Publicidad

La caza de “pacientes-meta” en la Atención Primaria de Salud

Por: Constanza Venegas A., Médica General de la organización de Profesionales ConVocación


Señor Director:

Últimamente la salud de los chilenos y chilenas ha cobrado mucho valor en la discusión pública. Por una parte, el Gobierno arremetió con la idea del Fonasa Plus, la “evolución” de FONASA que promete competir con las ISAPRES y que desconoce las diferencias de base que existen entre ambos seguros y entre los beneficiarios. Por otro lado, se ha puesto el foco en el Hospital Digital, la estrategia “online” para aminorar las listas de espera y donde los especialistas del sector público podrán trabajar a distancia. Una distancia que refleja cómo una gran cantidad de médicos especialistas miran el sistema público. Esta medida no se hace cargo del problema estructural de la falta de profesionales e infraestructura que sufren día a día las instituciones de nuestro país, por falta de recursos base dado por el bajo presupuesto, pero también, por el desvío de fondos públicos de FONASA a instituciones privadas.

Pero hay un tema que pasa desapercibido, que no interesa a ningún partido político oficialista ni opositor, pero que afecta profundamente el trabajo en salud y, por tanto, impacta en la salud de la población.

Así como en Educación, el SIMCE ha cambiado la cultura de las escuelas y colegios, poniendo el foco en números, cifras, indicadores y metas, en Salud ocurre lo mismo. En la Atención Primaria de Salud (APS) se implementó la evaluación de cada centro a través de metas e indicadores que se traducen en la cantidad de recursos que estos tendrán para funcionar. Producto de esto, los consultorios se han visto obligados a modificar su dinámica cotidiana, priorizando ciertas atenciones y llegando incluso a generar estrategias “marketeras” para lograr cumplir con los indicadores. Los trabajadores de APS se han convertido en “cazadores” de aquellos pacientes que calzan en sus metas y han dejado de lado la Salud Familiar.

Nos referimos específicamente a las Metas Sanitarias y el Índice de Actividad de la Atención Primaria de Salud (IAAPS) que aparecen para dar cuenta de la producción y uso de los recursos en estos centros. Las primeras se traducen en bonos individuales por trabajador (o en un mayor sueldo a fin de mes) y los IAAPS determinan los recursos que recibirá cada centro, si se cumplen, llegan más recursos (a lo menos, ilógico). Al observar este panorama y pensando en el empobrecimiento y la precarización de la APS, salta a la vista que cada consultorio y cada trabajador se ven obligados a hacer lo imposible por conseguir las metas.

La dinámica de trabajo al interior de los consultorios ha cambiado considerablemente. Pasó de, en el papel, un enfoque de Salud Familiar, a otro relacionado solamente con la productividad y el cumplimiento de indicadores. Además de repercutir en los pacientes directamente, afecta a los profesionales, pues estos terminan dedicándose de manera rutinaria a ciertos procedimientos, en ocasiones meramente técnicos, que ayudan a cumplir metas pero que no implican un desafío en términos de conocimiento. Se genera estrés debido a los problemas de infraestructura y falta de profesionales para cumplir los indicadores y esto se potencia aún más con las presiones provenientes desde las direcciones y jefaturas, amenazando con bajar calificaciones e incluso, con perder “la pega”. Al final, se trabaja por el bono para el trabajador o el presupuesto del centro y se deja de lado una mirada integral de los usuarios y su contexto, el trabajo en equipo y el desarrollo profesional. Se cumplen las metas, se llenan todos los registros, pero la salud del pueblo no mejora.

Para que esto cambie se necesita un modelo de atención en salud en función de la dignidad; que solo será posible en una sociedad distinta, justa e igualitaria. Un modelo que no dependa de más o menos cifras y sea capaz de proveer los recursos necesarios de infraestructura, equipamiento y comodidad para los usuarios y trabajadores en cada centro, que no incentive a los trabajadores económicamente sino que el mayor estímulo, el estímulo moral, sea mejorar la salud de la población con trabajo colectivo, interdisciplinario y junto a los usuarios. Lo anterior posibilitará el desarrollo de los trabajadores profesionales y técnicos en conocimiento, herramientas y consciencia a disposición de una salud digna y una sociedad distinta.

Constanza Venegas A., Médica General de la organización de Profesionales ConVocación

Publicidad

Tendencias