Publicidad
Ronda de negociaciones Trump-Kim en Hanoi: dame la mano y danzaremos Opinión

Ronda de negociaciones Trump-Kim en Hanoi: dame la mano y danzaremos


ajo cielos parcialmente nublados, característicos de Hanoi en esta época del año,  la cita de Trump con su homólogo norcoreano Kim Jong-un, el miércoles y jueves próximos en la capital vietnamita, tendrá de plato fuerte el despliegue de mayor audacia diplomática anunciado en Washington para encarar la crisis en la península coreana. Se espera que, entre otras cosas, Trump y Kim firmen en Hanoi una “Declaración de Paz” a modo de conclusión simbólica de la Guerra de Corea (1950-53). Se da por hecho que se revisará la Declaración Final que ambos Jefes de Estado suscribieron en junio 2018 en Singapur, para armonizarla con la que daría cuenta del diálogo en Hanoi. También se da por hecho que, a continuación, los operadores del mandatario norteamericano buscarán ponerlo todo en sintonía con la postulación de su jefe al Premio Nobel de la Paz y con la posterior campaña suya para la reelección presidencial en 2020.

Pero si  de coyuntura crítica se trata, quizás lo más relevante ocurrió en la capital estadounidense en los días previos a la cita vietnamita. A la fecha, ya hacía rato que estaba fuera de foco el Trump  de 2017 que amenazaba con “fuego” y “furia” a una Corea del Norte que se resistía al desarme inmediato, incondicional y completo. Sin embargo, el cambio definitivo de tono llegó con lo dicho por Trump el martes 19 de febrero, en la Casa Blanca de Washington, a propósito de avanzar “sin prisa ni cronograma fijo” en la desnuclearización paulatina de Corea del Norte, siempre que Pyongyang “renuncie a nuevas pruebas con bombas atómicas o misiles”.

Armas del miedo

La República Popular Democrática de Corea (RPDC) o Corea del Norte comenzó a desarrollar un programa clandestino de armamento nuclear a inicios de los años 80 y lo aceleró posteriormente en tres momentos de especial inseguridad para el régimen: desmoronamiento de la Unión Soviética (1991), inclusión de Corea del Norte en el denominado “eje del mal” por parte de George W. Bush (2002) y ascenso al poder del joven Kim Jong-un tras la muerte de su padre Kim Jong-il (2011).

En la actualidad la RPDK guarda en lugares seguros no menos de 30 armas atómicas. El país ha acreditado un alcance máximo de hasta 1.000 km para sus misiles de corto y medio alcance (Scud-ER y NoDong) y de hasta 500 km para misiles lanzados desde submarinos (Bukkeukseong-1 y KN-11). También demuestra capacidad para superar los 4.000 km con misiles de alcance intermedio de nueva generación. No obstante, sus misiles balísticos intercontinentales (Hwasong-13/14 y KN-08/14) todavía no llegarían a territorio continental de EEUU. Tampoco norcorea parece contar con condiciones para miniaturizar a corto plazo las cabezas nucleares ni para superar las dificultades de reentrada de las mismas en la atmósfera tras su trayectoria fuera de ella.

Sin embargo, las pruebas de abril 2017 confirmaron inesperados progresos en tecnologías de motores de propulsión de alta energía a partir de antiguos misiles balísticos soviéticos. Si futuros ensayos de los motores consiguieran ratificar tal progresión, los misiles balísticos KN-08 y KN-14 salvarían distancias superiores a los 10.000 km en tres o cuatro años e incluirían ciudades estadounidenses dentro de su alcance. El Estado Mayor Conjunto norteamericano opinaba en 2017 que una invasión terrestre era a fin de cuentas la única manera de localizar y destruir el armamento atómico norcoreano, pero más de 2 millones sería el saldo en víctimas si Pyongyang alcanzaba a replicar con misiles estratégicos sobre Seúl y Tokio. Un documento interno del Congreso de EEUU añadía que cerca de 300 mil personas perderían la vida sólo durante los primeros días de un conflicto armado con Corea del Norte sin empleo de armas atómicas.

La polémica en curso a propósito de la presunta peligrosidad de una Corea del Norte dotada de armas atómica partió con la alarma activada  por el incremento de ensayos de sus misiles en las proximidades del archipiélago japonés, las duras sanciones económicas internacionales que los mismos conllevaron y la evidencia de rápidos avances norcoreanos en la tecnología de armamento atómico cada vez más sofisticado y poderoso.  

Corea del Norte ingresó por una puerta giratoria en 1983 al Tratado de No Proliferación de Armas Atómicas (NPT por sus siglas abreviadas en inglés) del cual se retiró una década después. El NPT reconoce legitimidad nuclear solamente a países que construyeron arsenales e hicieron los ensayos atómicos correspondientes antes del 1 de enero de l967, o sea EEUU (1945), Rusia (1949), Reino Unido (1952), Francia (1960) y China (1964). La segunda generación de potencias atómicas nunca suscribió el NPT: Israel (1966) que declara “ambigüedad nuclear” (= no afirma ni niega tener armas atómicas) aunque probablemente dispone del tercer arsenal mundial; India (1974) y Paquistán (1998). Sudáfrica es  hasta ahora el único país que destruyó en 1993 su pequeño arsenal para adherir al NPT, pues el desarme anunciado una década después por Libia se realizó cuando el país estaba a una distancia de al menos 3 años de fabricar su primera bomba atómica.

Tomando todo lo anterior en cuenta, el académico del Instituto Tecnológico de Massachusetts Vipin Narang, un experto de fama mundial en asuntos de estrategia atómica, comparte más que nunca la opinión de muchos de sus colegas en  el sentido de que por seguridad o por prestigio la RPDK nunca aceptará renunciar a su armamento estratégico. Tampoco es imprescindible que lo haga, según Narang. Basta con que no lo utilice, no haga ensayos y mantenga las armas bien guardadas. Está convencido de que Donald Trump llegó finalmente a la misma conclusión, aunque también está convencido de que Trump nunca lo hará público.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias