La respuesta es clara: no.
No se puede pasar por alto el gasto de dinero público que realizó la actual alcaldesa de la Municipalidad de Maipú de 50 millones de pesos en peluches, utilizando recursos estatales del “Fondo de Apoyo a la Educación Pública Municipal de Calidad”.
Deja mucho que desear que la actual jefa comunal utilice como estrategia de “captación y retención de matrículas” y “material didáctico” la compra de su mascota municipal, este último acontecimiento nos instala la inquietud sobre cómo se gasta este fondo que hace bastante tiempo se encuentra en funcionamiento en todas las municipalidades del país. ¿Esta es la forma de fortalecer la educación pública en el territorio? ¿Se fiscaliza adecuadamente el gasto de este fondo? ¿Se aceptará el gasto por este concepto?
Cabe recordar que el fondo tiene como objetivo “apoyar la gestión educativa de los establecimientos educacionales” donde cada municipio –y desde este año las comunas agrupadas en los servicios locales de educación– presenta un plan de acción asociado al desarrollo, fortalecimiento educativo y desempeño escolar.
[cita tipo=»destaque»]Cada municipio tiene la oportunidad y los recursos para realizar una gestión de capital humano e implementar planes para fortalecer la educación pública. Pueden hacer una oferta a los estudiantes y a la comunidad educativa que implique innovar e incorporar equipos multidisciplinarios, rescatar experiencias en gestión, curriculo y enseñanza en el aula. Capacitar a los docentes, entregar talleres que les permitan a estudiantes y familias desarrollar otras habilidades, formar a la comunidad escolar en materias ciudadanas, ambientales, educación sexual, mejorar la infraestructura de los recintos educacionales, entre tantas cosas que, sin lugar a duda, hacen falta en los establecimientos públicos.[/cita]
El Estado puede financiar a través de este fondo el mejoramiento de habilidades y capacidades de gestión para la educación municipal; la inversión de recursos pedagógicos, innovaciones pedagógicas y de apoyo a los estudiantes; la administración y normalización de los establecimientos; la mantención, conservación, mejoramiento y regularización de inmuebles e infraestructura; el saneamiento financiero; mejoramiento, actualización y renovación de equipamiento y mobiliario; transporte escolar y servicios de apoyo; y participación de la comunidad educativa. ¿En cuál de estos ítems se puede justificar 50 millones en peluches?
Cada municipio tiene la oportunidad y los recursos para realizar una gestión de capital humano e implementar planes para fortalecer la educación pública. Pueden hacer una oferta a los estudiantes y a la comunidad educativa que implique innovar e incorporar equipos multidisciplinarios, rescatar experiencias en gestión, curriculo y enseñanza en el aula. Capacitar a los docentes, entregar talleres que les permitan a estudiantes y familias desarrollar otras habilidades, formar a la comunidad escolar en materias ciudadanas, ambientales, educación sexual, mejorar la infraestructura de los recintos educacionales, entre tantas cosas que, sin lugar a duda, hacen falta en los establecimientos públicos.
Ese fondo es una oportunidad para que las Corporaciones Municipales, DEM o DAEM y, por cierto, los alcaldes de las comunas del país fortalezcan la educación pública de sus alumnos y alumnas, entreguen herramientas a sus profesores y profesoras y puedan entregar a la comunidad educativa herramientas para su desarrollo.
Es una invitación a recuperar lo que significa la educación en nuestra sociedad: abrir un mundo de posibilidades a adolescentes y jóvenes para invitarlos a soñar y recordar, motivarlos a ser lo que quieren ser, adquirir saberes y conocimientos, como, también, disminuir las brechas sociales a nivel educativo que actualmente existen en las distintas comunas del país.
Maipú nos dejó claro que su sello de educación pública es regalar peluches. ¿Cuál es el sello de los demás municipios?
Es el momento de que las instituciones del Estado modernicen sus mecanismos de fiscalización, control, monitoreo y evaluación en sus políticas. Es casi una certeza que, si nuestras instituciones implementaran evaluaciones ex dure de las políticas públicas donde se permita el monitoreo responsable del ciclo de vida de estas, tendríamos gasto de recursos fiscales mucho más eficientes, eficaces y acordes a las necesidades del país, que busca dar un salto significativo al desarrollo.