello condiciona con alta frecuencia la necesidad de traslado oportuno de niños críticamente enfermos, muchas veces en riesgo vital, a centros de referencia dentro de la Región Metropolitana. Este asunto es conocido por la autoridad sanitaria, tanto que constituye un elemento crítico en los protocolos ministeriales de manejo de pacientes con cardiopatías congénitas, o que requieren terapia de oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO), por nombrar un par de ejemplos.
Para aquellos traslados que son susceptibles de cubrir por tierra, el Servicio de Atención Médica de Urgencia (SAMU) está siempre disponible, pese a su elevada demanda y a que muchas veces no cuenta con el equipamiento necesario. Su compromiso es admirable. Sin embargo, en el caso de distancias mayores, no hay en la actualidad ningún sistema de traslado aéreo definido. La llegada de los pacientes a los centros de referencia depende de la disponibilidad y voluntad de empresas privadas de transporte aéreo medicalizado que no tienen la obligación formal de atender el llamado, y cuya respuesta no pocas veces es, irónicamente, que «el paciente está muy inestable para ser trasladado según sus protocolos». Quienes trabajamos en centros de referencia presenciamos con frecuencia retrasos en el transporte de pacientes en riesgo vital, y casos en que la calidad de éste nos hace cuestionarnos seriamente la fiscalización de algunas de estas empresas.
Es impresentable que en nuestro país aún existan casos de niños cuya condición se haya deteriorado por no contar con un traslado seguro y de alto nivel técnico.
La que hemos descrito es una falencia crítica que por años ha sido obviada. Creemos que la creación de un sistema de traslado público, integrado y organizado, que cumpla con altos estándares en la continuidad de la atención de niños con patología compleja, requiere de la atención urgente de las autoridades.
¿O seguiremos aceptando que la probabilidad de que un niño gravemente enfermo mejore dependa de la distancia a la que se encuentre de la capital?
Dr. Víctor Molina Cancino
Cardiólogo Pediatra – Doctor en Ciencias Médicas
Hospital de Niños Roberto del Río
Hospital Clínico P. Universidad Católica de Chile
Dra. Paula Ortiz Fritz
Directora programa ECMO
Unidad de Paciente Crítico
Hospital de Niños Roberto del Río
