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Cobquecura y la manipulación ambiental del proyecto de salmoneras Opinión

Cobquecura y la manipulación ambiental del proyecto de salmoneras

María Paz Villalobos Silva
Por : María Paz Villalobos Silva Bióloga Marina (UACh)
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La empresa Cultivos Pelícanos se encuentra tramitando 11 proyectos de centros de cultivos contiguos y de iguales características, resultando evidente el fraccionamiento de un megaproyecto en pequeños proyectos que son evaluados individualmente y por tanto, los impactos ambientales o sociales a evaluar, se reducen a cada proyecto individual.

Esta forma de presentar un megaproyecto, impide identificar posibles impactos ambientales del megaproyecto en sí, es decir de toda el área sumada, que sería intervenida con 11 centros de cultivo de 18 hectáreas cada uno, dispuestas en línea a lo largo de la costa a 2000 m de la costa app. Pese a que la empresa insiste en argumentar que no hay relación entre los distintos proyectos en evaluación paralela, es imposible ignorar o no visualizar el potencial impacto ambiental y social que implicaría la instalación de esta industria a lo largo de cientos de metros de la costa central del país.

El proyecto ubicado en Pullay pretende instalar 18 hectáreas (180.000 m2) de cultivo de cojinoba, salmones, choritos y algas, al lado del Santuario de la Naturaleza Islotes lobería e Iglesia de Piedra de Cobquecura, creado mediante D.S. N° 544 de 1992 del Consejo de Monumentos Nacionales protege la mayor colonia de lobos marinos de la zona central del país, con una población de más de 3000 individuos.

[cita tipo=»destaque»]Considerando las condiciones climáticas adversas que se presentan en la zona,  ¿Cómo es posible frente a este escenario, que los servicios encargados de la protección de nuestros recursos marinos renovables, se muestren conformes con lo evaluado? toda vez que el proyecto ya acumula más de 3000 observaciones y no responde a un proyecto de desarrollo sustentable, pues no implica desarrollo más que para la empresa (no requiere de fuerza laboral local, con contempla más de 10 puestos de empleo externo) y no cumple los requisitos técnicos necesarios en su proyección para ser considerado un sistema de cultivo mixto de tipo sustentable.[/cita]

La interacción entre lobos y balsas jaula es conocida y perjudicial para el normal desarrollo de la vida de estos mamíferos. La zona es reconocida como corredor biológico de cetáceos marinos mayores (ballenas dentadas y barbadas) y menores (lobos, delfines), al ser zona de alimentación, cría y tránsito de estos mamíferos protegidos por la Ley Nº 20.293/2008. El sector pretendido por la empresa, es zona de pesca artesanal de miles de pescadores que se oponen definitivamente a la instalación de esta industria, al no ser compatible con la mantención de los recursos hidrobiológicos de explotación comercial, también protegidos por la ley de pesca. El proyecto tampoco es compatible con el proyecto local de desarrollo turístico.

Estamos frente a un megaproyecto de por sí polémico, privado para una de las 7 familias que se “adjudicaron” nuestros recursos pesqueros “por ley”. Este proyecto representa a una industria vigente que ha participado en innumerables casos de impactos de público conocimiento, a través de trágicos episodios de contaminación degenerada, y descontrolada, de destrucción total y/o parcial del equilibrio bio-físico-químico de la columna de agua, traducido esto en espacios marinos desoxígenenados, sin posibilidades de albergar la vida; en mortandades masivas de salmones contaminados con químicos tóxicos que entran al medio; en escapes masivos de animales foráneos, enfermos o alterados químicamente, que entran al medio; en alteraciones de la calidad química de la columna de agua que modifican el medio, resultando en varamientos masivos de recursos pesqueros.

Desastres ambientales sin precedentes e irreversibles en términos ecológicos, con enormes tragedias humanas detrás de la pérdida de fuentes laborales de subsistencia como la pesca artesanal y la cadena productiva completa asociada. Estos impactos descritos, están en los medios de prensa hoy, están bajo investigación judicial y penal, están bajo investigación técnico-científica y administrativa, están en las demandas ciudadanas de masivas manifestaciones locales por la crisis sanitaria, ambiental, social y económica que han surgido a partir de los distintos “episodios fortuitos” que esta industria ha protagonizado escandalosa y impunemente.

El proyecto se presentó a través de una declaración de impacto ambiental, asumiendo un impacto de bajo a cero; no ingresó como estudio de impacto ambiental; saltándose en otros procesos, la elaboración de estudios reales de impacto ambiental y la participación ciudadana en el proceso.

La semana pasada se entregaron las observaciones de los servicios participantes de la evaluación de este proyecto. En estas respuestas de carácter público, se observa la resolución adoptada por las unidades técnica y fiscalizadora, encargadas de la protección de nuestros recursos pesqueros. Subpesca dice que la declaración es suficiente, no requiere un EIA y se muestra conforme con el proyecto, al igual que Sernapesca.

