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Existe un peor panorama de la economía mundial Opinión

Existe un peor panorama de la economía mundial

Roberto Azevedo
Por : Roberto Azevedo Columnista de opinión de Bloomberg
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Dos conclusiones surgen de los datos. Primero, la incertidumbre sobre el acceso a los mercados e insumos está causando que las empresas pospongan la inversión. Esto significa menos producción y creación de empleo. El aumento de la protección comercial también significa que el capital y la mano de obra se despliegan de manera menos eficiente. La subinversión y la mala asignación de recursos a su vez debilitan la productividad, lo que lleva a mayores pérdidas en la producción y el comercio. Es posible que la débil inversión ya esté frenando el comercio: nuevos datos sugieren que crecerá solo a la mitad del ritmo de la producción este año.


El mes pasado, en las reuniones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, escuché repetidamente la misma opinión sombría: a la economía mundial le depara un bajo crecimiento y tasas de interés históricamente bajas durante mucho tiempo.

«Bajo durante mucho tiempo» ni siquiera es lo peor. En caso de una nueva recesión, los gobiernos tienen un poder monetario y fiscal limitado para avivar la demanda. Las consecuencias económicas y políticas de una grave recesión podrían ser atroces.

¿Tiene que ser así? Si los gobiernos abordan las causas de la desaceleración actual, ciertamente no. La mayoría de los ministros de Hacienda, banqueros centrales y funcionarios reunidos en Washington no tuvieron problema para nombrar el factor más importante. Según ellos, las tensiones comerciales son ahora el principal freno al crecimiento. Economistas de la Organización Mundial del Comercio están de acuerdo; calculan que el comercio mundial de productos crecerá solo 1,2% en 2019. Recientemente, en abril, su proyección era de 2,6%. Esto es una desaceleración dramática.

Dos conclusiones surgen de los datos. Primero, la incertidumbre sobre el acceso a los mercados e insumos está causando que las empresas pospongan la inversión. Esto significa menos producción y creación de empleo. El aumento de la protección comercial también significa que el capital y la mano de obra se despliegan de manera menos eficiente. La subinversión y la mala asignación de recursos a su vez debilitan la productividad, lo que lleva a mayores pérdidas en la producción y el comercio. Es posible que la débil inversión ya esté frenando el comercio: nuevos datos sugieren que crecerá solo a la mitad del ritmo de la producción este año.

En segundo lugar, parece que el crecimiento más lento de la producción y el comercio está sincronizado en todas las regiones. Es el peligroso anverso de una recuperación coordinada, donde la demanda en una región apoya el crecimiento en otra. Hoy, ninguna región o economía importante está creciendo de manera suficientemente sólida como para sacar al mundo de la zanja en la que está.

La salida más segura sería que los gobiernos trabajaran juntos, a medida que actúan para impulsar el crecimiento en casa. Reducir la incertidumbre relacionada con el comercio sería valioso por derecho propio y aumentaría la eficacia de cualquier margen monetario y fiscal que aún tengan los países. Pero hay pocas señales de tal cooperación.

A primera vista, las nuevas restricciones comerciales no representan mucho. Hasta ahora, equivalen a menos de 5% del comercio mundial de mercancías. Sin embargo, esto es subestimar su impacto. El daño real al crecimiento surge de la incertidumbre sobre el acceso futuro al mercado para todos los bienes y servicios. Antes de comprometer recursos para un nuevo proyecto, las empresas quieren comprender los riesgos. Si existe la posibilidad de que los nuevos aranceles eliminen las ganancias, los inversionistas tomarán una pausa, independientemente de cuán barato sea el capital. De esta manera, la incertidumbre comercial aumenta el peligro de que las bajas tasas de interés lleven a los fondos hacia activos financieros más riesgosos y de mayor rendimiento. Este tipo de inversión no aumenta la capacidad ni mejora la productividad. En cambio, exacerba la volatilidad financiera y la fragilidad.

La falta de cooperación comercial también hace que el estímulo fiscal sea menos efectivo. El aumento del gasto público puede implicar llamados para evitar que proveedores extranjeros satisfagan la demanda, reduciendo así los beneficios de un impulso fiscal coordinado. Hace una década, el estímulo fiscal coordinado y el compromiso de evitar el proteccionismo ayudaron a los países a recuperarse de lo peor de la crisis de 2008-09 más rápido de lo que hubiera sido posible. Este es un enfoque mucho más prometedor.

Para restablecer la confianza en la economía mundial, revertir las restricciones comerciales introducidas en los últimos dos años sería un comienzo importante, pero apenas un comienzo. Poner fin a las «guerras comerciales» más conspicuas y avanzar en los acuerdos comerciales bilaterales puede generar resultados rápidos, pero las ganancias no son seguras. El crecimiento que se construye sobre bases estructurales sólidas requiere un enfoque más amplio, que involucre a más gobiernos y con compromisos multilaterales más firmes.

Los gobiernos tienen una excelente oportunidad frente a este tipo de progreso y podrían enviar el mensaje de que están listos para romper el ciclo de subinversión y lento crecimiento. Pueden comprometerse a complementar los procesos bilaterales en curso con un compromiso más amplio —en el Grupo de los 20, la Organización Mundial del Comercio y otros foros multilaterales— para restablecer el orden en el comercio mundial.

«Bajo durante mucho tiempo» es eminentemente evitable, si los responsables políticos deciden poner fin a la incertidumbre que ahora amenaza con arraigarse. Si fracasan y dejan que los impedimentos comerciales persistan o empeoren, será mejor que sus ciudadanos se preparen para lo que les espera.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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