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Cáncer: de la fatalidad a la esperanza Opinión

Cáncer: de la fatalidad a la esperanza

Jorge Jiménez
Por : Jorge Jiménez Presidente Foro Nacional del Cáncer
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Las enfermedades y la muerte ocupan un lugar importante en la humanidad. Nacer sano y morir sin dolor esperando la resurrección o la permanencia en la memoria de nuestros cercanos son aspiraciones permanentes en la vida común de las personas. Nos preocupan las transiciones entre una etapa y otra, sobre todo aquellas dotadas de drama y distorsión.

La medicina como función compensatoria de estos riesgos hace lo posible, a veces promete mas de lo que puede y las ofertas excesivas pueden hacerla caer en el descrédito. Nos confundimos mucho con las expectativas que despiertan  ilusiones que van mucho más allá de lo razonable y se nos encuentra con grandes frustraciones. No es fácil adaptar la mente y la tranquilidad espiritual al ciclo vital inexorable pero en evolución.

Los grupos de interés, la mayoría legítimos, luchan por obtener y asegurar lo mejor para enfrentar los daños de la enfermedad. En muchas patologías de edad moderna se han organizado pacientes, familiares o benefactores para poner alguna de ellas en la agenda de la prioridad social que compite por soluciones y recursos. El VIH/SIDA fue emblemático hacia fines del siglo pasado como antes lo fueron la tuberculosis, la desnutrición y la mortalidad de madres y niños. Todas ellas generaron grandes movilizaciones sociales, generaron leyes y se les asignó recursos monetarios e inteligencia social que consiguieron sus objetivos que enorgullecen.

[cita tipo=»destaque»]El cáncer, concebido como antes una fatalidad ha ido tomándose la escena lentamente, mucha gente no quiere hablar de esa innombrable enfermedad, pero a pesar de todo la conciencia se mueve y los indicadores epidemiológicos y sociales la ponen en lugar destacado. A pesar de las amenazas de las infecciones reemergentes o nuevas, como el cólera, la meningitis y las temidas influenzas que aterrorizan a las comunidades.[/cita]

El cáncer, concebido como antes una fatalidad ha ido tomándose la escena lentamente, mucha gente no quiere hablar de esa innombrable enfermedad, pero a pesar de todo la conciencia se mueve y los indicadores epidemiológicos y sociales la ponen en lugar destacado. A pesar de las amenazas de las infecciones reemergentes o nuevas, como el cólera, la meningitis y las temidas influenzas que aterrorizan a las comunidades.

Mucha gente se reconvierte a la militancia a favor de la prevención y tratamiento oportuno y eficaz de los diversos cánceres. Nacen iniciativas sociales, los pacientes sacan la voz, los médicos especialistas piden mas recursos para poder aplicarlos equitativa y eficazmente a todos y todas. La reforma de salud de 2002 que  creó el plan de garantías AUGE, fue un rayado de cancha que recogió una aspiración pero también generó riesgos.

No es un proceso fácil y es necesario balancear el discurso entre la fatalidad y la esperanza porque así podremos adaptarnos mejor y responder los desafíos. Mucha información y debate es necesario y debemos provocarlo y  alimentarlo. Compartir la información y empujar la causa en las comunidades, intercambiar información con experto de otras latitudes, conversar y adoptar tareas de bien común. Promover legislación y levantar recursos. Planificar participativamente las estrategias de control del cáncer porque tenemos mucho que hacer.

En eso estamos con el Foro Nacional de Cáncer y esperamos tener impacto.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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