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Todos para uno y uno para todos, más ciencia en Chile

Por: Mirtha Ríos Silva


Señor Director:

He tratado de entender por qué este país está tan dividido. Hay una penosa historia atrás que lastimosamente viene bajo el yugo de pensamientos radicales y clases sociales, de una forma que sin un diálogo al corazón aceptando nuestros errores, difícilmente va a aliviar tan brutales heridas. Esta fragmentación, no sólo tiene incidencia en una sociedad que tiene evidentes marcas a raíz de su historia, sino que llegó otra situación que no hemos podido combatir de buena manera, la supuesta globalización. Es evidente que nuestro país, económicamente su mayor fuerte es vender materias primas, es muy baja la corriente industrial como para si quiera hacernos llamar así.

Ya leyendo el primer párrafo, hay personas que les podría chocar que haya una opinión que suene contraria sobre la globalización que tantos beneficios nos ha traído. Lo cierto es que para que concepto globalización sea bien aplicado, se requiere de un intercambio de materias de diversos tipos, desde uno o más países emisores a receptores y viceversa. Lo que hemos visto en Chile es una californicación, es que no hacemos más que adoptar cosas desde el exterior y renegar nuestras propias costumbres u ofertas, juzgándolas como algo poco decoroso, primitivo o como si cualquier país nos pudiese venir a traer otro concepto y ese lo consideramos al menos como aceptable y más correcto que el que ya poseíamos.

Somos buenos, somos malos, somos trabajadores, somos flojos, país de mierda, los mejores de Latinoamérica; todas esas cosas he escuchado y las percepciones de la gente evidencian un país totalmente fragmentado, una sociedad absolutamente enferma producto de tanta hostilidad, de tanto juicios de valor y tanta verticalidad al momento en que adquirimos una mejor posición. Empatizo con la dificultad de sentirse orgullosos de ser parte de un país en lo que todo está tan cuesta arriba para su población y casi parece un crimen estar en una posición más baja.

Vemos que ya existe una carrera política, porque los sueldos son increíbles, “hacer política” resulta absurdamente, rentable en este país. Así que normalmente, se milita en algún partido político de vuestra preferencia, lames las botas de quién tengas que lamerlas, sí obedeces y aprendes a juntar 2 o 3 oraciones para que suene convincente para un grupo de personas, te ganas algún puesto y ahí comienzas, incluso si no cumples ninguna de tus sentencias, explicas por qué es difícil hacerlo por culpa del bando contrario.

Dichas personas que, en teoría desde la vocación, quieren hacer un mejor país para sanar esta sociedad, cada mes y cada sueldo hacen lo contrario. Ver cómo pelean entre ellos por los dichos de uno versus los del otro, no son muy distintos a ver un programa de farándula para desviar la atención de lo verdaderamente importante. Asumen – a mi juicio erróneamente- que el maternalismo o paternalismo es lo que necesita esta sociedad, el que velen por nosotros para que podamos “portarnos bien”. El gran problema es que las madres y padres de este Estado, no han hecho más que hacernos daño.

Soy bioquímica desde el 2013, he visto como ninguno de nuestros repetidos “cuidadores” ha puesto un mínimo esfuerzo por hacer este país un mejor lugar con relación al conocimiento y un mayor presupuesto en ciencias. De los míseros 0,38% del PIB destinados para investigación y desarrollo, se ha reducido el presupuesto y antojadizamente se ha dicho qué tipo de ciencias le conviene a este país sin siquiera, nuestros cuidadores estar cerca del ecosistema para notar los verdaderos problemas, dolores o necesidades en ciencias. El poner gratuidad en educación es un gran avance, y si no añades mayores conocimientos, sucede lo que está pasando actualmente; los perfiles de gran parte de los profesionales no es mejor que los profesionales que solían salir hace 30 años atrás, incluso algunos podrían decir peor. Con toda la tecnología, con la información duplicándose cada día, con mucho mayor presupuesto no podemos generar mejores profesionales, o mentes pensantes, lo que me parece grave y en vista a todo lo que he explicado, lógico.

Soy una optimista que este país puede cambiar, pero necesitamos más nobleza, menor farándula política, más respeto por las distintas partes con las que convivimos lo que se logra con diálogo y no verticalidad, querer realmente mejorar este país no con discursos, pero con acciones concretas, sin estar comprando tiempo para salir reelecto y más ganas de “no ganar yo”, que ganemos todos, esa es la verdadera victoria de una sociedad, y de un país del cual – al menos yo- me podría sentir orgullosa.

Mirtha Ríos Silva

Bioquímica, UACH

Dr (c) en Biotecnología, USACH

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