Señor Director:
Las noticias sobre hechos no aislados de corrupción en el Ejército de Chile, desde el fraude a los fondos de la Ley Reservada del Cobre hasta los últimos acontecimientos sobre pasajes irregulares, me provocan sentimientos encontrados.
Por un lado, emerge una sensación de pena y molestia, de ver como un grupo no menor de militares, una profesión que de joven admiraba de forma idealizada como “monjes de gris” y no como “funcionarios” públicos, donde la mayor “ganancia” a la que se aspira es una felicitación en la hoja de vida, gente que debía llevar una vida íntegra, austera y de abnegación, entienden el Ejército como una máquina para obtener dinero, asomando una cultura de malas prácticas, sin que se vislumbre en la Institución una actitud enérgica para reprimir esas conductas.
Sin embargo, me provoca tranquilidad saber que estaba en la línea correcta sobre los motivos que tuve para presentar la renuncia voluntaria a mi empleo como Oficial de Ejército, y que en su oportunidad se los di a conocer a mi superior directo en julio de 2014, siendo aquellos, el descontento que me provocaba desempeñarme en un ambiente laboral donde se transgredía la Ley y mis principios y convicciones éticas con las actuaciones desplegadas por determinado personal de la Institución.
Rodrigo Vera Lama
Abogado
Mayor (R)
Ex Fiscal Militar Letrado Titular de Angol