Este tipo de respuestas, frente a este tipo de proyectos, en el contexto nacional de la industria, dejan dos opciones de interpretación externa: abierta corrupción o desconocimiento total del proyecto evaluado; en ambos casos la autoridad está incurriendo en una falta de incalculables riesgos ecológicos de corto, mediano y largo plazo.

En Chile no existen salmoneras en mar abierto, es decir, no hay antecedentes previos ni ajustados a la realidad oceanográfica local, del rol del protector de los recursos naturales se esperaría una perspectiva más conservativa y amparada en la precautoriedad aplicable frente a los posibles riesgos e impactos no evaluados, sobre la calidad y disposición de los recursos marinos renovables, cuya propiedad es de todo el pueblo chileno.

Cabe señalar que este riesgo no evaluado vulnera la Constitución Política de Chile, en cuanto a la protección de derechos ambientales y derechos humanos, al exponer los sistemas ecológicos a una contaminación no calculada y exponer a la ciudadanía, a vivir en un medio ambiente contaminado.

La declaración ambiental representada por Stengel, no contiene toda la información necesaria ni requerida para la evaluación, subestima a “leve” y “no significativo” todos los tipos de impactos que evaluó, argumentó impactos sobre recursos renovables basados en literatura, más que en datos obtenidos desde la realidad local del sector, no reconoce la presencia de cetáceos mayores en el sector, no responde cabalmente las preguntas planteadas durante el proceso, razón por la cual no logró resolver ni subsanar, ni aclarar, ni asegurar, ni evaluar posibles riesgos o impactos ambientales sobre la calidad de nuestros recursos marinos renovables.

El proyecto presentado por la empresa fue rechazado, tanto por la Seremi de Medio Ambiente, como por el Servicio de Evaluación Ambiental, precisamente porque, pese a sobrepasar ya una tercera ronda evaluativa, aún adolece de falta de información de alta relevancia para poder medir o estimar posibles impactos ambientales en la costa.

Considerando las condiciones climáticas adversas que se presentan en la zona,  ¿Cómo es posible frente a este escenario, que los servicios encargados de la protección de nuestros recursos marinos renovables, se muestren conformes con lo evaluado? toda vez que el proyecto ya acumula más de 3000 observaciones y no responde a un proyecto de desarrollo sustentable, pues no implica desarrollo más que para la empresa (no requiere de fuerza laboral local, con contempla más de 10 puestos de empleo externo) y no cumple los requisitos técnicos necesarios en su proyección para ser considerado un sistema de cultivo mixto de tipo sustentable.

Se trata de un sistema cultivo intensivo de altos requerimientos energéticos externos a inyectar al sistema, que no asegura en lo absoluto, la reducción o reutilización de elementos/deshechos a ingresar a un ecosistema marino en perfecto estado de equilibrio ambiental. Lo expuesto en el proyecto muestra una rentabilidad asegurada, pero definitivamente no da señales de sustentabilidad en la cadena productiva.

La calidad de nuestras costas depende de un delicado equilibrio ecosistémico que es necesario y urgente, proteger y mantener sin más alteraciones, ya es suficiente. No podemos pretender siempre obtener un beneficio personal a costa de un sacrificio ambiental, definitivo y perjudicial para todos. La expansión salmonera ya fue impuesta hace cerca de 40 años en el sur de Chile y operó de manera irresponsable e impune, con los resultados que hoy todos estamos viendo por los medios de prensa.

La nueva amenaza de la expansión salmonera es en sí un insulto a la soberanía nacional, porque a su paso quedan movimientos en las bolsas del “mercado”, algunos se han vuelto millonarios y otros aún más, pero en el sur de Chile ha quedado solo la pérdida de i) la calidad ambiental: de espacios disponibles para la pesca artesanal; vedas sobre recursos comerciales por contaminación; cementerios marinos con millones de cadáveres de animales alterados químicamente, pudriéndose encima de bancos naturales de mariscos, caladeros de peces y semilleros de recursos naturales; basura metálica y química y espacios marinos en donde las condiciones no permiten el desarrollo de la vida; ii) desarrollo local: comunidades empobrecidas y cesantes, con costas contaminadas, recursos no aptos para el consumo, luego de décadas de sueldos paralizados para las cadenas laborales basales, sumado a condiciones laborales de alto riesgo, es decir, el éxito económico exponencial de una industria y la no redistribución de sus ganancias a lo largo de cerca de 4 décadas.

En mi opinión como ciudadana e investigadora, considero que es suficiente. Este proyecto intenta mostrar una realidad de impacto cero que la empresa no ha logrado probar y que no logrará probar porque es mentira. La salmonicultura trae consigo la contaminación, la muerte, la pérdida de la calidad ambiental de los ecosistemas y la ruina para la pesca artesanal. Nada más.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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