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La ambigüedad y el silencio cómplice

Por: Lican Martínez y Juan Murillo de la Torre


Señor Director:

El 18 de abril del 2018 se desencadena una de las últimas y más silenciadas crisis en Latinoamérica, ese día estalla un conflicto político-social en Nicaragua, generando una ola de protestas que no han cesado en más de 4 meses. El Gobierno de Daniel Ortega ha originado una innegable resistencia, dejando consigo; universidades cerradas, miles de heridos, detenciones ilegales, muertos, denuncias de tortura y censura estatal a los pocos medios de prensa que aún transmiten lo que ocurre en el país.

El movimiento estudiantil se ha convertido en el protagonista del conflicto, evidenciando la incesante violación a los Derechos Humanos, tanto nacional como internacionalmente. Tras cerca de 40 años años de la revolución popular sandinista, revolución que hasta hoy es un ejemplo para el mundo y en la que muchos de nuestros padres participaron al ser exiliados, comienza una nueva lucha. Batalla que no es contra el Frente Sandinista, más bien contra Daniel Ortega y sus colaboradores, quienes en medio de su sistemática vulneración a los DDHH y su afán por perpetuarse en el poder, han llegado al punto de abrir el escalofriante centro de tortura de la dictadura somocista, el Chipote, en donde hoy se encuentran los hijos o/y nietos de icónicos compañeros/as sandinistas. Ya es hora de definir de qué lado de la vereda estará la izquierda y el movimiento estudiantil en esta pasada.

Creemos que la lealtad de quien se dice de izquierda es primero con los DDHH, que bien sabemos de sufrimientos sobre esta causa durante el apogeo de las dictaduras militares en el continente donde desaparecieron y torturaron a miles de los nuestros. Por eso, hoy el compromiso debe ser total a los derechos civiles, políticos y sociales sin ambigüedades ni justificaciones. La lealtad de la izquierda también implica un irrestricto compromiso con la democratización, para quienes creemos en las transformaciones por medio de mayorías sociales, que legitiman nuestro camino por medio del sufragio. El histórico compromiso de la izquierda a sido con el pueblo, ese al cual nos jactamos de defender, ese pueblo que es bastante sabio para salir a la calle a decir basta, es hora de escuchar.

Hoy la incipiente izquierda democrática (sobre todo la Chilena) tenemos un desafío pendiente, salir del purismo, del identitarismo y ser lo suficientemente auto-críticos para reconocer cuando un proyecto revolucionario desvió su camino. La izquierda necesita velar por la democracia ya que, como decía Salvador Allende: “el camino del pluralismo, la democracia y la libertad, es el camino que abre las puertas al socialismo”. En pleno siglo XXI su mensaje sigue más que vigente que nunca, la democracia y los DDHH serán pilares fundamentales de cualquier camino de transformaciones.

Lican Martínez Rubio
Estudiante de Magíster en Economía y Políticas Públicas Universidad Adolfo Ibáñez
Coordinadora Nacional FERD

Juan Murillo De la torre
Estudiante de Administración Pública Universidad Alberto Hurtado
Secretario General FERD

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