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A propósito de Greta y su “show” Opinión

A propósito de Greta y su “show”


El show de Greta. Así se titula la columna de opinión de Cristian Valenzuela, publicada en La Tercera el 25 de septiembre recién pasado. Desliza variadas calificaciones de la actuación de esta notable niña sueca, tales como “puesta en escena”, “actuación”. Se salvaguarda, pues dice que es un suicidio político oponerse a los postulados de Greta “y a los acuerdos de París”; este último, un dato no menor, pues parece atribuirle a la genialidad de Greta estas “nuevas” posturas medioambientales.
En todo caso, tales expresiones e intenciones manifestadas por el columnista, no son las más llamativas, a mi juicio.
En efecto, lo más sorprendente es que más adelante se formula sendas preguntas que parecen darle en la línea de flotación a la postura gretiana, no sin antes afirmar que el cambio climático, no obstante ser una evidencia, no puede ser esgrimido como argumento para “aceptar sin más las obligaciones que nos quiere imponer la jerarquía mundial, especialmente a los países en vías de desarrollo…”. Como es posible apreciar, faltan algunas vueltas a los razonamientos vertidos por el columnista.
Cristian se pregunta lo siguiente: ¿Por qué Chile debe comprometerse a la par de países desarrollados que, actual e históricamente, han emitido muchas toneladas más de contaminantes a la atmósfera y cuya industrialización y desarrollo lograron a costa del futuro del resto de los habitantes del planeta? ¿Por qué tenemos que renunciar a las bombillas plásticas, a las centrales a carbón, a la carne de vacuno o al gasto de energía propio de una nación que está a las puertas del desarrollo, para cambiarla por soluciones más limpias pero costosas para nuestras economías, y que postergan indefinidamente mejores condiciones de vida para muchos chilenos que no están ni cerca de vivir en las condiciones de sus pares europeos?
Como ven, dos preguntas fundamentales, que a primera vista parecen ser de fácil respuesta: No tenemos porqué sacrificar nuestro desarrollo; los países desarrollados alcanzaron tal status a costa del resto del mundo y ahora (imagínense, ¡ahora!), vienen a pedirnos que sacrifiquemos nuestro desarrollo para salvar el planeta.
Pues bien, como dije antes, darle un par de vueltas más al asunto no está de más. Efectivamente los países del mundo, hace 80 años, se desarrollaban, cual más, cual menos, a costa del medio ambiente. Es verdad. Y esto porque hace 80 años, sin perjuicio de las voces que se levantaron en el camino, no existía conciencia de la magnitud del daño que se le causaba a la Tierra.
El columnista dice que nosotros no tenemos responsabilidad en el desastre, que esa responsabilidad es de Suecia, país contaminador que enfermó poblaciones enteras en Chile (el dato preciso no lo aporta; de existir, sería interesante que lo hubiese señalado). Una vueltecita más a la afirmación le habría permitido darse cuenta que Greta no es representante de Suecia, por lo que no le podemos achacar a ella tal responsabilidad; además, tiene 16 años…
Entonces, dice Cristian, no tenemos por qué acoger el clamor de Greta, de su show, pues, parece afirmar, nosotros tenemos derecho a aportar nuestra cuota de desastre a la masiva crisis ambiental que vive el mundo. En otras palabras, parece decir que mientras no alcancemos el desarrollo, podemos destruir glaciares, contaminar el aire y el mar, arrasar bosques, etc.
La respuesta a las preguntas que se formula Cristian, es simple: no podemos darnos el lujo de actuar como lo hicieron los países desarrollados, porque el mundo, la Tierra, no lo resistirá y nos condenaremos a la extinción. Si no actuamos hoy, las “mejores condiciones de vida” que él reclama para nuestros compatriotas simplemente no llegarán porque no habrá lugar en la Tierra para albergar vida. Es cierto, los países desarrollados han avanzado a costa del medio ambiente; lamentablemente hoy el daño es tan grave que no podemos permitirnos hacer lo mismo. Es por eso, Cristian, que debemos dejar de usar bombillas plásticas, de construir centrales a carbón, porque de seguir por esa senda, la Tierra se va a morir. Siendo así, te pregunto Cristian ¿Dónde vamos a vivir?
Por último, parece que Cristian se siente interpelado por Greta; él no ha destruido los sueños de nadie, menos de Greta. Cristian, la interpelación era para los líderes mundiales, incluido los suecos, no para ti; tú y nosotros tenemos el deber moral de asumir “tanta responsabilidad en las soluciones”, porque mañana tus hijos, los míos, los de todos, no van a tener donde vivir.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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